La mirada que rastrea la catedral de Pamplona

"Conocía la catedral como cualquier pamplonés, probablemente me llevaron con la ikastola, pero no tengo recuerdo. Para mí era la catedral que está ahí, arriba de la Curia”. Suscribe la frase sin reparo Xabier Aramburu Rojo. Con 29 años, lleva ocho como guía en la seo, en esa que está al final de la calle Curia y de la que ahora conoce casi cada rincón. Puestos a confesar, revela también que ha viajado y recorrido muchas catedrales de renombre, pero no había “profundizado” en la de casa. Y asegura que, al otro lado de la fachada neoclásica, hay tesoros en los que merece la pena detener la vista. Xabier Aramburu Rojo nació en Pamplona, estudió en la ikastola San Fermín y fue allí donde se enamoró de la historia, “por los buenos profesores, que explicaban bien la materia, de manera no tediosa”. “Disfrutaba y creo que me decanté por eso, de hecho tuve la oportunidad de agradecérselo a una profesora, alguna vez que ha estado en la catedral”, apunta. Estudió Historia en la Universidad de Navarra. La carrera, entiende, “es una pequeña puerta de entrada a millones de libros, un campo abierto”. Cursó después Xabier un master en Profesorado en la misma universidad y ahora anda enfrascado en otro grado, en este caso Historia del Arte en la UNED, “con algunas asignaturas cada año, como una manera de completar la formación”. Domina el castellano, el euskera y el inglés y se defiende en francés, aunque este idioma se le enquistó ya en la ikastola. “Lo entiendo, pero me cuesta hablarlo”, le alivia que el contexto de las preguntas en la catedral es homogéneo. “Sé que no me van a pedir un paquete de magdalenas, eso me ayuda a situarme”, sonríe. Antes de llegar a ser historiador, Xabier tocó el txistu, lo aprendió como extraescolar en la ikastola; y practicó waterpolo en el Club Natación. “Con apenas 2 años mis padres me lanzaron a la piscina y diez más tarde se creó el grupo de waterpolo y estuve allí unos años” , subraya que la carrera interrumpió, en su caso, la música y el deporte. Comenzó su andadura en la catedral como parte de unas prácticas de la universidad. “Y me fui quedando”, apunta espontáneo. Es un joven conversador, con una mirada despierta, que ahora forma parte del equipo de guías de la catedral y de su museo. Lo completan Itziar Barrutia y Ana Azanza. “Diría que el contacto con la gente y que durante la hora de la visita yo les pueda enseñar algo que les deje cierta huella, que lo puedan aplicar en algún momento cuando salgan”, responde Xabier al preguntarle cuál es la mejor cara de su trabajo. “O hay quien no se va a quedar con ningún dato, y te dicen que no retienen nada, que en cuanto salen se les ha olvidado, pero que se lo ha pasado bien. Y, si ha sido así, algo se lleva en la cabeza seguro”, reflexiona. A Xabier le gustaba mostrar la catedral a grupos grandes, esos de 50 personas. La pandemia ha transformado el paisaje. “Ahora viene una pareja, o una pequeña familia, es como una visita en exclusiva, pero es cierto que descubres más, no son tan impersonales, entablas un diálogo de arte, de historia..., es más una conversación en el recorrido que una visita guiada y exploran sitios que prácticamente no se abrían al público, es un museo en exclusiva, vivir la magia del edificio, del museo, del monumento”, considera sobre los nuevos formatos que ha traído la crisis sanitaria y subraya que permiten caminar por la seo “sin tanto ruido, escuchar la paz”. El equipo de guías ultima ahora las visitas virtuales en directo para colegios y residencias de personas mayores. Con ellas quieren trabajar la memoria, acercarles a esos recuerdos que tal vez conserven de cuando estuvieron en la catedral, o fueron bautizados o se casaron allí... “Ahora los campos se abren”, aplaude la iniciativa y el soporte tecnológico. Como en una novela medieval, es fácil imaginar al guía de la catedral de visita en otras seos. En los últimos ocho años, Xabier ha conocido las de León, Burgos, Astorga, Sevilla y Málaga y tiene “muy pendiente” la de Toledo. “Veo la catedral como trabajador de una catedral, pero nunca he robado ninguna patente, será que aquí lo hacemos bien”, tira para casa. “Lo más bonito que tiene trabajar aquí es que pasas por la puerta, levantas la mirada a un punto y dices: eso ayer no estaba ahí. No, ayer no, lleva 500 años. Pero el funcionamiento del ojo va a lo panorámico y nosotros tratamos de que la gente se acerque a los detalles”, señala . “Pocas esquinas se me escapan, pero siempre hay algo por descubrir”, concluye en uno de los mayores exponentes del arte y de la historia en Navarra. DNI Nació en Pamplona el 19 de febrero de 1991. Estudió en la ikastola San Fermín, desde Infantil hasta Bachillerato. Después se graduó en Historia en la Universidad de Navarra y completó un master en profesorado en la misma universidad. Cursa el grado de Historia del Arte en la UNED. Forma parte del equipo de guías de la catedral de Pamplona y de su museo, con la exposición Occidens.

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