PeriodismoEl creador de ‘Hoy por hoy’ en la SER ofreció este pasado miércoles en el Civican de Pamplona una charla sobre ‘La información, la desinformación y el poder’, dentro del ciclo Perspectivas que organiza Fundación Caja Navarra y Jakiunde
Iñaki Gabilondo: "Pamplona es todo para mí"
El creador de ‘Hoy por hoy’ en la SER ofreció este pasado miércoles en el Civican de Pamplona una charla sobre ‘La información, la desinformación y el poder’, dentro del ciclo Perspectivas que organiza Fundación Caja Navarra y Jakiunde

Actualizado el 19/02/2023 a las 09:30
Iñaki Gabilondo es historia de la radio y la televisión, pero a sus 80 años se le ve más interesado en el futuro. Esta época de mudanza le tiene desconcertado. Jefe de informativos de TVE en la Transición, durante casi veinte años acompañó a millones de españoles mientras arrancaban el día en el 'Hoy por Hoy' de la SER, y después fue la primera persona que se asomó a la pantalla de Cuatro, cuyos informativos también pilotó. Su figura se ha convertido ya en un referente de un modo de hacer. En la novela 'Desde la sombra', de Juan José Millás, el protagonista le invocaba como ejemplo del periodista íntegro, en contraposición al sensacionalista que le entrevistaba. En la película 'No mires a los ojos', la adaptación de esa novela que dirigió Félix Viscarret, Gabilondo aceptó hace el reto de debutar en el cine a los 78 años para hacer de sí mismo. La curiosidad la mantiene intacta.
Hace poco un grupo de estudiantes de 18 años visitó el periódico. Ninguno leía prensa, escuchaba la radio ni veía telediarios. Decían que se informan por Instagram. ¿Le preocupa?
Es un hecho. De momento sólo podemos certificar el hecho. Los medios están en transformación absoluta, no tenemos ni idea de cómo serán dentro de diez años. Ni cómo evolucionarán las herramientas que están utilizando, porque están siendo sustituidas continuamente. Hace diez minutos Youtube era el último grito, luego Instagram, Tik Tok... y dentro de un cuarto de hora habrá otra cosa. El mundo que hemos conocido está desapareciendo y está naciendo otro. Ni el que conocimos ha muerto del todo ni el que viene se ha desarrollado del todo.
Estos estudiantes, sin embargo, se interesaban por las historias que escuchaban en la redacción y preguntaban dónde podían empezar a enterarse. Parecían perdidos. ¿Algo se ha hecho mal?
Todos hemos sido atropellados por la realidad del fenómeno tecnológico, que se ha desarrollado a una velocidad supersónica. Históricamente siempre había habido transformaciones que han desconcertado a los ciudadanos, pero nunca a esta velocidad. Los chicos también viven en una desorientación máxima. Veremos.
En su etapa de radio los temas que trataban usted, Luis del Olmo, Antonio Herrero, Jiménez Losantos... marcaban la conversación pública. ¿Quién lo hace ahora?
Ahora todo se ha atomizado. La verdad absoluta es que hay una corriente mainstream, dominante, pero a su vez está acompañada de mil millones de corrientes. Antes por ejemplo había una moda. Ahora hay 70.000 diferentes para 70.000 maneras de entender las cosas. No hay un pensamiento director, hay un cruce de oleajes impresionante en el cual estamos todos intentando surfear. No sé cómo se produce la conversación. Y me temo que muchas de estas brújulas que la marcan son sencillamente golpes de impacto procedente de las redes sociales, que están facilitando la presencia de tanta mentira, fake news, e industria de las fake news. Están convirtiendo esto en un lugar distinto. A mí me parece infernal, pero yo soy muy viejo. Lo que sí es evidente es que es difícilmente cartografiable.
¿No hay nadie al volante?
Más que nadie, es como si al volante estuvieran demasiados a la vez. Y donde todo se produce a gran velocidad adquiere inmediatamente impacto universal. Por tanto, está transmitiendo junto todo, lo bueno, lo malo, las verdades, las mentiras, lo noble y lo indigno. Y eso hace que la dificultad superlativa de este momento sea tratar de descifrar lo que ocurre y para la gente más joven tratar de ver cómo elegir. Para vivir en este lío tenemos que prepararnos para elegir, que quiere decir renunciar, que quiere decir descartar.
