Cartas de los lectores
24 horas no son suficientes tras dar a luz

- Patricia Antón y José Mari Jaurrieta
El próximo 19 de mayo Helena cumplirá tres meses. Los tres meses más intensos de nuestra vida entre pañales, bodis, pijamas, tomas... Tres meses de abrigarle más de la cuenta, de que no le pegue el sol que es malo, de “ponle el gorro que pierden calor por la cabeza” y de “¿cómo puede ser que tenga hambre otra vez?”. Los padres ya saben de qué les hablo. Tres meses de padres primerizos que se preocupan por todo, incluso de lo irrelevante.
Helena llegó una madrugada de domingo acompañada por el excelente trabajo de los profesionales del Hospital Universitario de Navarra. Matronas (benditas Isabeles) y auxiliares que hicieron sencillo lo que parece un milagro. Veinticuatro horas después, tras mojar un pañal y viendo que su estado era bueno, nos fuimos para casa, que era lo que más deseábamos del mundo.
Comenzó el maravilloso caos de lavadoras, tomas y visitas. Y de repente, al día siguiente de llegar a casa, Helena no reaccionaba a ningún estímulo. Un rato antes había hecho todo lo que hace un bebé de dos días y ahora no hacía nada. “Helena, cariño, venga, llora un poquico…”, pero nada. Fueron los instantes más angustiosos de nuestra vida. El miedo a perder para siempre algo de lo que te has responsabilizado hace poco más de cuarenta y ocho horas te invade. Tras la llamada al 112, en pocos pero eternos minutos se bajaban de una ambulancia profesionales que ya de camino al HUN hacían brotar el llanto más maravilloso jamás escuchado. En Urgencias se le diagnosticó una deshidratación importante que ella solucionó ingiriendo biberones cual ciclista que llega exhausto a una meta de montaña en pleno julio. ¿Qué había pasado? ¿Qué habíamos hecho mal tras meses de leer libros y recibir consejos para llegar a ese punto? Pues que la niña no se había alimentado adecuadamente y no tuvimos forma de verlo. Que el calostro, la sustancia que produce la madre antes de la subida de la leche, es traicionero y no se puede cuantificar cuánto se ingiere.
¿Cómo se pudo haber evitado? En nuestra opinión, seguir aplicando en febrero de 2023 el protocolo creado durante la Covid-19 es una fuente de problemas. Ir a casa sin que se produzca la subida de la leche puede llevar a situaciones como la nuestra. ¿Por qué se mantiene el protocolo? La única razón que vislumbramos es la del ahorro en noches de hospital, pero el precio que se puede llegar a pagar parece demasiado alto. ¿Qué hubiera ocurrido si llegamos a considerar a nuestra hija simplemente dormida? Nunca lo sabremos porque lo detectamos, llamamos y el personal del Servicio Navarro de Salud lo bordó para que quedase en una anécdota.
Una anécdota que no queremos que nadie viva y, para ello, ese protocolo debe quedar en el olvido. Que el ahorro de dos noches de hospital no haga que nadie pase por eso.
Patricia Antón y José Mari Jaurrieta