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Historia y Patrimonio

Descubren dos piezas con inscripciones celtíberas en Viana

Con las dos nuevas, ya se han encontrado nueve téseras en las excavaciones de la ciudad berona de La Custodia

Ampliar Una de las nuevas téseras halladas en La Custodia, con forma de cabeza de carnero.
Una de las nuevas téseras halladas en La Custodia, con forma de cabeza de carnero.JAVIER ARMENDÁRIZ
Publicado el 29/01/2023 a las 06:00
La aparición de dos nuevas téseras celtíberas de hospitalidad pone en valor la importancia del yacimiento de La Custodia, junto a Viana. Con las aparecidas en 2021, ya son nueve las piezas de este tipo que se han encontrado en las excavaciones del poblado berón, una cifra enorme si se tiene en cuenta que en toda la Península se han encontrado poco más de medio centenar de téseras. Las dos nuevas piezas tienen inscripciones hechas con el signario celtibérico oriental, lo que no hace sino constatar que toda esa zona del Valle del Ebro estaba ocupada por pueblos celtíberos, que hablaban y escribían en esa lengua.
Las téseras son piezas con las que los celtíberos documentaban un pacto de hospitalidad, entre ciudades o entre una ciudad y un particular. Aunque tenían formas muy diversas, lo relevante es que podían dividirse en dos partes equivalentes que encajan para completar una forma entera. Cada uno de los firmantes del pacto se llevaba una de esas mitades como prueba del acuerdo. Servía como pasaporte, como prueba de que alguien era beneficiario de la hospitalidad del otro, y de hecho, muchas veces las piezas tenían una argolla o un rebaje para que pudieran colgarlo de un hilo. Muchas de ellas tenían inscripciones, lo que ha convertido en las téseras en uno de los principales documentos en los que estudiar una lengua desaparecida como el celtibérico y su signario. Es el caso delas dos descubiertas en La Custodia.
UNA PIEZA POLIÉDRICA
Javier Armendáriz Martija, arqueólogo y profesor de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología de la UPNA y de la UNED-Pamplona, y el lingüista Javier Velaza Frías firman el artículo que da cuenta de la aparición de estas dos nuevas téseras, publicado recientemente en la revista especializada Paleohispánica, una de las de más prestigio en el mundo de las lenguas prerromanas. Ambas piezas se descubrieron en 2021, en unas fechas no muy lejanas a cuando se dio con la Mano de Irulegi. “De hecho, las restauró la misma persona, Carmen Usúa, y estuvieron juntas en una mesa del Servicio de Patrimonio Histórico”.
La primera de las téseras se encontró en una tierra de labor al norte del cierre del segundo recinto de la ciudad berona. La Custodia, también conocida con el nombre prerromano de Uara y que Tito Livio nombró como Vareia, pudo ocupar más de 14 hectáreas y contar hasta con cinco recintos. Por lo que se sabe, fue una población bien urbanizada, en la que se han reconocido hasta siete anchas calles principales con ‘pasos de peatones’, cortadas por otras menores, configurando manzanas de casas, unas de planta rectangular, un tipo más “indoeuropeo” y otras cuadrangulares y de mayor tamaño, de traza “mediterránea”. Las excavaciones de Armendáriz y su equipo han sacado a a luz las señales de la matanza que puso fin a esta ciudad, en el año 76 antes de Cristo, cuando las tropas del general Sertorio, en el contexto de la guerra civil que mantenía contra Pompeyo, la arrasó a sangre y fuego.
La primera de las dos téseras es de las llamadas poliédricas, una especie de prisma en forma de cruz, que encajaría con la otra mitad de la pieza, de una manera que puede recordar a como lo hacen en la actualidad los enganches macho y hembra de un enchufe. “Es una forma geométrica que se deconstruye, recuerda a Oteiza”, apunta Javier Armendáriz. La pieza, que mide 3,6 centímetros de largo, cuenta con una pequeña argolla en un extremo para que su dueño pudiera colgársela del cuello. En una de sus dos caras aparece un texto de tres líneas, grabado mediante la técnica del punteado, que dice, en signario celtíberico:

memu-

​nos . telkaskum

​kar.

Esta última palabra es bien conocida para los expertos en las lenguas prerromanas. ‘Kar’ es una expresión que se ha encontrado siempre en otras téseras, por lo que los especialistas han deducido que significa precisamente eso: ‘tésera’ u ‘hospitalidad’.Del resto de las palabras, los autores del artículo han encontrado paralelismos en otra pieza clave para el conocimiento de este idioma, el bronce con inscripciones de Botorrita (Zaragoza), que podrían apuntar incluso al lugar donde esa tésera se emitió. La frase viene a significar “Tésera de Memún, de los Telcascos (o de los Telcasgos)”, haciendo referencia a una familia o una tribu.
UN CARNERO
La segunda tésera se encontró en una cata, una pequeña excavación que sacó a la luz la parte trasera de una vivienda, una zona de almacén donde los arqueólogos dieron también con vasos apilados de cerámica celtibérica. Data del año 76 antes de Cristo, ya que se encontraba en el estrato de terreno que la destrucción de Sertorio llenó de carbones, cenizas y adobes quemados.
Es una pieza de bronce con un aspecto completamente diferente a la otra: zoomorfa, tiene la forma de la cabeza de un carnero. Está seccionada longitudinalmente, dejando en un lado el volumen que dibuja la cara del animal y el otro liso, el espacio donde escribir. En algún sitio estará enterrada otra pieza casi igual, su otra mitad que se llevó el otro firmante del pacto.

