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Rutas con oficio

El viaje contracorriente del médico de Isaba

Marcos Lama emprendió un camino poco corriente, aguas arriba del Esca. Tras catorce años trabajando en Cuidados Paliativos en San Juan de Dios, atendió a su vocación de ser médico rural.

Ampliar El doctor Marcos Lama, este martes, en Isaba. Al fondo, el centro de salud.
El doctor Marcos Lama, este martes, en Isaba. Al fondo, el centro de salud.josé carlos cordovilla
Publicado el 05/02/2023 a las 06:00
Es martes, último día de enero. Diez de la mañana. Al cruzar la puerta del centro de salud de Isaba se escucha el llanto de un bebé que atienden en la consulta de Pediatría. Emociona en un entorno donde el censo se disuelve lento, como una metáfora de la nieve que estos días funde el sol. En el valle de Roncal es médico Marcos Lama, 51 años. La suya es una historia contracorriente, aguas arriba del Esca. Su sonrisa desvela que acertó.
Lama se crió en el valle de Tena. Su abuelo dirigió el balneario de Panticosa. Su padre era ingeniero, trabajó un tiempo en el embalse de Lanuza y el pequeño Marcos montaba en el Land-Rover del panadero para ir a la escuela. Quería ser médico rural. “Estudié Medicina e hice la residencia en Tenerife porque buscaba un hospital grande y el último año de MIR en un centro rural y eso solo me lo garantizaba una isla. Al acabar volví a Aragón y ejercí en Hecho y Ainsa”, repara en que en el tiempo de formación le gustaron los cuidados paliativos. “Y me iba a Zaragoza para aprender. Después trabajé catorce años en la Unidad de Cuidados Paliativos en el hospital San Juan de Dios de Pamplona. Cuando decidí dejarlo, pedí una excedencia y llegué a Isaba en junio de 2019. Tras casi dos años me fui porque oposité y logré una plaza en el Servicio Riojano de Salud. Fueron diez meses allí; oposité también en Atención Primaria en Navarra, saqué plaza y regresé a Roncal, en marzo de 2022”, resume en minutos su andadura. “Cuando me marché de Isaba les dije: Lo hago porque tengo que buscarme el pan pero, si puedo, volveré. La gente del valle no lo creía porque están habituados a que el médico esté un tiempo y se marche, son plazas difíciles de cubrir. Y yo aquí estoy muy contento porque puedo hacer la medicina que me gusta, eres médico de cabecera y realmente estás a la cabecera”, describe y razona que en una consulta rural pueden abordar una atención integral.
Casado y con hijas, mantiene su domicilio en Pamplona. “Voy y vengo, salvo cuando tengo microguardias o guardias, dos días por semana, o estos días de temporal y nieve, me he quedado toda la semana. De todas formas, me compensa los kilómetros diarios de sobra porque la atención es completa, algo que en un centro de salud urbano, ahora mismo sería imposible”, desmonta cualquier duda Marcos Lama y lo arguye: “Puedes dedicar tiempo a los pacientes, muchas son personas mayores y conoces su contexto bio-psico-social, algo muy importante. El entorno es un factor que influye mucho en la salud y aquí tienes todos los datos para una atención personal y comunitaria. Si médicos en formación conocieran esto, tal vez se animaran. Tenemos ecógrafo, atendemos urgencias..., porque el hospital más cercano está a 100 kilómetros, y medicalizamos la ambulancia si se precisa. Es mucho trabajo en equipo. Una visión de la medicina que merece la pena”, sostiene.
Me enamoré del valle, de la experiencia de vida de muchas gentes de aquí. Son duros, porque así han sido sus vidas, hay muchos que trabajaron de pastores en Estados Unidos, mantuvieron una relación por carta con sus novias, varios años, volvieron, se casaron, han vivido siempre aquí, con los rigores del clima y morirán aquí, en su casa, acompañados. Así quiero morir yo y poder compartir todo esto es bonito”, describe.
Es médico en Isaba, Uztárroz y Urzainqui, con el enfermero Xabier Ameztoy. “Completan el equipo Alberto Gómez, el otro médico del valle en Vidángoz, Burgui, Roncal, Garde y Castillonuevo” y la enfermera Isabel Pacheco y Raúl Cortabarria y nuestra administrativa, que resuelve cualquier contratiempo. Si hay una urgencia y tenemos que anular citas... nunca nadie pone una pega. Lo entienden bien”.
Las calles de Isaba acumulan aún centímetros de nieve, helada en las horas más frías y en calles sombrías. “Pedimos a nuestros pacientes mayores que se queden en casa y somos nosotros los que nos desplazamos. Evitamos así caídas... Y les recetamos ejercicio físico para los días en que no salen de casa, en colaboración con Eutsi, microcooperativa del Pirineo para mejorar la calidad de vida de las personas mayores. El médico no es más importante que nadie del equipo o que Eutsi, o que el Servicio Social de Base, es un trabajo en común”, subraya. Al otro lado de la ventana de la consulta la nieve pinta un paisaje donde sobran cortinas: “Me gusta el monte, pasear por él, correr, la bici y este es un paraje ideal. No puedo pedir más”. “No trato la hipertensión o la diabetes, trato a personas y quiero ver si un día está más triste, qué ocurre, cómo le va”. Es la reflexión de un sanitario convencido de atisbar en el Pirineo algo más que pueblos en cuidados paliativos.
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