Cartas de los lectores
El trabajo del campo del que no se tiene ni idea

- Salvador Moreno Ruiz
Llevamos muchos años tratando de digerir una cantidad ingente de nuevas normas y de capotear una no menos importante cantidad de prohibiciones. Algunas positivas, otras negativas y muchas de ellas tan descabelladas y absurdas que le hacen pensar a uno que quienes las discurren no conocen el ámbito al que van dirigidas. Las últimas lo corroboran: exclusión de ayudas a personas sin conocimientos, todas las gestiones con la administración serán telemáticas, cuadernos de campo digitales donde obligatoriamente ha de apuntarse hasta la ubicación de una vaca en cada momento, fotografías georeferenciadas de todas las fincas o nuevas normas que ahondan en la dificultad para comprenderlas y aplicarlas. Y, lo peor, una ingerencia cada vez mayor en nuestras tierras, en nuestros animales y en nuestra forma de vida.
No saben y lo peor es que su ego, la presión de ciertos grupos autodenominados ecologistas y animalistas y una mezcla de complejo y desidia de nuestros sindicatos, facilita que quienes tienen la responsabilidad de gobernarnos nos tengan sometidos a una dictadura cada vez más férrea que nos axfisia por momentos. Si fuese la nuestra una especie animal “guay” tipo lobo asesino de ovejas o jabalíes de los que provocan no menos de 25 accidentes semanales, gozaríamos de protección por parte de los ecologistas. Si fuese la nuestra una actividad rentable desde el punto de vista de los votos, sin ninguna duda, también. Pero no. Somos pocos, cada vez menos. Somos, con una media de edad altísima (edad idónea para hacer fotos georreferenciadas o rellenar cuadernos digitales, etc) y prácticamente sin relevo generacional, una especie en extinción.
Aún así, somos quienes hacemos posible que los campos luzcan verde durante 8 meses al año (luego si no nos lo prohíben nos gusta cosecharlos ). Somos los que provocamos que los árboles y cepas florezcan en primavera. Somos los que cuidamos y mimamos a los animales que luego alimentan a la población. Somos los que atendemos sus partos, pisamos sus mierdas y les limpiamos la cama. Los que trabajamos sábados y domingos si hace falta. Somos los que si nos dejaran hacerlo, en invierno, eliminaríamos cantidad de combustible susceptible de arder en verano. Somos los que aconsejamos a quienes tienen la responsabilidad que limpien los cauces de los ríos en verano para evitar desgracias en invierno. Somos los que rechazamos ayudas difíciles de gestionar y dirigidas a producir menos, en un mundo con 8000 millones de bocas deseando comer. Preferimos producir y vender nuestro productos de calidad a un precio justo sin tener que competir en desigualdad de condiciones. Somos los que no cargamos a la sociedad con jubilaciones absurdas.Nosotros siempre a los 65 años. Somos los que para triunfar en la vida no necesitamos abandonar nuestros pueblos y a nuestros mayores. Somos los que producimos lo que todo el mundo necesita: alimentos. Somos los que, como dijo Cicerón, practicamos la profesión del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre. Yo no pido a quienes nos gobiernan que se nos respete,el respeto nos lo ganamos nosotros solos. Sí me gustaria prohibirles prohibir.
Dejen en paz a nuestros animales, a nuestras tierras, y a nosotros mismos y cuando tengan que legislar que sea con nosotros y no en nuestra contra. Tengan claro que si la dependencia energética es peligrosa, la dependencia alimentaria en un mundo tan complicado puede ser letal. Muchas siglos han pasado nuestros antepasados sin luz ni calefacción, pero ni una semana sin comer. Piensen que en la universidad se adquieren conocimientos pero no sabiduría.
Salvador Moreno Ruiz, agricultor de Sartaguda.