El hallazgo confirma la autenticidad de otras téseras que se ponían en duda

La tésera con forma de cabeza de carnero no era una forma desconocida para los expertos. Se sabía que existían otras tres, pero nadie estaba seguro de que fueran auténticas. Una, la que mejor se conoce, es la tésera de Slania. Fue adquirida probablemente en Cuenca para una colección particular y ahora se guarda la Real Academia de la Historia. En otra, que supuestamente se había encontrado en Cascante, en el término de Lor, tenía escrito con la técnica del punteado ‘Uara’, el nombre prerromano de la ciudad de La Custodia. La tercera procedería del yacimiento palentino de El Otero de Cantoral de la Peña. Sin embargo, estas dos últimas nadie las ha visto, salvo aquel que las encontrara y el coleccionista que con toda probabilidad las adquirió. Todo lo que se sabe de ellas se conoce por fotografías. “En el mundo de las antigüedades ha habido muchas falsificaciones, hasta sepulcros etruscos falsos se han exhibido. Por tanto, esas tres téseras estaban en cuarentena, eran sospechosas”, dice Javier Armendáriz.
La aparición de la cabeza de carnero de La Custodia, con lo que los expertos llaman un contexto arqueológico cierto, es decir, conocimiento exacto del lugar donde se ha hallado, permite dar carta de autenticidad a esas otras tres cabezas, que se encontraron en rebuscas ilegales. Al fin y al cabo, las tres sospechosas son casi iguales a la de La Custodia. Pesan prácticamente lo mismo, tienen medidas casi idénticas y sus volúmenes son equivalentes. Solo cambian algunos detalles de terminación de la anatomía del animal, que se trazaron después de salir del molde, con el buril.
Los celtíberos generalmente fabricaban este tipo de piezas con el método de la cera perdida, utilizaban moldes de cera que después se revestían de arcilla y se rompían. Las piezas salidas de esos moldes serían más o menos iguales pero el artesano podía hacerles modificaciones posteriores con el buril.
Eso sí, ninguna de esas cuatro piezas forman pareja. “Ni ensamblan unas caras con sus opuestas ni coinciden sus detalles anatómicos”, escriben en el artículo de Paleohispánica. Son cuatro téseras diferentes.

Tirtaku . ama+riko

​burzauka

Son tres palabras que remiten a un nombre de persona, algo parecido a un apellido, y a otra ciudad, Bursau, la actual Borja, en Zaragoza. Es una prueba más de que el poblado berón estuvo relacionado con ciudades como Contrebia Belisca (Botorrita), Bursau o incluso Cascantum, donde se encontró una tésera que hablaba de la ciudad de Uara. “Es lógico, todo el valle medio del Ebro es la tierra de los celtíberos”, dice Armendáriz. “Y los berones son un pueblo celtíbero en lo lingüístico y los cultural”.
Con estas dos, son nueve las téseras halladas en La Custodia. Las han encontrado prismáticas, zooformas y hasta con forma de cabeza de mujer. “Sólo faltan las que tienen forma de manos entrelazadas”, dice Armendáriz, que aclara con rapidez que la de Irulegi no es una tésera. La abundancia de hallazgos, más la sospecha de que otras piezas similares hayan salido en el último medio siglo del yacimiento hacia colecciones particulares hacen concluir a Armendáriz y Velaza que La Custodia es el primer yacimiento “de la Celtiberia en número de pactos de hospitalidad firmados sobre estas simbólicas piezas de bronce”. Sus habitantes, dicen, debieron adquirir el hábito de escribir a mediados del siglo II a de C. y, dado que no hay registros en latín antes de su destrucción, creen que la conquista romana “no supuso la drástica desaparición de la vida indígena y que la lengua celtibérica debió ser la de uso común”.

Las téseras, piezas fundamentales para conocer una lengua desaparecida

El conocimiento de lenguas desaparecidas tiene una indudable dificultad. Basta pensar en cualquiera de los alfabetos modernos que nos son extraños, como el chino o el cirílico: sin tener idea del idioma nos parece meros trazos en un papel. Pues bien, en el caso de las lenguas prerromanas se une que nadie en el mundo domine ese alfabeto.
Del celtíbero , como suele ocurrir con todas las lenguas desaparecidas, lo que se conoce se basa en exclusiva en los testimonios escritos que se van encontrando en excavaciones como la de la Custodia. En ese sentido, las téseras son una pista fundamental, como los son las monedas. Celtíberas se han hallado también placas como el bronce de Botorrica, láminas de metal escritas o inscripciones funerarias.
Del celtíbero se conocen, según escribió el catedrático de la Universidad de Zaragoza Carlos Jordán en la revista Arqueología & Historia, unas 1.100 palabras, pero la mayor parte de ellas son nombres, de personas, tribus o ciudades, que son las palabras comunes en monedas o téseras. Muchas de esas palabras además se repiten. “A excepción de las fórmulas onomásticas, la traducción de cualquier texto celtibérico es de momento altamente hipotética”, concluye Jordán.
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