"Acabar de frente con la guerra"
"El apoyo económico y militar a Ucrania, lejos de suponer un riesgo de conflagración
mundial, es la vía para impedirla"
Las arengas de Putin y la persistencia de los ataques rusos contra la población civil ucraniana y sus infraestructuras básicas al cumplirse hoy un año de la invasión permiten concluir que el Kremlin pretende sacudirse la frustración por no haber logrado ni de lejos los objetivos bélicos y geopolíticos que pretendía incrementando la militarización de la sociedad y la economía rusas. La narrativa que ha empleado estos días el autócrata al imputar todas las culpas a Occidente para que sus connacionales se sientan víctimas de una injusticia histórica de la que la propia existencia de Ucrania representaría un oprobio no tiene fácil vuelta atrás. Al dejar de hablar de paz y de negociaciones para alcanzarla, al distanciarse en términos equívocos del acuerdo Start sobre control de armas nucleares, Rusia pretende imponerse como una potencia dispuesta a sacrificar el bienestar y hasta la vida de sus ciudadanos con tal de aparentar ser lo que no es en el mundo global mediante una coacción sin límites que emplea la guerra desatada contra Ucrania para desafiar a Europa y a todos los países democráticos. La posibilidad de que la guerra se cronifique ofrece una vertiente aún más peligrosa si su perpetuación agrava conflictos armados actuales u otros latentes de los que la violencia no se haya adueñado del todo. La implicación creciente de los países democráticos en salir al paso de las pretensiones del Kremlin no supone, como Moscú intenta falsear y argumentan algunos grupos políticos en la Europa occidental, un riesgo de conflagración. Todo lo contrario: responde a la urgente necesidad de atajar precisamente ese peligro impidiendo que Putin se salga con la suya para hacerse valer sobre estados fallidos o regímenes autoritarios del resto del mundo. La visita de Pedro Sánchez a Kiev comprometiendo más ayuda económica y militar, representa el sentir de la inmensa mayoría de los españoles que no comulga ni con la ingenuidad ni con una equidistancia inevitablemente cómplice.