"Tener en regla el abono de los toros es una manera de estar en el mundo, un ancla a la felicidad en las peores marejadas"
A eso de las cuatro de la tarde se cayó la red de la renovación de abonos de la Feria del Toro y a la gente casi se le para el corazón. Hay cosas con las que no se juega. Si se cae el sistema del abono a las cuatro de la tarde se podría pensar que a las seis de la tarde ya funcionaría como de hecho ocurrió, pero también nos dijeron que solo eran cuatro casos de gripe en China y nos hemos tirado tres años sin sanfermines. Poca broma. En casa, Elena ha tardado cuatro minutos en encontrar los papeles para la renovación y han sido como cuatro minutos debajo del agua. Hay un momento de la vida en el que uno sabe que le puede faltar cualquier cosa, pero que el cinco estará sentado en la piedra con Elena y los niños y que el seis llegará a la plaza a celebrar su cumpleaños un tanto vuelta al aire, que verá a Etxebe y a los demás y que el 14 se irá con el corazón derrengado de tanto vivir. Tener en regla el abono de los toros es una manera de estar en el mundo, un ancla a la felicidad en las peores marejadas. Cuenta la leyenda que cuando se voló la tapa de los sesos en el porche de su rancho en Idaho, Ernest Hemingway tenía las entradas para Pamplona en la mesilla del hotel La Perla, lo que demuestra que uno puede quitarse de vivir, pero no del abono de los toros. Para el sanferminero de la Monumental, el abono es un pasaporte a la fiesta, las escrituras del piso y la partida de nacimiento todo a la vez. El sanferminero -sobre todo el foráneo- es un tipo de natural festivo y despreocupado con una visión generalmente universalista del mundo que lo mismo podría vivir en Tahití que en Tudela, que hace descansar su vida en conceptos etéreos como la amistad o el amor. En general, no le da mucha importancia a las cuestiones geográficas o materiales y sin embargo liga su felicidad a asegurarse un asiento de cemento de cincuenta centímetros de ancho diez tardes de julio y hay días como hoy en que eso le parece más que suficiente.
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