Que es lo que no se hace, se vive en modo multipantalla, haciendo y viendo varias cosas a la vez.
Los chicos no saben elegir porque no quieren descartar. Es el fenómeno del FOMO, 'Fear Of Missing Out', el miedo a perderse algo, que los psiquiatras están tratando. Están temiendo si se han perdido media hora de algo, qué está pasando en la red o incluso qué están diciendo de ellos que no se están enterando. Es un mundo que no tiene nada que ver con el que yo he conocido, lo miro con mucha curiosidad pero con dificultades máximas de entender.
Hablaba de fakes, pero el periodismo hace sitio en sus tertulias a personajes que las trabajan y se dicen a sí mismos periodistas. ¿Habría que hacer autocrítica?
El periodismo tiene el inconveniente de que es un oficio polisémico, es decir, que con el mismo nombre se desarrollan actividades que no tienen que ver las unas con las otras. Se llaman periodistas personas que hacen cosas muy diferentes, todas las cuales no me parecerían a mí exactamente periodismo. Es otro elemento de confusión. El periodismo tendría que hacer lo que ha descubierto la farmacia. La farmacia, en legítimo derecho a optimizar resultados, ha extendido su oferta más allá de los productos farmacéuticos, de modo que podemos encontrar cremas solares, potitos.. pero se han cuidado de llamarle Parafarmacia. Han marcado una raya entre los productos medicinales y los que no lo son exactamente. El periodismo tendría que inventar el Paraperiodismo. Es que es un momento muy complejo. Me consuela un poco ver que están confundidos también los demás, pero yo estoy especialmente confundido, tengo 80 años, cojones, si no estoy confundido ya me dirás.

Otra sorpresa de la visita al periódico fue que no sabían qué era ETA. ¿Cómo es posible?
El otro día en la Universidad del País Vasco los chavales no tenían ni idea de quién era Miguel Ángel Blanco. Yo tampoco me daría demasiados latigazos. Por un lado están señalando que no hemos sido capaces de transmitir lo que necesitaría ser sabido, pero por otro lado tenemos la pequeña caridad de reconocer que nosotros mismos estamos teniendo dificultad para digerir tanto fenómeno. Es muy difícil cabalgar este caballo desbocado. Va todo muy rápido, no te da tiempo a digerir una idea chocante y sorprendente cuando ya aparece otra más chocante y más sorprendente. Yo vivo haciendo siempre un esfuerzo por tratar de entender. Me acuerdo cuando un día en la radio, yo, educado en el mundo en el que me eduqué, dediqué un programa al matrimonio homosexual, y a la fertilización in vitro. Estaba constantemente tratando de colocarme en las novedades. Ahora todo se va atropellando, prácticamente toda la vida está siendo tragada sin masticar. Por eso tenemos digestiones tan pesadas. Y tenemos dolores de cabeza y mareo.
¿Su entrevista más difícil fue la de Felipe González siendo presidente y le preguntó por los GAL?
Sí. Para empezar estar delante de un presidente del gobierno a un metro de distancia no es tan fácil. En segundo lugar, aquel programa tuvo 8 millones de espectadores. La atmósfera era incandescente. El telediario había empezado a las nueve, y de la media hora que duró, veinte minutos fueron noticias del GAL. A las nueve y media era la entrevista en directo. En el plató había cien fotógrafos. En general todas las entrevistas eran siempre difíciles. Al principio de la democracia los políticos estaban aprendiendo y tú también.
¿Eran distintas a las de ahora?
Si le pillabas distraído te contaba lo que no quería ni él mismo. Luego el político se ultraprofesionalizó tanto que ahora saben exactamente qué te van a decir y qué no. Porque no sé imitar voces, pero tú me dices el político que quieras y yo te clavo las respuestas que daría. Bono, por ejemplo, venía prácticamente con el titular que quería colocar. Por eso tengo mejores recuerdos de conversaciones del comienzo de la Transición. Pero me interesaban más las entrevistas con la gente común, porque te encontrabas con la posibilidad de que saltara la liebre con gente que no estaba maleada y surgían muy a menudo interesantes, inesperadas y formidables situaciones.
El primer día suyo en pantalla fue el 23-F, con ese inicio ya todo lo demás iba a ser más fácil...
