En manos del PSN y sus pactos
Cuatro años después, el Parlamento de Navarra apenas sufre cambios, y el futuro gobierno, necesitado de pactos, podría girar de nuevo alrededor de la candidata socialista María Chivite
La jornada electoral celebrada este domingo en Navarra deparó un escenario similar al de esta legislatura, aunque con el bloque del centro derecha debilitado por la división de los partidos que lo integran (UPN-PP), con la izquierda (PSN-Contigo Navarra) donde estaba y el sorpasso de Bildu a Geroa Bai. Además de la entrada de Vox por primera vez en el Parlamento foral. Algunas de las conclusiones que pueden extraerse es que la segmentación del voto es castigado por los electores que en los anteriores comicios optaron por la coalición de Navarra Suma; y que el nacionalismo más moderado de Geroa Bai y el más radical de Bildu son vasos comunicantes, de manera que la pérdida de votos de los primeros se compensa con la suma de la izquierda abertzale. Así, nos encontramos de nuevo con la obligación de negociar y pactar entre las distintas opciones un gobierno que represente a la mayoría de la ciudadanía navarra, evitando los radicalismos que dificultan la gobernabilidad. Y esta tarea la quiere asumir de nuevo un Partido Socialista que en precampaña ya mostró sus cartas, la de liderar un Ejecutivo con Geroa Bai y Contigo Navarra, pero que requeriría de nuevo los votos de Bildu para gobernar, lo que dejaría al margen al partido más votado, UPN. Desde las filas socialistas deben reflexionar sobre el aumento de dos parlamentarios de la izquierda abertzale, después de cuatro años a la sombra del gobierno y de un blanqueamiento gratuito. Navarra merece un Ejecutivo fuerte, que responda a los retos sociales y económicos que vienen, que crea en la singularidad de esta tierra, en sus instituciones y en el país del que forma parte. Y en esta ecuación, no cabe un partido que ha llevado en sus filas a terroristas, alejado de los cánones democráticos y que todavía no ha manifestado su reprobación a más de cuarenta años de terror de ETA. Los navarros han decidido con sus votos y ahora los líderes políticos deben interpretarlos con responsabilidad y sentido de comunidad, buscando la centralidad que representa la mayoría y huyendo de los extremos.