No hay descanso, salvo horas libres arrebatadas a la rutina ordenada de la tarde, en la agenda semanal de Javier Iráizoz Ibarrola. Aprendiz y descendiente en el oficio de ganadero de sus padres, Lorentxo e Isabel, cuida del orden de 250 cabezas de vacas de raza pirenaica repartidas entre Zolina y un cebadero de Azoz. Aunque sea algo más llevadero que el trabajo en el sector de vacuno de leche, donde el reloj del día está marcado por las horas de ordeño, la dinámica es común en el de carne “los siete días de la semana”. Hay “esfuerzo” -dice- en la tarea, que aprendió de joven con una mirada puesta en el ejemplo de sus padres y que confirmó hace un par de años cuando engrosó en la nómina de jóvenes ganaderos de Navarra. A sus 30 años de edad, su jornada arranca a las siete de la mañana en la finca de Zolina, donde repasa el estado de las vacas nodrizas por si alguna de ellas está de parto y por asegurar su mantenimiento, con la reposición de las camas de hierba. En invierno, las nodrizas alternan con sus terneros entre la estabulación y el exterior en un modelo mixto que se decanta por la primera en días de precipitaciones. A media mañana, continúa su labor en el cebadero de Azoz, donde hay 150 terneros en un período de seis o siete meses de engorde. Por la tarde, realiza el recorrido pero a la inversa.
“¿Cuánto cuesta criar un ternero?”, atiende por interpelación. “En los seis o siete meses de engorde consume entre 600 y 700 euros”. “Ahora -introduce una aclaración- un poco más con la subida del precio del pienso”.
La ganadería, como tantos otros sectores de la economía, ha sufrido los efectos del encarecimiento de la energía. “Si antes una tonelada de pienso costaba 280 euros, ahora estará sobre los 340”. Cuando se completa el ciclo de crecimiento, el animal es conducido a matadero, en este caso bajo la denominación de Ternera de Navarra.
Es en ese momento donde se puede estimar el rendimiento entre el esfuerzo realizado durante un año y el precio de venta por cabeza. “Por los machos se pagan 4 euros el kilo; y por las hembras, 4,5”. El peso de los primeros oscila entre los 350 y 360. Las segundas alcanzan en la báscula los 280.
Resuelta la operación matemática surge una nueva cuestión: “¿Se puede vivir de ganadero?”. “Justo, justo. Yo me incorporé hace dos años como joven ganadero y recibí ayudas. No tengo cargas familiares pero para una persona, que tenga que pagar una hipoteca y con cargas familiares, lo veo complicado”.
La realidad sobre el terreno se impone a reflexiones en los despachos. También en el modelo extensivo, que explota el joven ganadero pamplonés, cuenta el número de cabezas. “Con 30 o 40 vacas no haces nada hoy día. Te obligan a ir a un número mayor” para obtener rédito.
LA CLAVE, SOSTENIBILIDAD
Admite que su idea es “ser lo más sostenible” posible. En primavera y verano, su ganado pasta en el campo. Ahora bien, “para que la vaca dé beneficio” es preciso una combinación con el sistema intensivo: “Darle de comer y comer”.
Ambos -extensivos e intensivos “son compatibles. La sociedad quiere comer carne y a buen precio. Si la sociedad reclama carne a buen precio, no hay otra manera. Un ternero comiendo solo en el campo no hace carne. No tiene rentabilidad”.
En un ejercicio imaginario, Javier Iráizoz “sería más feliz teniendo 40 vacas y todo el terreno necesario alrededor de la finca”. En este momento de su reflexión incorpora un matiz para comprender la actividad ganadera extensiva, vinculada necesariamente a la disponibilidad de terreno. “Con la PAC, te obligan a eso prácticamente. Antes, las ayudas estaban asociadas al número de cabezas de ganado. Ahora está en función de la extensión de tierra”. Es por ello que a mayor número de vacas se requiera de más superficie en una dinámica no exenta de trabas y gestiones para alquilar parcelas y aspirar a comunales.
Acostumbra el ganadero pamplonés a abastecer el
restaurante Lorentxo, que gestiona su padre en
Olave.
Consumo kilómetro cero.
EN FRASES
Javier Iráizoz, ganadero de raza pirenaica: “Si la sociedad reclama carne a buen precio no queda otra que recurrir al modelo intensivo”