No creo que nadie haya debutado nunca en televisión menos preocupado de saber qué tal ha quedado. Solo había una tele y los telediarios los veían 30 millones de personas. La notoriedad que te daba salir ahí era diferente que ahora, que hay 80.000 tíos que salen en todas las teles. Casi todas las cosas no están relacionadas con que uno era más joven y tiene un poquito perfumados sus recuerdos, sino con que estaba más fresca la actividad nuestra. Tú ibas a cualquier sitio a hacer algo y estaba más rico de colores.
El tratamiento al rey Juan Carlos también cambió, era intocable y ahora parece que se ha abierto la veda. ¿Qué relación tuvo con él?
Al principio de su reinado estuve varios años acompañando en los viajes a los reyes. Estábamos viendo un proceso de transformación, de afianzamiento de la democracia y de reconciliación nacional y todos jugábamos a eso. Yo he estado en México a un metro del rey cuando estuvo saludando a la viuda de Azaña, que lloraba. Yo he estado en el cementerio de Mauthausen cuando se puso una corona de flores de los reyes a los republicanos españoles muertos allí. No es que hubiéramos decidido no ser críticos, sino que participábamos en la ceremonia general de la sociedad de empezar un proceso nuevo en el que no sabíamos cómo se hacía nada, pero estábamos todos apuntando en esa dirección. Y el rey marcaba bien el paso, abría puertas a los empresarios... no había ninguna explicación turbia. Yo me moriré diciendo que fui testigo de ese tiempo y siempre lo elogiaré.
Pero luego cambió.
Cuando ya no teníamos excusa fue cuando empezaron a descubrirse las turbiedades que rodean al rey. Seguramente hubiéramos debido ser mucho más vigilantes, seguramente caímos en las complacencias que se nos reprochan. La monarquía había llegado alardeando que no tenía corte. Y un día descubrimos que sí había corte, que el rey había terminado teniendo a su alrededor unos tipos que de pronto empezaron a aparecer vinculados a jugadas raras, Mariano Rubio, Mario Conde, Spottorno... Ahí es donde no hay justificación. Siempre me reprocharé que somos culpables de haber cerrado los ojos al seguimiento normal que hubiéramos debido hacer. Hubo gente que lo hizo. Se podía. De las dos cosas, de lo que vi durante casi cuatro años viajando con los reyes y de esta otra parte sale esta mirada. Yo tengo una mirada de una profunda decepción con él, y conmigo, y con nosotros.
"Pamplona lo es todo para mí"
¿Qué recuerdos le trae venir a Pamplona?
Pamplona me produce un efecto catárquico. Aparte que mi hermano está aquí, Pamplona es todo para mí. Conocí a mi primera mujer en Pamplona, viví, estudié, trabajé, corrí el encierro en Pamplona, canté en el Orfeón Pamplonés... Tuve mi primera casa en Monasterio de la Oliva...
¡Incluso actuó en el Gayarre!
No, en el Olimpia, que era el otro teatro. El último día del Olimpia fue un concurso de canciones en el que ganó un grupo que se llamaba Los Bujalis, segundo quedé yo y tercera Maria Ostiz. Luego tuvimos muchos años una casa en Uharte Arakil, e íbamos a pasar el verano allí. Toda mi familia tiene con Navarra un vínculo especial. Cuando mis hijos estudiaban en Estados Unidos me llamaban todos los domingos para saber qué había hecho la Real y qué había hecho Osasuna.
Y sigue viniendo, estuvo en la Universidad de Navarra hace poco.
Sigo viniendo, tengo un muy buen recuerdo de la universidad y además tengo una buena relación. Estamos en posiciones distintas pero nos tenemos mucho aprecio. Siempre he agradecido mi paso por aquí. Hacía mucho que no venía y hace poco me invitó el que fue rector, Alfonso Sánchez-Tabernero, para que conociera a la rectora, a María Iraburu. Y luego tengo muchos recuerdos en la Clínica Universitaria. Mi mujer estuvo siete años, luego falleció, atendida allí. Yo fui el primero que vino aquí a estudiar, pero luego vinieron cinco hermanos, cuatro sobrinas y 87 primos... Tenemos muchísimos vínculos. Mi hermano José Luis ha sido director general de Salud aquí, un hijo mío se ha comprado una casa en Uharte Arakil hace tres meses..