Pamplona, a pie de calle
Una antigua farmacia de estilo modernista se traspasa
La cuarta generación de la familia ya no puede atender el establecimiento, diseñado por Julián Arteaga y catalogado

Actualizado el 17/04/2023 a las 15:29
En la esquina de las calles San Saturnino y Ansoleaga estuvo la farmacia más antigua de Pamplona. Un cartel sobre la puerta que lleva a la trastienda da fe de ello. 'Fundada en el año 1845', reza. En estos 178 años el local ha pasado por distintas etapas, la más larga como farmacia de la familia Sánchez Azcona y Sánchez Ostiz. En estos últimos años ha sido herboristería y centro de fisioterapia con la cuarta generación de esta familiar. Ahora el local muestra un cartel de 'Se traspasa' por jubilación y por no poder atender el negocio.
“Las cremas que hacían mi abuelo y mi padre para la dermatitis, psoriasis y otras afecciones de la piel han tenido bastante fama en Pamplona”, relata Rafael Sánchez Ostiz, nieto de Julián Sánchez Azcona e hijo de Miguel Sánchez Ostiz. Julián fue el fundador de la farmacia, en el año 1900. El edificio había sido construido 8 años antes, en 1892. Es obra del arquitecto Julián Arteaga. Se trata de un edificio pentagonal irregular de tres plantas en el que destacan sus balcones forjados y sus ménsulas. Arteaga ensayó algunas soluciones que aplicó después al edificio de la Audiencia (actual Parlamento). “Mis abuelos vivían en el piso de arriba”, comenta Rafael, que es médico geriatra.
Tanto la fachada como el interior de la antigua farmacia están catalogados, con un grado de protección 3. La zona de atención al público es octogonal, con una decoración “ecléctica muy fina en sus detalles: arquillos, molduras de escayola...”, señala la ficha. “Los muebles, las estanterías, todo está igual que hace un siglo. También conservamos muchos albarelos y recipientes antiguos. Es como un pequeño museo”, comenta Rafael Sánchez Ostiz.
En 1975, la licencia de farmacia pasó a un local situado en frente, en el número 12, donde destaca el mural de Diana cazadora en la fachada del edificio. El local del número 1 se convirtió en el centro de podología, nutrición y fisioterapia Diezmilpasos. Pablo y Covadonga Sánchez Ostiz, de la cuarta generación, han estado en el negocio, con una dependienta que se jubiló recientemente. “Venían muchos peregrinos a darse masajes”, comenta Rafael, que se muestra “muy agradecido a tantos clientes y pacientes habituales en estos años”.