Esperemos que no crean que a España también hay que desfachizarla
Va a cumplirse un año desde que Rusia entrara en Ucrania. Cómo nos reíamos de Biden cuando hacía predicciones sobre la invasión. Putin entraría en Kiev como un cuchillo en la mantequilla. El día en que los rusos tomaban posiciones entre los edificios al norte de Kiev, un tipo español que entró en la radio nos puso los tiroteos al teléfono y se quedó durante todo el programa hablando Juan Ramón Lucas porque tenía miedo a colgar, que en ocasiones es el morir.
El mundo es muy distinto al de aquella noche. Rusia, gran potencia armamentística, llevaba walkie talkies de juguete. Iba a invadir Polonia y al final, no era capaz de tomar Kiev. Hay algo que sigue siendo como era antes. Podemos sigue en contra de que se envíen armas a Ucrania y de esto que Echenique llama el “furor bélico otanista”. Así es cómo Rusia invadía Ucrania a sangre y fuego y los belicistas somos los de la OTAN por ir provocando. Aún a día de hoy, Belarra va por Madrid pidiendo al PSOE que reconozca el “error” de contribuir a la “escalada bélica”, esto es de contribuir a que Ucrania no pierda la guerra. Siente uno el vértigo solo de pensar en la posibilidad de que los partidos que defienden a Rusia en posturas colaboracionistas, lo hagan porque los animaron en sus comienzos potencias de la órbita rusa. Si se fija uno, los argumentos de Putin para invadir Ucrania mantienen que es un país lleno de nazis que había que desnazificar son los mismos de esos partidos proclaman que España está llena de fachas. Esperemos que no crean que a España también hay que desfachizarla.
Podemos se ha vuelto de súbito muy pacifista y santón. También otros movimientos políticos que vivieron sus años felices sosteniendo una pistola y alentando a la lucha armada, terrorista y callejera, ahora invocan la mesura y el poner la otra mejilla. Con la tabarra que nos dio la izquierda con guerrillas, resistencias al tirano, levantamientos ante el opresor. En cualquier verbena de fiestas se flipaba uno con Bahía de Cochinos, el paso del Huarache, Vietnam, los castristas, los palestinos, los sandinistas, los de las Farc, la guerra italo etíope, las brigadas internacionales, los gudaris, el soldadito boliviano, y yo qué sé más, y venga comandante p’arriba y p’abajo. Pero los ucranianos se deben rendir dócilmente.