Una tafallesa, entre jotas, auroras y familia

El sacerdote jesuita y folclorista Valeriano Ordóñez la bautizó como “La voz de plata de Tafalla”, aunque ella apostilla que con su compañero Jesús Valencia llegó a ganar en alguna de las categorías de lo que hoy es Campeón de Campeones, el concurso que organizaban anualmente Los Amigos del Arte. Fue hace más de seis décadas. Cuando no había cumplido los 20 años y recorrió diferentes escenarios y ciudades con música popular, jotas o mejicanas, y ligera. Una voz “brava”, herencia de los Margain en parte, que conservó hasta que una bacteria atacó su garganta pero que todavía pone a prueba en el coro Valle de Elorz, a punto de cumplir 25 años de historia y en la que la más veterana del grupo pone la voz principal en alguna ocasión. “Tenía buena voz, como mi padre y mi madre también. No fui a ninguna escuela de jotas. La cantaban en las calles, en las tabernas, al volver del campo. Y así empecé yo. Me gustaba. Y también improvisar letras”, rememora. La afición siguió, aunque la vida le llevó por el camino de la familia. El papel de esposa, madre y trabajadora. Las jotas quedaron para las reuniones familiares y de amigos. Para celebraciones en el campo, en la playa o en torno a la mesa. Fue allí donde surgió la idea de la aurora a San Miguel que desde hace décadas se canta en Noáin. “Éramos una cuadrilla muy grande, procedentes de diferentes pueblos. En muchos se cantaba la aurora al patrón, pero aquí no. Y aprovechando la melodía de Añorbe, el pueblo de Pili Huarte, preparamos una letra. La compusimos entre todos, poniendo de aquí y de allá. Salimos a cantarla, con Luis Armendáriz a la guitarra, Julián Arranz con la bandurria. Mi marido, que tenía una estenosis, con una silla a cuestas para cantar sentado. Salieron hasta las monjas. El carnicero Javier Martínez nos servía pastas en su casa y con los años contrataba un acordeonista y pagaba el almuerzo. Era algo muy bonito y sigue todavía”. Lo recuerda con una mezcla de nostalgia por los que ya no están y de cariño por lo vivido. Y lo contarán este sábado en Noáin (12.30 horas en la casa de Cultura), en una suerte de homenaje que han preparado las hermanas Leache. Joteras y maestras de joteros que recientemente conocieron su historia y la quieren transmitir a sus convecinos. Tomasa asistirá junto a su familia, con hijos, nueras y nietos que puedan acompañarla. Llegará casi convaleciente de una gripe que le ha mermado fuerzas y la llevó al hospital nueve días, enfermedad que, sin embargo, no ha afectado a su temperamento. Ese que le ha permitido con los 83 años cumplidos seguir acudiendo a gimnasia, caminar 4,5 kilómetros por las inmediaciones de su casa en Noáin o ensayar con el coro del Valle de Elorz. Cuenta Tomasa Liberal que con 13 años dejó la escuela y empezó a trabajar. Casi le falsearon el carné para entrar en la fábrica de calzado de Tafalla. A un tiempo empezó a cantar y a deleitar con su voz y sus actuaciones. Antes acudió al colegio de las Hijas de la Cruz. “Lo justo, porque había que pagar. Y eso que le decían a mi madre que me llevara a la escuela”. Eran los tiempos del dúo infantil con su vecina Maribel Ribada. Luego llegaría el que formó con Jesús Valencia. Fueron años de actuaciones en Pamplona en la Sanpedrada, en las citas prefiestas de Tafalla en el teatro Olimpia, del Variedades tafallesas en los años 50... Una carrera que cortó cuando se casó con José Manuel Garalda. El amor de su vida que aún llora cuando no se han cumplido tres años de su ausencia. 27 años él y 20 ella. Trabajaba en una aseguradora hasta que con 45 años entró como conserje en Diario de Navarra. La familia vivió una década en Cordovilla, en las instalaciones del periódico que dejaron en tiempos difíciles. Recalaron en Noáin donde tenían su piso. Trabajó en Mepamsa nueve años. Años después de la jubilación de su marido le tocó cuidarlo. “Volví a una fábrica porque soy así. Y porque había cuatro hijos que alimentar y vestir. Y no era como ahora. Todo costaba más”, resume las circunstancias de aquellos años. Cuatro hijos que son su orgullo junto a sus hijos, nueras y nietos. “Los domingos son para la abuela me dicen. Antes venían a comer, ahora a merendar. Antes para estar con los abuelos y ahora conmigo. Es mi vida. Mi familia”.

Una tafallesa, entre jotas, auroras y familia

Tomasa Liberal Lecumberri aprendió a cantar jotas al escucharlas en Tafalla, donde nació. Puso letras en algunos homenajes y a la aurora a San Miguel que interpretan en su Noáin de adopción

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