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Gastronomía

Tres recetas con pasas, esas pequeñas grandes incomprendidas

Son calóricas sí, pero nos aportan mucha energía, nos cuidan el corazón y nos regulan el tránsito intestinal. Ahí es ná.

Ampliar Se pueden añadir casi todo los ingredientes que queráis.
Se pueden añadir casi todo los ingredientes que queráis.
Actualizado el 07/03/2023 a las 14:17
Tenemos en el curro un oasis de felicidad que nos salva las mañanas grises y largas. Se llama El Cajón del Bajón y como se pueden imaginar no tiene fruta. Fue idea de nuestra gran compañera Anne Radjassamy que se fue y nos dejó tristes, pero antes nos enseñó recetas francesas y muchas más cosas felices. Ahora, siguiendo sus enseñanazas, vamos comprando víveres (calóricos y maravillosos) de forma aleatoria y en el momento exacto en el que los guardamos ahí sabemos que han pasado a formar parte del grupo. Aquí no existe la propiedad. Comunismo en estado puro. De hecho el que se despista y de forma mecánica y sin pensar pregunta: ¿Puedo comer unas nueces? Es abucheado. Porque aquí no se pregunta, se come y se calla. Bueno, lo de callar... eso se nos da un poco peor. Cada visita al Cajón del Bajón trae consigo una pequeña reflexión en voz alta. Como cuando en verano el melón se convierte en tema central del postre. “Está un poco verde”, “Este año no hemos comido todavía un melón bueno”, “Madre mía, cómo han subido...”, “A mí me gustan así, muy maduros, que sepan casi a pegamento”, “Yo recuerdo que el abuelo dejaba secar las pipas y se las comía después”... Mismos comentarios año tras año... en una rutina maravillosa con sabor a pueblo y a tradición. El debate del otro día en nuestra sección del periódico fueron las pasas. Alguien abrió una bolsa de frutos secos con estas pequeñas incomprendidas y cuando nos quisimos dar cuenta estábamos en un simposio pasil. Lo que pudimos sacar en claro es que o las odias o las amas, no hay término medio. Yo fui de las primeras y ahora soy de las segundas y por eso intenté dar una charla motivadora, convencer al público de que les dieran una oportunidad. “Todos la merecemos” gritaba subida a la impresora para dar énfasis a mi arenga sobre uvas deshidratadas. No hubo manera. Mis adversarios se mostraron firmes en sus políticas de asco y repulsión. “Haz el martes unas recetas y nos lo pensamos”. Y aquí estoy, gastando la última bala. A intensa y cabezona no me ha ganado jamás nadie. ¡Rendíossssssss, cobardessssss!
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