EL RINCÓN DE LOS EXPERTOS
¡Más tripa y menos vida!
La pandemia y el sedentarismo ha hecho que la población haya cogido algunos kilos en los últimos meses

Actualizado el 04/02/2021 a las 17:50
Un estudio realizado por la empresa Ipsos en el que se entrevistó a 22.008 adultos de 30 países de todo el planeta entre el 23 de octubre y el 6 de noviembre del pasado año revela que casi un tercio de los entrevistados engordaron durante la pandemia y la media entre quienes ganaron peso fue de 6,1 kilos. México y Arabia Saudí ocuparon los primeros lugares del ranking. Respecto a los españoles, un 38% afirmaron haber engordado y entre éstos la media fue de 5,7 kilos desde el inicio de la pandemia hasta la fecha del estudio (siete meses aproximadamente). Las razones las sabemos todos. A ello se han de sumar los kilos incrementados tras las fechas navideñas, lo que resulta una auténtica barbaridad.
A la espera de certificar si saldremos más fuertes, más solidarios o más altruistas tras la pandemia lo que sí sabemos es que saldremos más gordos. La limitación de movimiento por las medidas anticovid, la afición por la repostería, el mayor consumo de refrescos, la suma de alguna que otra copita y el hambre emocional que nos empuja a buscar en los dulces y en la comida basura cierto alivio nos han ayudado a alcanzar máximos históricos sobre la báscula. Ante la situación tan delicada que nos toca vivir, en muchos es complicado mantener un estado energético que incite a practicar ejercicio, comer mejor y vivir con optimismo, puesto que existe un agotamiento mental generalizado.
Las medidas tomadas hasta ahora, “más o menos acertadas”, han provocado angustia, incertidumbre, caos económico y un abandono (en parte importante de la población) de ciertos hábitos que eran rutinarios y que favorecían un mejor estado de forma, salud mental y un peso más controlado. ¡Es lo que hay! Muchos son quienes han afianzado hábitos menos saludables en su nuevo estilo de vida.
La adicción a la mensajería móvil, el abuso de los juegos online, el picoteo constante fruto del aburrimiento, una menor práctica deportiva por escasez de competiciones en edades jóvenes y restricciones en instalaciones deportivas, la caída en recursos económicos que incita a una peor alimentación, el uso crónico de mascarillas (que muchos utilizan incluso en sus casas), han pasado factura, provocando, entre otras cosas, una bajada en el estado de forma, peor salud mental y un incremento de peso localizado principalmente a nivel central. ¡Más tripa y menos vida!, entre otras cosas, es lo que nos va dejando esta pandemia.
Existe un miedo excesivo ante las consecuencias de infectarse por este fatídico virus, que a unos mata, en otros deja secuelas permanentes, en otros provoca pérdida temporal de olfato y gusto, a otros les provoca angustia y miedo ante la posibilidad de contagio y otros ni se enteran del asunto.
Los problemas mentales (ante tanta restricción, mascarilla permanente, aburrimiento, noticia monotemática negativa, enclaustramiento, pérdida económica familiar) que ha generado esta pandemia en los más jóvenes son enormes (falta de concentración, angustia, irritabilidad, depresión, desconfianza, rechazo hacia los demás, soledad, sentimiento de culpa, desnutrición por deficiencia en nutrientes esenciales, estrés, miedo a estar enfermo) y es que les hemos privado de tanto que muchos están hoy desorientados. Ya ni salen a jugar a los parques con lo que sólo les queda jugar y entretenerse con los adelantos informáticos, sentados y, a ser posible, sin salir de casa, potenciando un picoteo de productos y un sedentarismo cuyas consecuencias ya son visibles. Y el exceso de grasa es un buen aliado para este virus. A más grasa peor pronóstico y con las medidas tomadas hasta ahora, de forma indirecta, es lo que estamos favoreciendo. Abandonar hábitos saludables, alimentar el estrés y la falta de movimiento provocan un entorno fisiológico que favorece que el ataque de este virus sea más letal. La obesidad y el estrés agravan el pronóstico de coronavirus en los adolescentes.
Decirles que las mascarillas no influyen en una correcta oxigenación es descolocarles más (otra cosa es decirles que su uso es necesario cuando hay proximidad con otros), cuando uno sólo tiene que bajárselas y respirar a pleno pulmón para notar la diferencia. No son necesarios estudios científicos en revistas internacionales de primer impacto que confirmen lo contrario, como no hacen falta estudios que demuestren que 100 calorías a base de alcachofas influyen en el incremento de peso de forma diferente que 100 calorías a base de churros. Y decirle a una persona mayor que el uso de mascarilla es obligado en todo momento, incluso cuando paseas sólo por el monte, la calle, el parque, o subes andando las escaleras ya que así te protegen de los virus del entorno, cuando una parte importante de esta población de elevado rango de edad se marea y pierde el equilibrio con el uso crónico, con el riesgo que eso conlleva, por lo que terminan decidiendo salir menos de casa, limitando el movimiento por miedo a caerse, tener una fractura y volverse totalmente dependientes.
Aumento de la tasa de desempleo juvenil, menor interrelación social, sensación de soledad por falta de contacto, hastío y más trastornos depresivos es lo que deja la pandemia entre parte importante de nuestra juventud.
Expertos a nivel mundial refuerzan el mensaje de que ahora, más que nunca, es necesario regular el peso e incorporar hábitos saludables como herramienta principal para afrontar este nuevo año. Se sabe que las personas con exceso de kilos son más vulnerables a la Covid-19. Los kilos de más pueden llegar a triplicar la tasa de mortalidad por la Covid-19. Cuanto mayor es el exceso de peso de una persona, mayor posibilidad tiene de padecer complicaciones severas durante la enfermedad originada por este virus.
Un metanálisis publicado en Obesity Reviews, que tuvo en cuenta más de 75 publicaciones de todo el mundo, revela que las personas con sobrepeso tienen un 44% más de probabilidades de contagiarse. Esta cifra se duplicaba en el caso de las personas con obesidad. Esta relación (obesidad y coronavirus) además tiene consecuencias negativas para el sistema inmunológico. Una persona con sobrepeso acumula un exceso de grasa y un estado inflamatorio que provoca que su sistema inmunológico sea más vulnerable ante las infecciones. En líneas generales, unos hábitos saludables pueden actuar como barrera de defensa.
La mejor estrategia ahora, mientras las vacunas contra la Covid-19 van llegando a toda la población (cuya seguridad a largo plazo se desconoce), es la prevención y la disminución de factores de riesgo para reducir la inflamación asociada al exceso de peso. Ejercicio frecuente, buena alimentación, más contacto con la Naturaleza, cumplimiento con sentido común de las medidas pactadas, gestión del estrés, control del peso y alejarse de la negatividad, son las mejores herramientas que tenemos para fortalecer la cada vez más debilitada inmunidad y nuestra salud mental.
Un cambio de hábitos es el mejor camino y ¡menos tripa y más calidad de vida! será el resultado final.
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