"Hay que acabar con el silencio del suicidio"
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, un total de 3.941 personas se suicidaron en España en 2020, 2.930 hombres y 1.011 mujeres, las cifras más altas desde que en 1906 se iniciaron los registros. Cifras que se incrementan año tras año. En el caso de Navarra, contamos ya con datos de 2021. Fueron 58 las personas se quitaron la vida, lo que supone un 31,8% más con respecto al año anterior (44).
Además de un drama personal y familiar, el suicidio es un importante problema de salud pública. Su relevancia es tal que basta compararlo con el número de fallecidos por accidente de tráfico: por cada muerto en España en accidente de tráfico, el triple lo son por suicidio.
En julio de 2022, el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica, Víctor Pérez Sola, afirmaba: “España debe atajar la alta tasa de suicidios porque hasta ahora no lo estamos haciendo. Otros países lo han logrado, solo tenemos que seguir su receta”.
¿Y cuál ha sido la receta? Los países que han logrado combatir el suicido lo hicieron tras la elaboración de un plan multinivel específico de prevención del suicidio. Más de 40 países cuentan ya con ese tipo de planes. En España, por el contrario, carecemos de ese plan nacional específico. Por eso, es incomprensible que, ahora, el Ministerio de Sanidad y el PSOE no lo consideren necesario y voten en contra de una iniciativa de UPN para elaborar ese plan.
Como dice la OMS, “…una estrategia nacional indica un compromiso claro de un gobierno con el establecimiento de prioridades y el tratamiento del problema del suicidio. También proporciona liderazgo y orientación con respecto a las principales actividades de prevención del suicidio basadas en datos científicos y a lo que debe priorizarse. Una estrategia permite la identificación transparente de los interesados directos responsables de tareas específicas y describe maneras de coordinarse estos eficazmente entre sí”.
Expertos y asociaciones como la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención del Suicidio defienden que “incluir la prevención del suicidio exclusivamente en las estrategias de salud mental - que es lo que hace España-, puede diluir la importancia del problema. La primera causa de mortalidad externa en España requiere de estrategias concretas que ayuden a su control (…). El suicidio es un problema de salud pública y no moral y necesita de un plan exclusivo”.
Estamos en un país en el que las Comunidades Autónomas tienen transferidas la mayor parte de competencias y servicios que se prestan a los ciudadanos. Todo ello no es óbice para que, respetando dichas competencias, el Gobierno de España, junto con los autonómicos, expertos y asociaciones civiles convenga una serie de pautas a la hora de abordar el suicidio.
El Gobierno tiene mucho que decir y hacer en la política de prevención del suicidio. También desde el punto de vista presupuestario. No solo con el establecimiento de una línea telefónica, algo necesario y en lo que venían trabajando diferentes asociaciones como el Teléfono de la Esperanza.
Los primeros datos aportados por el Ministerio de Sanidad en octubre, en el Senado, lo atestiguan. En cinco meses se habían recibido 50.000 llamadas al 024, la línea de atención a la conducta suicida, y más de 2.000 fueron derivadas a los servicios de emergencias.
Si a la hora de abordar el suicidio hay que hacerlo, principalmente, desde el punto de vista sanitario, no es menos cierto que el tratamiento debe ser transversal. No solo por cuestiones de salud, género, edad, trabajo, familia, situación económica… La atención debe ser integral. Incluidos servicios sociales y educativos.
Los medios de comunicación también juegan un papel fundamental. Hay que acabar con el silencio del suicidio y ellos desempeñan un papel esencial en dicho objetivo.
A todos nos escandalizan las cifras de suicidios en nuestro país. Mucho se habla de las muertes por accidentes de tráfico, por cáncer, por violencia de genero. Muchas son las campañas en los medios de comunicación y en la calle. Sin embargo, el suicido sigue siendo un tema tabú. Solo presente en el trabajo y mente de profesionales y de las familias que lo han padecido. En el resto de la sociedad, poco o nada.
Las cifras son tan duras que evidencian el error de no abordar la cuestión con mayor decisión. Cada día 11 personas se quitan la vida en España y otras 20, por cada una de ellas, lo intentan, y así todos los días. A final de año serán miles y miles. Todas con nombre y apellidos.
Las expectativas de futuro no son nada halagüeñas, todo lo contrario, se incrementan de forma llamativa y algo habrá que hacer. Muchas son las personas y colectivos, de manera especial aquellos que se denominan supervivientes, familiares y amigos de las personas que se han suicidado, que insisten en que hay que acabar con el silencio del suicidio y la necesidad de un Plan Nacional de Prevención. No se les puede defraudar.
Alberto Catalán Higueras
Senador por Navarra de UPN
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