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Jornada sobre el duelo

Arantza Mendióroz, afectada por la muerte de un hijo y su marido: "Ver sufrir a alguien es mucho peor que la despedida"

Diario de Navarra y BrandOk Business Events, junto al Tanatorio San Alberto de Pamplona, organizaron ayer la mesa redonda ‘Más allá del duelo: el recuerdo’ para abordar junto a profesionales cómo es el proceso de pérdida de un ser querido

Ampliar Arantza Mendióroz durante su intervención en la mesa 'Más allá del duelo: el recuerdo'.
Arantza Mendióroz durante su intervención en la mesa 'Más allá del duelo: el recuerdo' Jesús Caso
Publicado el 28/01/2023 a las 06:00
“El momento de la despedida es terrible. También el deterioro físico es muy duro. Eso es lo peor de todo. Ver sufrir a alguien es mucho peor que la despedida. Casi necesitas que pase para que deje de sufrir”, contaba Arantza Mendióroz. En 2008, su hijo Josu fue diagnosticado de cáncer de huesos y falleció en 2013 antes de cumplir los 22 años. Seis años después, en 2019, perdió a su marido, Jokin, por un infarto. Arantza Mendióroz tiene otro hijo, Xabier, mellizo de Josu. Es cardiólogo y trabaja en Bilbao. Ella tiene ahora 64 años y ha trabajado como fisioterapeuta hasta su reciente prejubilación. Ella ha sido quien ha puesto nombres y apellidos al duelo en la mesa redonda celebrada ayer en Diario de Navarra 'Más allá del duelo: el recuerdo'. Un evento organizado por Diario de Navarra y BrandOk Business Events y patrocinado por el Tanatorio San Alberto de Pamplona.
Para Arantza Mendióroz el duelo no comienza en la despedida, sino “muchísimo antes”. En su caso, fue a partir del momento del diagnóstico de su hijo cuando fue “aprendiendo a gestionar muchísimas cosas”. Matizaba durante su intervención que hay ocasiones en las que “la propia persona que sufre la enfermedad facilita el proceso”.
Cuenta que Josu, con 17 años en el momento del diagnóstico, no quiso aislarse. “Él quiso seguir estudiando, hacer su vida. Terminó segundo de Bachiller, hizo selectividad y comenzó Magisterio. En el proceso del tratamiento iba a quimioterapia, salía, entrenaba a un equipo de fútbol de chicas... Era muy vital”, recordaba su madre.
“El proceso de la enfermedad fue horrible, pero él estaba bien anímicamente. Sus amigos estaban siempre a su alrededor. Verle así nos ayudó mucho, respondía bien ante la vida”, rememoraba.
EL SENTIMIENTO DE CULPA
Arantza Mendióroz contó que hay ocasiones que, cuando llega la despedida, se siente casi como una liberación”. Añadía: “No por tu parte, sino por la suya. Porque lo que no quieres realmente es que esa persona siga sufriendo”, matizaba. Sin embargo, rememoraba cómo su entorno familiar, su marido y su hijo Xabier “estuvieron ahí en todo momento”. Pero no fue hasta que pasó un año —“porque el tiempo hace que las cosas no se vivan de la misma manera”— que necesitó ayuda profesional
“Me vino muy bien porque me ayudó a posicionar las cosas. Te invade un sentimiento de culpa y no sabes cómo gestionar esas sensaciones que aparecen conforme el tiempo va pasando y los sentimientos afloran. Tu cabeza, en ocasiones, no te lleva por los sitios adecuados. Tuve ayuda individual de los psicólogos del Hospital San Juan de Dios de Pamplona y luego acudí a terapia de grupo”, afirmaba.
Lucía Villar, psicóloga del Teléfono de la Esperanza especializada en duelo, resaltaba ese “sentimiento de culpa” aparece en “casi todos los duelos”. Concretaba: “Se siente culpa por una enfermedad, por el ‘no estuve en el momento’, ‘no le alivié en el momento’, ‘tenía que haber intentado otra cosa más’, ‘le dije algo que no debería haber dicho’...”.
SIN CAPACIDAD DE RESPUESTA
“Ante una enfermedad hay un diagnóstico y un recorrido. Pero con la muerte de mi marido no. Fue de repente y, bajo mi experiencia, fue algo que me noqueó y bloqueó”. Llevaban 37 años juntos, y en esta ocasión no necesitó acompañamiento psicológico. “Utilicé los recursos que me habían dado para salir, tuve que gestionar más la soledad que el duelo, que son cosas totalmente distintas”, aclaraba.
Arantza Mendióroz quiso terminar con un mensaje de esperaza. “Hay que seguir viviendo, y hay que aceptar las cosas que no puedes cambiar. Es lo que nos toca, seguir viviendo”, terminaba.
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