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Ola de incendios

Impotencia en Artazu y Echarren de Guirguillano

Los vecinos de Artazu regresaron este lunes a sus casas tras ser evacuados el domingo por la noche. Pero sienten que todo esto aún no ha terminado

Ampliar Leire Galdeano era una niña de 9 años cuando vio arder por primera vez los alrededores de Artazu, su pueblo. En la imagen, ayer a las 13 horas
Leire Galdeano era una niña de 9 años cuando vio arder por primera vez los alrededores de Artazu, su pueblo. En la imagen, este lunes a las 13 horasIván Benítez
Actualizado el 21/06/2022 a las 12:05
"Creo que tenía nueve años cuando vi arder todo esto por primera vez. Estaba con mi padre, subimos al mirador de la fuente y desde allí vimos cómo el fuego lo quemaba. Lo mismo que ahora”. Leire Galdeano tiene 36 años y los recuerdos les sobrevienen en la misma carretera NA-7140 que asciende hasta Guirguillano. Sentada junto a un par de amigos, Natasha Cenoz y Bren Medeiros, conversan sobre lo vivido y lo que les espera. Ante ellos, una columna de humo “eterna”, que crece y decrece en la distancia a merced del viento. Los tres se encuentran vigilantes y desfondados -describen-, al igual que el resto del pueblo. Sienten que todo esto no ha terminado.
Natasha vive en el margen de la carretera, cara a cara con el Señorío de Sarría. Y lo que más le gusta hacer al despertar, al menos hasta el viernes, era salir a la ventana, respirar, hacer una fotografía y escuchar el revoloteo de la naturaleza. Hoy, desde esa ventana huele diferente y el paisaje ha cambiado. Eso sí, se escuchan los pájaros y la mayoría de las viñas, algunas muy antiguas, han resistido la embestida de las llamas y siguen vistiéndose de verde, pero el resto... “Todo lo que se repobló hace 26 años ha ardido como una tea. Habrá que hacer un llamamiento para que entre todos repoblemos Navarra de árboles, como hacíamos en el colegio”, sugiere Medeiros. “Estamos desencajados desde el sábado”.
Poco a poco, los vecinos de Artazu van regresando este lunes por la mañana a sus casas después de que fuesen evacuados el domingo a las diez de la noche. Sobre la baranda que mira al río Arga y al Señorío de Sarria también se apoya la inquietud de los más mayores. “Aquí estamos, esperando que se reavive...”, comentan. “Con este bochorno y el viento el fuego sigue si apagar, no lo han rematado, y en cualquier momento...”. Resignación y rabia. “Nos evacuaron a gritos, dándonos mensajes contradictorios desde la mañana”, interviene una vecina. Aparecen Amara Carvajal y su pareja, Roberto Arias, ambos profesores de una escuela de yoga en Artazu. “Dentro de este desastre, las piezas próximas al pueblo se han salvado”, asienten, acercándose hasta los límites marcados por el fuego para recoger el material de extinción que tuvieron que dejar antes de abandonar el pueblo.
Amara Carvajal y Roberto Arias, profesores de yoga en Artazu, recogen material de extinción usado el domingo
Amara Carvajal y Roberto Arias, profesores de yoga en Artazu, recogen material de extinción usado el domingoiván benítez
A lo largo del domingo varios focos activos en Arguiñariz mantuvieron en tensión la zona. De allí, al cambiar el viento, las llamaradas retrocedieron, tal y como preveían que podía ocurrir, hasta un pinar, y descendió desde Guirguillano con violencia por la orilla del Arga. Ante la falta de efectivos, los vecinos se pertrecharon con ramas, mangueras y mochilas sulfatadoras, y esperaron. Llegaron efectivos de la UME y bomberos. Abrieron cortafuegos. Pero saltó hasta las piscinas. Y cada vez estaba más cerca del núcleo urbano. Dos hidroaviones que trabajaban sobre Astráin sobrevolaron repentinamente sus cabezas. Seguidos. Eran las nueve y media de la noche. “Estábamos muy preocupados, llevábamos dos días sin parar, sin dormir”. Los testimonios se encadenan. “Y sientes tanta impotencia”, recupera el pulso de la conversación Leire Galdeano. “Te tienes que marchar de tu casa, tu pueblo, y no sabes cómo lo vas a encontrar a regresar”. Han transcurrido 48 horas sin tregua. “Y estamos fundidos”, interviene una amiga de Leire. En tensión. Pendientes en todo momento del comportamiento del viento, que moldea el fuego a su antojo. La columna de humo crece y decrece. “Si el viento cambia a las ocho, vendrá de nuevo hacia aquí. Y esta vez nos estrangulará desde el oeste y saltará hacia el pantano de Alloz”. Impotencia es la expresión más repetida por los vecinos, voluntarios, y hombres y mujeres del operativo de extinción. También resaltan la falta de efectivos. “Nos lo ha dejado claro la policía”, aseguran. Aparece un bombero. Saca un móvil y hace un barrido por toda la vaguada. 
“Todo esto está apagado pero no puedo confirmar que esto no vaya a reavivarse. La situación es muy cambiante”. Tres trabajadores del Guarderío Medioambiental almuerzan en la plaza del pueblo. Resumen la situación con una palabra: “Latente”. Y avisan: “Si no rematas los fuegos pueden volver a aparecer el fuego del interior en cualquier momento”. Leire quiere visitar la zona en moto. Se acerca hasta el mirador de Echarren. Desde allí se ve a las 14 horas un helicóptero del Gobierno de Navarra cargado con agua. Arde con fuerza Arzoz. La vecina de Artazu no duda en tocar en el suelo la ceniza. “Esta aún caliente. Yo creo que todo esto aún no ha terminado”.
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