Carta de los lectores
Un roble de Ochagavía
Obituario del diplomático Jesús Julio López Jacoiste, Jota Jota

- José Ramón Remacha
A Jesús Julio López Jacoiste le conocíamos por Jota Jota. Era distinguido por su integridad, de trato amable, poco dado a contemporizar. Cumplidor metódico e incansable hasta donde la salud le permitió, y dotado de una actitud o disposición permanente a ayudar. Coincidimos en la Escuela Diplomática en 1966. Luego volvimos a encontramos en Estados Unidos entre 1988 y 1992. Era de Ochagavia. Enseguida lo decía y ejerció como tal en su largo recorrido por el mundo acompañado de María Fernanda a la que conoció en Cuba y con la que contrajo matrimonio en 1969, en Ochagavía, por supuesto. Volvieron a la Habana. Una carrera tan larga es difícil sobre todo si no te sigue buena compañera. La tarea de las esposas de los diplomáticos, pasando de un país a otro sin tiempo para hacerse al puesto, nunca ha sido suficientemente reconocida. Jotajota tenía una clara vocación por la tarea consular, la que se centra en la ayuda a los connacionales y en los derechos humanos. No le interesaba la tarea de la Embajada, más política. Ha sido Cónsul General en La Habana, en Nueva York, en Boston, en Houston. Su tesina en la Escuela Diplomática en 1966 se titula “Las relaciones de España con Perú y Chile en la década 1860-1870”. Está claro que le atraía América. Pero también fue Cónsul General en Estambul, en Hong Kong y en Bata (Guinea Ecuatorial). Al final de su carrera fue Ministro Consejero de la Embajada de España en la Santa Sede. Seguí de cerca su intervención en los asuntos de la Obra Pía de Roma. Es justo decir que tenía razón. No pudo contemporizar porque no era su manera de ser.
Descansa en paz, Jota Jota, allí arriba.
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