Tres ideas para acompañar un huevo escalfado
Un cuscús de verduras, unos huevos benedictine con maravillosa salsa holandesa y unos huevos a la florentina, con espinacas.
Lo mejor de las recetas de hoy es cuando pinchamos la yema. Ese momento exacto. Esa yema que se convierte en un momento en un río anaranjado que recuerda siempre a un volcán en erupción. ¡Pero ayyy qué lava más deliciosa ésta! Las piedras aquí son las verduras que he ido encontrando por el frigorífico. Trozos envueltos en papel film que voy rescatando justo unos minutos antes de que se echen a perder. Últimamente me da la sensación de que todas mis recetas son así, como de restos. También vivo desde hace tiempo con ese sabor de boca de que nada es nuevo, de que estamos metidos en un eterno Día de la Marmota en el que sobrevivimos a base de recuerdos. ¿Te acuerdas de cuando entrábamos a bares llenos de gente? ¿Y de cuándo compartíamos cubatas? ¿Y de cuando viajábamos? ¿Te acuerdas, te acuerdas, te acuerdas? Los recuerdos que llevamos creando este último año serán probablemente los primeros que pediremos que nos quiten cuando las lobotomías se popularicen como el botox. Bueno, y esta columna desazonante, sí. Ya siento haber empezado febrero de morros pero es que escribo esto un lunes gris en el que no para de llover, y estoy en casa, sola, con un mantica en las piernas y a régimen. La vida para mí. ¿Que podía ser peor? Bueno, podrían salir sin color mis páginas en la edición impresa... Uy, vaya... eso también ha ocurrido. Así que ustedes, lectores de la web, tienen el deber moral de disfrutar del color. De deleitarse con estas yemas naranjas, brillantes y apetitosas. De imaginarse el sabor de cada plato. Y de hacer estas recetas, claro. Nada de esto tendría sentido si no...
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