Historia
La conexión trágica entre Navarra y Tazacorte, el pueblo de La Palma amenazado por el volcán
Dos jesuitas navarros, junto a sus 38 compañeros, fueron asesinados por el pirata Jacques Sourie frente a las costas de La Palma: desde entonces se les conoce como los Mártires de Tazacorte, por el lugar donde murieron, o del Brasil, destino al que se dirigían

Actualizado el 15/10/2021 a las 18:07
Al oeste de la isla de La Palma, junto a la desembocadura del barranco de Las Angustias, se levanta el pueblo de Tazacorte, con sus casas de colores apiñadas en un empinado terraplén o diseminadas por el llano circundante. En estas fechas, los ríos de lava que bajan desde las faldas del volcán Cumbre Vieja amenazan a esta localidad, hasta el punto de que cuatro de sus núcleos poblaciones llevan confinados desde el pasado sábado, a la espera de novedades. Pero muy cerca de estas casas que corren el riesgo de ser sepultadas por toneladas de magma, ajena a estas tribulaciones, se erige junto al faro de Fuencaliente una sencilla cruz que en su base custodia los nombres de 40 jesuitas, dos de ellos navarros: son los Mártires de Tazacorte, o también llamados Mártires del Brasil.
Esteban de Zudaire nació en 1548 en Zudaire, en la Améscoa Baja. De joven se desempeñó como sastre, hasta que poco antes de alcanzar la veintena pudo ingresar en la Compañía de Jesús. Se formó en Cuenca y Alcalá de Henares, y pareció establecerse en Plasencia, pero la llamada a evangelizar fue más fuerte: decidió que merecía la pena arriesgar su vida por llevar la fe cristiana al Nuevo Mundo y encontró la oportunidad de hacerlo de la mano de un portugués, Ignacio Azevedo, que buscaba compañeros para establecer una misión en Brasil.
Juan de Mayorga era algo mayor que Esteban. Había nacido en 1533 en San Juan Pie de Puerto, una ciudad cuyos habitantes todavía gozaban de la ciudadanía navarra (y siguieron conservando hasta 1583). Invocando ciertos lazos familiares, pudo establecerse en Zaragoza y trabajar como pintor, profesión en la que llegó a descollar. En 1565 entró en la Companía de Jesús y poco después se unió a la expedición de Azevedo.
Este jesuita portugués había recorrido Brasil durante dos años y, persuadido de que había mucho trabajo en aquellas latitudes, volvió a Europa y reclutó a 39 miembros de la Compañía: dos sacerdotes; el resto, hermanos o novicios elegidos por sus habilidades relacionadas con los oficios más diversos.
En junio de 1570, el nuevo gobernador de Brasil, Luis de Vasconcelos, zarpaba desde Lisboa en dirección a su nuevo destino, pero junto a aquella expedición, embarcados en la nao Santiago, viajaban también los 40 jesuitas. Vasconcelos se entretuvo en la isla de Madeira más de lo que al capitán de la Santiago le parecía necesario, de manera que solicitó permiso para abandonar la seguridad del convoy y viajar en solitario hasta las Canarias. Así, los jesuitas se adelantaron y arribaron con antelación al puerto de Tazacorte.
Para entonces, a Madeira llegaron noticias de que el pirata Jacques Sourie, apodado El Ángel Exterminador, y que había cobrado fama años antes por saquear La Habana, se encontraba en las inmediaciones de Canarias. Sourie, hugonote normando, estaba al servicio de la reina de Navarra, Juana III de Albret, que se había convertido en 1560 a la religión reformada y había impuesto el calvinismo en sus territorios.
En Tazacorte, dice la tradición que Ignacio Azevedo presagió el martirio de sus hombres, pero aun así la nao Santiago levó anclas en dirección al puerto de Santa Cruz de La Palma: el 15 de julio fue interceptada por Jacques Sourie y sus piratas, se produjo un abordaje y no hubo piedad. Esteban de Zudaire fue herido en el pecho y también en el cuello; casi decapitado, fue arrojado al mar mientras todavía vivía. 39 de los misioneros fueron asesinados, ya que solo se salvó el cocinero, Joao Sánchez, a quien Sourie quiso reclutar. A cambio, un joven miembro de la tripulación, sobrino del capitán de la nao, fue ejecutado. Los supervivientes fueron entregados al conde de la Gomera, Diego de Ayala y Rojas.
La noticia llegó pronto a Madeira y, desde allí, a la península ibérica. Los cuadros de Mayorga se convirtieron de inmediato en reliquias guardadas con celo. Entretanto, Santa Teresa de Jesús tuvo una visión de los mártires coronados en el cielo, incluido su pariente Francisco Pérez Godoy. Desde entonces, a los jesuitas muertos en aquella acción se les conoce como los Mártires de Tazacorte o del Brasil. Pío IX los beatificó a mediados del siglo XIX y, hace unas décadas, cuarenta cruces se arrojaron al mar en el lugar en el que se cree que ocurrió la masacre, a escasos kilómetros de donde hoy la lava amenaza con arrasarlo todo en su camino hacia aquel océano. La festividad del Beato Esteban se celebra el 30 de agosto, un colegio lleva el nombre de Juan de Mayorga y, en Tazacorte, una granítica cruz junto al faro recuerda la tragedia y, también de alguna manera, los lazos que unen a Navarra y a la isla de La Palma.