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Educación 

La jota que une

Música para demostrar que todo es susceptible de mejora. Alumnos de los colegios Camino de Santiago y Andrés Muñoz (educación especial) bailan unidos gracias a un proyecto conjunto

Ampliar Juntos, los estudiantes de ambos colegios bailaron la jota.
Juntos, los estudiantes de ambos colegios bailaron la jota.EDUARDO BUXENS
Publicado el 16/03/2023 a las 06:00
Es el compás de los vals y, en general, de múltiples estilos de danza popular. Desde el famoso Danubio Azul de Strauss a la tradicional jota Pilindros de Tafalla, base de sus fiestas de agosto y por San Sebastián (20 de enero), ambas están creadas en 3/4. 
Música que traspasa fronteras y que, de una u otra manera, es capaz de difuminar esas posibles diferencias que las barreras físicas y mentales crean en nuestro día a día. Gracias a un proyecto de Aprendizaje y Servicio puesto en marcha por el profesor Iosu Sevillano García, docente en el colegio público Camino de Santiago de Zizur Mayor, las dificultades quedan de lado.
Todo arranca con la materia habitual a sus alumnos de tercero de Primaria. Un contenido curricular que Iosu quiso sacar del aula. “Hemos estado un par de meses trabajando el tema y, una vez interiorizado el aprendizaje, les traté de enseñar a ser profesores”, rememora el docente. ¿El motivo? Trasladar sus conocimientos a otros estudiantes.
En este caso, el proyecto consistía en desplazarse durante cuatro días hasta el colegio público de educación especial Andrés Muñoz Garde, situado en el barrio de Iturrama, para ir compartiendo materia y “mucho cariño”. Una experiencia que, afirman los protagonistas, ha sumado en las dos direcciones. 
Alumnos en silla de ruedas, con alguna minusvalía o daño cerebral que quedó completamente en segundo plano en cuanto los primeros acordes hicieron aparición. “La música une, hay que sentirla, compartirla, sino no tiene mucho sentido”, valora Iosu, quien también admite haber tenido que readaptar la programación a las necesidades de los estudiantes del colegio pamplonés.
Una iniciativa que ayer culminó en el colegio de Zizur, donde todos los menores, juntos, reflexionaron sobre lo acontecido estos días atrás antes de lanzarse a interpretar y bailar la jota que tanto había ensayado. “Sin la disposición de todos, profesores, familias... esto no hubiera sido posible”, agradecía Iosu, para quien poder repetir la vivencia en años sucesivos será muy beneficioso. Y mientras un 3/4 suena, las sonrisas siguen creciendo.
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