Toros
Dos reyes y un príncipe
Juan José Padilla y Roca Rey cortan tres orejas por coleta en una sensacional tarde con una gran corrida de Jandilla

- Pablo García-Mancha
Padilla en su salsa auténtica; nadie como él en Pamplona para fusionarse con todos los valores de San Fermín y un coso que crepita con el diestro jerezano como un verdadero dios semiótico que emite con todos sus gestos, abalorios y adjetivos exactamente lo que se pide aquí: una pasión desaforada y el viernes más todavía, por la despedida y por todas las sensaciones de tragedia que traía consigo tras la reciente cornada de Arévalo que propició que se presentara como un verdadero pirata, con parche y pañuelo negros para tapar todos los estragos que han hecho los toros en su cabeza. Y encima, para que no faltara de nada, Roca Rey, un tipo que ha venido para quedarse, que ya abrió en canal la feria en su primera comparecencia y que tenía frente a él un nuevo desafío. Y ya se sabe que de este torero se puede esperar lo mejor y en Pamplona, visto lo visto, se espera todo de él.
Faenón impresionante de Roca Rey en su primer Jandilla y por sus dos palos; el levantisco y bélico de sus pases cambiados y por el de la serenidad del toreo más clásico. Comenzó por estatuarios y en el segundo lance fue arrollado por el pitón izquierdo. Salió del atolladero y ni se inmutó. En cuanto pudo cogió el engaño y le sopló dos muletazos por la espalda brutales abrochados con un pase de pecho. ¡Aquí estoy yo!, dijo a toda la plaza. Le había brindado el toro a Padilla y era como la toma de relevo en la dinastía real del Viejo Reyno: de Fortuno Íñiguez ‘el tuerto’ a Sancho I Garcés. Un rey que se marcha y otro que ha llegado para aposentar su era en la Monumental. Dos reyes que se dieron el relevo en una tarde de tormenta, de agua, de cielos perezosos que no se terminaban de abrir y hasta de un arcoíris que se asomó para que el pirata, que parecía el legendario marino guipuzcoano Blas de Lezo, diera su última vuelta al ruedo en el clamor de cánticos y banderas al viento. La locura. Ni soñando le pudo salir mejor su última tarde en Pamplona a Juan José. Y es que en ocasiones los dioses se ponen melancólicos y otorgan un final perfecto para una película con muchas escenas de pavor y miedo, con mucho dolor y también con merecido reconocimiento.
La faena de Roca al segundo de la tarde fue inapelable por el sitio que pisó y por el toreo tan reunido que desplegó con un toro bueno pero no fácil. Soberbio el nuevo soberano con la mano zocata, la de los billetes, la que manda en el toreo. Un pinchazo antes de la estocada le privó de la segunda oreja que consiguió en el sexto.
Padilla, que ya había arrancado las dos peludas en el toro que abrió la corrida, y en la que desplegó todo su arsenal, se encontró bajo la tormenta con un excelente ejemplar con el que por momentos pudo torear a gusto y feliz, y además, por ambas manos. Llovía a mares, la gente se protegía y merendaba a la vez, los menos se fueron. Con el anticiclón seguro que hubiera cortado dos orejas. Nadie quiso perderse la vuelta al ruedo. Y en el sexto, Roca Rey acabó con el cuadro. Valentísimo con otro Jandilla exigente y esa forma de entrar a matar inapelable.
Cayetano, el príncipe, tuvo dos buenos toros, con más calidad el quinto, al que cortó una oreja de tras una gran estocada y una faena que destacó en redondo en varias series maceradas por el compás y esa tauromaquia serena que quiere frecuenta el nieto de Antonio Ordóñez.
Pero la tarde era de dos reyes. El que se fue y el que ha venido para ser emperador.
FICHA TÉCNICA
GANADO. Seis toros de Jandilla, bien presentados, de gran juego, nobles, encastados y con infinidad de matices. Los seis dieron juego. Una corrida muy completa. La mejor de lo que va de feria.
DIESTROS. Juan José Padilla: Dos orejas y oreja tras aviso. Cayetano: Ovación con saludos y oreja. Roca Rey: oreja y dos orejas.
PRESIDENCIA. A cargo de Enrique Maya, asesorado por Fernando Moreno y Rosa Loranca.
INCIDENCIAS. Lleno absoluto en una corrida en la que llovió con fuerza a partir del tercero de la tarde. El banderillero Joselito Rus, de la cuadrilla de Cayetano, se desmonteró tras un extraordinario par de banderillas al segundo de la tarde.
Juan José Padilla y Andrés Roca Rey salieron a hombros por la puerta del encierro.