Obituarios
Resurrección Nuin Sanz, una mujer apasionada de Riezu y Estella

- Luis Landa El Busto
Dice un proverbio chino que al nacer damos el primer paso para la muerte, impresa en la frente para toda la vida. Porque muerte y vida son el anverso y reverso de una misma moneda y Resu vivió siempre con intensidad, pero sabedora de que en cualquier momento la cara se volvía cruz.
Resurrección Nuín Sanz nació y vivió en Riezu, hija de Alberto y Ángeles, con sus hermanos Catalina, Javiera, Matías, Feliciano y Jenara. De su pueblo se trasladó a Estella para incorporarse a la fábrica Curtidos Ruiz de Alda, a las orillas del Ega. Más tarde, trabajó en el Círculo Católico y 25 años en la pastelería Pachi de Calderería y en Bombonería Torres de la Plaza los Fueros 13, con sus típicas Rocas del Puy. Resu estaba enamorada de su pueblo, Riezu, con sus cinco molinos movidos por las aguas del río Ubagua. Por eso recuerdo con nostalgia al grupo de amigos que componíamos Resu, Reyes, Ana y un servidor para realizar distintas caminatas por su entorno, sobre todo por el valle de Yerri, cañón, nacedero del río Ubagua, puentes colgantes y el barranco de Arbioz. No olvido tampoco los viajes que hicimos a Las Bardenas, Javier o a distintos lugares de España, como Valladolid o Cádiz. Al finalizar los trayectos, Resu siempre llevaba una mochila con un buen vino o moscatel y unas sabrosas pastas o tartas hechas por sus hábiles manos, con sus vasos de cristal, mantel y servilletas. En Resu siempre brillaba el orden y la limpieza en extremo, tanto en su piso como en su vida exterior. Su cariño por Estella le llevó también a disfrutar de una gran devoción a la Virgen del Puy, de manera que todos los sábados del año y todos los días de mayo, hiciera frío o calor, subía andando a la basílica y participaba en la eucaristía de las siete y media de la mañana.
Resurrección siempre estuvo atenta a las personas más necesitadas de Estella y, además, semana tras semana limpiaba la iglesia y dependencias de la parroquia San Juan de Plaza de los Fueros, como así lo ha manifestado el párroco Javier Resano. “La chica de Riezu”, así le llamaba yo, era una mujer tan sencilla que gozaba de las cosas nimias que le ofrecía la vida, incluso al sufrimiento le sacaba partido y todo se lo ofrecía a la Virgen del Puy. Hasta en las miles de “Rocas del Puy de chocolate” que vendió en su vida veía la mano de su querida Virgen.
En sus últimas semanas, que sentía su cuerpo debilitado por el cáncer, nunca se le apreció ni un rictus de tristeza; al contrario, seguía vistiendo de modo elegante con su cabello bien peinado, como cualquier día. El 24 de marzo pasado se nos fue de nuestra presencia la amiga Resu, pero sabemos que su “Virgencita del alma” la tiene arropada con su manto. Así que, por egoísmo, estoy contento porque Resu ha hecho un trato con la Madre de Jesús, según el dicho: “Mis amigos son tus amigos” y la Virgen ya forma parte de nuestra cuadrilla estellica.
Nos consuela y conforta la frase de San Agustín: “Llorar es amar más allá de la razón. Extrañar no es estar vacío, sino estar lleno del ser querido que se hace presente a pesar de su ausencia”.
Luis Landa El Busto es amigo de la fallecida.