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Javieradas 2023

El Año Jubilar de Javier culmina en la misa con una ola de brazos al cielo

El obispo de Vitoria, acompañado de otros 6 prelados y 90 sacerdotes, cubre el vacío dejado por el arzobispo, Francisco Pérez, por estar en Roma 

Ampliar Fotos de la misa de la segunda Javierada 2023.
Fotos de la misa de la segunda Javierada 2023J. C. Cordovilla
Actualizado el 11/03/2023 a las 20:58
La nutrida concurrencia que cubrió la explanada del castillo de Javier dirigió su mirada al cielo a intervalos de la eucaristía de cierre de la segunda Javierada. Una nube, representación de la presencia de Dios en tradición bíblica, descargó una ligera lluvia cuando el obispo de Vitoria, el navarro Juan Carlos Elizalde, inició su homilía. “Hablando de agua”, se permitió una licencia de humor en el arranque de su exposición sobre el pasaje de pozo en Sicar y el encuentro de la samaritana con Jesús. En el altar habilitado a pie del castillo, Elizalde cubrió el vacío dejado por el arzobispo de Pamplona y Tudela, Francisco Pérez, cuya ausencia, sentida por su sustituto, fue excusada por hallarse en Roma en audiencia con el Papa como responsable de las Misiones de la Conferencia Episcopal Española al cumplirse 30 años de la ONG Misión América.
El que fuera prior de la Colegiata de Roncesvalles y hoy titular de la diócesis de Vitoria estuvo acompañado de 6 prelados, -entre los que figuraba, el emérito de Aguarico (Ecuador), hoy residente en Pamplona, Jesús Sádaba- amén de 90 sacerdotes y 8 diáconos. Tuvo la eucaristía un carácter especial por coincidir con el fin de semana de culminación del Año Jubilar de San Francisco Javier, concedido por el Papa con motivo del 400 años de la canonización del patrono de los misioneros y copatrono de Navarra. La Iglesia celebró su elevación a los altares junto a San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Ávila, San Felipe Neri y San Isidro Labrador.
Bajo un cielo ligeramente cubierto, en el que el sol intentaba hacerse un hueco, los prolegómenos de la misa estuvieron aderezados con las escalas recitadas del Vía Crucis que a esa hora avanzaba hacia el castillo de Javier por la carretera de Sangüesa. A su conclusión, con la desembocadura de los fieles participantes, el párroco de San Lorenzo, Javier Leoz, trató de contagiar a los congregados su espíritu animoso con la introducción de cantos, saludos a grupos de asistentes por su comunidad autónoma de origen y el ensayo de lo que denominó “La ola del año jubilar”. Su propuesta, ofrecida para la despedida de la misa, consistía en alzar los brazos al cielo de forma escalonada a modo y semejanza de cada parábola que describe el mar al romper en la costa.
Fue un apunte dentro de una celebración que puso el foco asimismo en la generosidad brindada por los presentes con donativos para ayudar a la misión que Maite Oiartzun, navarra de Akotz (valle de Ultzama), lleva a cabo en Burundi. Perteneciente a la congregación de las Misioneras de Nuestra Señora de África, conocidas también como las hermanas blancas, atiende una maternidad y colabora con proyectos de agricultura.
"LAS RESPUESTAS DEL CORAZÓN"
La celebración discurrió entre ligeros movimientos del aire, que removió las estolas de los sacerdotes y se amplificó por los altavoces en incómodas estridencias. La lluvia obligó a desplegar los paraguas cuando el obispo de Vitoria tomó la palabra y desgranó su homilía tomando como base el Evangelio y el lema de Javier... encuentros que dan vida.
Como dijo, “no cualquier agua puede apagar la sed, como hoy se nos está tratando de convencer por las leyes que estamos aprobando. El náufrago está rodeado de agua y muere de sed. Es una imagen de nuestra cultura, la que estamos pariendo nosotros. No dejéis que manipulen a vuestros niños. No permitáis que confundan a vuestros adolescentes. Que no jueguen con vuestros jóvenes engañándoles. No consintáis que a vuestros ancianos les quiten las ganas de vivir. Nos están vendiendo humo”. Animó a los creyentes a saciar su sed en la fuente de la vida: “Muchos cristianos buscan respuestas muy lejos, y el agua viva está en el centro de la aldea, en el corazón de la Iglesia, en sus sacramentos, en la Palabra, en la comunidad”.

Una campana de 95 kilogramos dedicada a San Francisco Javier

La llamada a la eucaristía se propagó sobre la explanada del castillo de Javier al son de un repique simultáneo de dos campanas, una de ellas dedicada a patrono de los misiones. Supuso su bautizo metálico en la combinación sonora que imprimieron los campaneros de la catedral de Pamplona, Miguel Bañales Leoz y Jesús Mangado Urdániz. Al repique sucedió un volteo. La nueva campana está fundida en el taller artesanal Hermanos Portilla, de Cantabria. Pesa 95 kilogramos. Su boca alcanza los 50 centímetros de diámetro. En su frente aparece la imagen del santo, reproducida en el mural de azulejos de la explanada. En su anverso, la Cruz del Calvario. En su lado izquierdo, el Cristo Sonriente de Javier y en el derecho el símbolo de la Compañía de Jesús. Contiene la leyenda San Francisco Javier, patrono de los misioneros. Predicó el Evangelio desde Javier hasta China. Se completa con la grabación de 1506-1552. Su vida.
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