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"Turquía: lo que esconde el terremoto"

"Más de la mitad de los edificios existentes en toda Turquía incumplen las medidas anti-sísmicas"

Avatar del Manuel Martorell Manuel Martorell15/02/2023
El 1 de mayo de 2003 un terremoto asoló la zona kurda de Bingol, en el este de Turquía, no muy lejos de la región devastada ahora por el seísmo del 6 de febrero. Entonces, un internado de niños se desplomó sepultando un centenar de escolares en la aldea de Celtiksoyu. Dos ingenieros norteamericanos realizaron un estudio de la estructura, concluyendo que un simple refuerzo de las columnas con muros de carga habría evitado tamaña mortandad. Así lo presentaron a las autoridades turcas, advirtiéndoles que medidas similares podrían evitar futuros desastres.
Lamentablemente, el Gobierno de Tayip Erdogán, que acababa de llegar al poder, no solo prescindió de tal consejo, sino que terminó haciendo lo contrario. Hace solo tres años decretó una amnistía para aquellos edificios que incumplían las normas antisísmicas y que, por lo tanto, tendrían que ser derribados o rehabilitados. Para evitar el castigo, los dueños solo tenían que abonar una cantidad de dinero, tras lo cual el edificio podría permanecer como estaba.
A la amnistía sísmica se acogieron casi dos millones de propietarios. El presidente del Colegio de Ingenieros, Cemal Gokce, no se pudo callar. Declaró pública y premonitoriamente que perdonar a todos los edificios construidos sin licencia o que, por ejemplo, tenían más plantas de las admitidas en el proyecto original era algo “muy peligroso” que “convertiría nuestras ciudades en cementerios y a nuestros hogares en ataúdes”.
Cemal Gokce sabía lo que estaba diciendo, como también lo sabía el Gobierno de Erdogán. Más de la mitad de los edificios existentes en toda Turquía incumplen las medidas anti-sísmicas, incluidos más de un tercio de los levantados mientras él ha estado al frente del país. De acuerdo con estas estimaciones, un terremoto como el que acaba de asolar el eje Hatay-Maras-Adiyaman afectaría al 65 por ciento de las casas de Istanbul, una ciudad que sobrepasa ya los dieciséis millones de habitantes.
El Gobierno de Erdogán intenta ahora ocultar las graves responsabilidades en la gestión de su política constructiva y, como ya es costumbre, está tomando medidas que le permitan sacar la mayor rentabilidad política de la actual tragedia, ante la inminencia de unas elecciones legislativas y presidenciales de gran trascendencia convocadas para el próximo 14 de mayo.
No solo ha cortado la red de twitter, tan esencial para suministrar información de tantos sitios aislados por el terremoto, y ha detenido a periodistas que, según el Gobierno, estaban trabajando sin permiso oficial, sino que ha prohibido cualquier iniciativa de apoyo o solidaridad con los damnificados al margen de su Agencia Presidencial de Emergencias y Desastres (AFAD), llegando a confiscar los convoyes de ayuda fletados por ayuntamientos como el de Bodrum, o intentando impedir la actuación de los equipos técnicos enviados por el Ayuntamiento de Istanbul, en manos de su oposición política, entre ellos bomberos que se prestaban a intervenir en la extinción del incendio declarado en el puerto de Iskenderun.
Kemal Kilicdaroglu, líder del principal partido de la oposición, el socialdemócrata CHP, ha tenido que pedir a los municipios bajo su control que desobedezcan las órdenes de Erdogán incluso a riesgo de ser detenidos o procesados. Lo mismo ha ocurrido con el centenar de camiones cargados con todo tipo de enseres de ayuda por iniciativa de los ayuntamientos controlados por el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), que representa a la población kurda, una de las más castigadas por este seísmo.
Con datos e incluso imágenes engañosas se está ocultando la verdadera magnitud de la tragedia, así como la ineptitud de la propia AFAD y también de la Media Luna Roja para responder con la agilidad que requiere el momento. Erdogán habla de una cantidad de personas implicadas en los trabajos de rescate que no se corresponde con la realidad; ha tardado dos días en movilizar unidades del Ejército, para bien o para mal, una de las organizaciones de Turquía que funcionan de forma más eficaz, y presenta el rescate de varios miles de víctimas como si fuera un gran logro cuando se sabe que los equipos de búsqueda solo han llegado en tres días al 10 por ciento de las zonas devastadas. El número de muertes facilitadas únicamente incluye las registradas oficialmente; las estimaciones de personas sepultadas podrían rebasar la cifra de las 100.000.
Erdogán sabe que la gestión de esta crisis puede echar abajo el proyecto político que pacientemente ha ido construyendo en estas dos décadas y que, como ocurrió con el seísmo de 1999, podría afectar a la continuidad del Gobierno. No es descabellado, por lo tanto, que también aplace las elecciones de mayo, evitando así una debacle política por lo que seguramente será el terremoto más letal de la historia contemporánea de Turquía.
Manuel Martorell Experto en política internacional y Oriente Medio
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