A mi manera
El rockero llora en la capilla, la rockera en la catedral
Ojalá que para entrar en el exclusivo club de los rockeros no haya en la puerta un guardián que exija carné de duro y se admita sin reparos a esta gente que se emociona

Publicado el 30/04/2022 a las 20:00
Sabíamos que los rockeros nunca mueren y que quienes se obstinan en largarse de este mundo después de una vida de guitarrazos y reivindicación musical adonde van es al infierno. Lo cantaron Miguel Ríos o Barón Rojo y lo dejaron grabado a fuego, sin complejos, para las generaciones posteriores.
Ojalá que para entrar en el exclusivo club de los músicos rockeros no haya un guardián en la puerta que exija carné de duro a los aspirantes a conseguir la condición de rockero. Ojalá que llorar no reste puntos.
Porque si así fuera a Aurora Beltrán, líder a lo largo de la vida de grupos tan cañeros como Belladona o Tahúres Zurdos no le perdonarían. La echarían sencillamente por emocionarse. Por dejarse escapar las lágrimas en el momento en que recogía el jueves uno de los cinco premios “Somos Valientas” en el refectorio de la catedral de Pamplona. El galardón promovido por Diario de Navarra y Laboral Kutxa reconoce la pujanza de las mujeres sobresalientes. Lo compartió con Desirée Lara, Irene Nonay, Maite Ruiz de Larramendi, Ana Monreal y Margarita del Val.
Deseo que en el club de los rockeros no haya tribunal de la ortodoxia y se admita sin reparos el cisma de quienes se emocionan. Ojalá que algún coach, de estos que escriben libros de autoayuda, explique que el llanto en público no es una debilidad sino una fortaleza y que se lo haga saber a quienes se atrevan a poner en duda la integridad rockera de esta mujer valiente.
Yo la vi en el estrado y la escuché. “No me gusta nada llorar” dijo Aurora Beltrán en ese momento en el que se te amontonan los recuerdos entre la cabeza y el corazón a punto de recibir el galardón y las vivencias aprietan los lagrimales como si fuera un globo lleno de agua que quiere estallar.
“¿Cómo voy a salvaguardar mi imagen de rockera dura?”, se preguntó delante de 150 personas y logró sin pretenderlo la sonrisa y el aplauso de la gente que llenaba el local. Las rockeras también lloran. Ella agradeció el aplauso en medio de unas lágrimas que eran de alegría. De satisfacción por el reconocimiento.
Si algún fiscal se atreve a presentar cargos y si quiere ver flaqueza en las emociones desparramadas de la rockera navarra que vaya con cuidado. Que no se atreva a acusar. Podría encontrarse con un argumento incontestable. Antes que ella, Elvis también lloró en la capilla (Crying in the Chapel) y lo hizo de alegría. Aurora Beltrán no envidia a Elvis Presley. Y eligió para emocionarse, la catedral.
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