Festividad
La procesión del Corpus Christi vuelve a las calles de Pamplona
La procesión del Corpus Christi alrededor del Casco Antiguo recogió a una multitud de personas que acompañaron al Santísimo por las calles

- Micaela Barriga Arbulú
Después de dos años de espera, las calles de Pamplona han vuelto a estar engalanadas de pendones en sus balcones para celebrar el Corpus Christi. En los últimos dos años, esta festividad se llevó a cabo dentro de las instancias de la Catedral de Santa María la Real. Ayer las puertas de la catedral se abrieron y con un día de sol, cientos de personas se congregaron para ver al Santísimo volver a recorrer las calles de su ciudad.
El evento empezó con una misa solemne a las 11.00 presidida por el arzobispo Francisco Pérez González. Niñas y niños se sentaron en las primeras filas y esperaron su turno para recibir la Eucaristía por primera vez. Durante la homilía el arzobispo se dirigió a los niños e hizo referencia a su Primera Comunión como una apertura de sus corazones a un nuevo visitante. Explicó que, de la misma manera, todos debemos abrir nuestro corazón hacia los que sufren. Es por esto que el arzobispado destinó celebrar el Día de Cáritas ese mismo día, como ha sido en años anteriores. Para finalizar el sermón, dedicó la misa también a Ucrania al igual que a las personas que están sufriendo en los incendios que rodean a la Comunidad Foral en los últimos días.
Con las campanadas de las 12.00, la custodia empezó su ruta acompañado de los estandartes de algunas hermandades, los niños de la Primera Comunión e incluso el alcalde de Pamplona Enrique Maya Miranda que se unió a la procesión. El primer altar por el que pasaron se encontraba en la Iglesia de San Saturnino donde se expuso una imagen del santo. El segundo altar estaba situado frente a la Iglesia de San Lorenzo pero, para sorpresa de todos, en el altar no se encontraba la imagen de San Fermín dado que estaba en mantenimiento. El tercer y último altar se encontraba en la calle Zapatería, frente a la plaza del Consejo.
Durante la vuelta, los adoquines de las calles se llenaron de hierba cortada que unos encargados esparcían antes de que pasara el cortejo. Desde los balcones, las mujeres arrojaron pétalos de rosa al ver la custodia pasar. Las niñas en sus vestidos blancos recogían los pétalos para volverlos a lanzar al aire y los niños se escabullían entre las personas. Al son de los auroros de Santa María, los presentes cantaron las letras que solo tuvieron la oportunidad de entonar dentro de la catedral hasta el día de ayer.
Para despedir a la custodia en su retorno a la catedral, el arzobispo finalizó diciendo: “Qué bendición es poder pasear por nuestra ciudad al ritmo del Señor”.