El carnaval rural de Olite reaviva una tradición milenaria
Los dantzaris capturaron a Satán, cuyo papel desempeñó por primera vez Lydia Ardanaz, exjugadora de Osasuna

- Cristina Mogna
La plaza Carlos III de Olite volvió a acoger a cientos de curiosos que se congregaron para la inauguración de los tradicionales carnavales rurales. Se trata de una fiesta que data de 1600 y que se recuperó a partir de 1992, gracias a la tesis de Cristina Bayona sobre el carnaval de la localidad navarra y al trabajo del historiador José María Jimeno Jurío y de los músicos Jesús Echeverría y Carlos Pellejero. 28 años después, los jóvenes olitenses del grupo de danzas Txibiri son quienes que se encargan de mantener viva esta tradición pagana.
Es el caso de Helena Pérez, Eider Landa y Maialen Bernárdez, que dieron comienzo a los actos con la lectura del pregón desde el balcón del ayuntamiento. Y a pesar de que estas jóvenes dantzaris repiten en su papel protagónico durante estas fiestas, porque “nadie más se atreve”, las tres confesaron no ser las autoras del texto , que en esta ocasión hizo mención a acontecimientos internacionales -como las inundaciones en Venecia, el cambio climático y el coronavirus- y a logros alcanzados por algunos vecinos de Olite, como el primer premio que obtuvo la coral en el concurso Ahotsa y la celebración del ‘Dancing Olite-Erriberri’. La autoría del pregón se desconoce en el pueblo: “Todos los años alguien lo deja en el bar Katixa. Nadie sabe con certeza quién es, pero nosotras creemos que siempre lo escribe el mismo, porque el estilo se repite”.
Lydia Ardanaz, exjugadora de Osasuna, se estrenó en esta ocasión como el Satán al que persiguieron y capturaron en la ronda carnavalera ante el alboroto de los presentes. “Necesitábamos a alguien que pudiese moverse y a Lydia le gusta este paripé”, explicó una de las integrantes del grupo Txibiri.
A la deportista se le unieron los txistularis, gaiteros y dantzaris, siendo estos últimos los que desempeñaron los roles de brujas, cabras, pastores, karátulas y lakurris.
Después de la última pieza musical se hizo una ronda por los bares del casco antiguo de Olite, que acabó de nuevo en la plaza.