Semana Santa
La pasión del Señor se vive entre generaciones
El pasado viernes la Hermandad de la Pasión representó el Santo Entierro, que incluyó dos novedades y a la que acudieron miles de pamploneses, llenando las calles del centro

- Ainhoa Briceño
Javier Sanz dio un golpe y el grupo de portadores levantó el paso. Con dos golpes, iniciaron su marcha y tomaron la Bajada de Javier. A sus 86 años, Sanz ha perdido la cuenta del tiempo que lleva marcando el ritmo del paso de la Entrada en Jerusalén. El motivo por el que sigue: “Que cuenten conmigo”, decía bajo la caperuza que cubría su rostro. “Y así seguiré hasta que me muera”. Este paso abrió la tradicional procesión de Viernes Santo que se vivió hace dos días y que recorrió las calles del Casco Viejo de Pamplona.
Una multitud se concentró a lo largo del recorrido, que abarcó dos kilómetros y por donde desfilaron los 12 pasos de la Hermandad de la Pasión del Señor, con nuevas incorporaciones. Este año, el silencio de los fieles se rompió con la Banda de Tambores, situada entre el paso de la Cruz a Cuestas y la Caída. Además, un grupo de 7 Hermanas de la Soledad acompañó a la virgen Dolorosa portando pendones con Los Siete Dolores de María.
Alrededor de 2.000 personas participaron en la procesión, un número que superó al del año pasado y con una destacable cantidad de nuevas incorporaciones. “Hace unos meses hicimos un llamamiento y han venido más de 100 personas. Estamos encantados y completos”, señaló David Sanz, responsable de comunicación de la Hermandad. “Después de la pandemia estamos en recuperación”, añadió el capellán, Juan Luis Lorda.

PASOS QUE UNEN FAMILIAS
Muchos jóvenes se estrenaron en la procesión como portadores, acompañando a los veteranos. Las más jóvenes fueron Águeda Carroza y Miriam López, primas de 11 años que no llevaron ningún paso, pero desfilaron junto a su padre y tío, Pablo Tobar, jefe de la Cruz a Cuestas desde hace 26 años. Un paso muy especial para él, ya que “nuestra postura al llevarlo es la misma que el de la figura. Me identifico mucho y rezo mucho al llevarlo”, decía. “Surgió una idea hace años en la Hermandad de que los hijos fueran de mozorritos para ir haciendo cantera. Este año ya querían pasar con nosotros”, señaló Tobar. Las pequeñas esperaron nerviosas el momento. “Significa una tradición y dar a conocer a la gente lo que es la Semana Santa”, indicó Carroza, que no descarta en el futuro ser portadora en el mismo paso que su padre.
Los nervios también afectaron a los veteranos, a pesar de tanta experiencia. “Tenemos mucha ilusión y ganas de volver a salir”, contó el portador Pepe Mateo, cuyo hijo Guillermo, de 17 años, se estrenó en la Banda de Tambores. En cuanto a su truco para no perder el equilibrio, indicó: “Hay que empujar todos desde el principio”.
El secreto de la portadora Nieves Ciprés es “salir con el pie izquierdo y seguir el ritmo”. Ella cargó con 40 kilos, como cada uno de sus compañeros de paso. “Poder trasladarlo a la calle es muy importante, porque así se hace vivirlo a la gente, que de otra forma no podría hacerlo”, expresó.
Este año la procesión la encabezó la vicepriora de la Hermandad, María Luisa Gabás, debido a que el prior se encontraba recuperándose de una enfermedad. Después de 8 años en la Junta de la Hermandad, Gabás se mostró tranquila ante su sustitución. “Para mí es vivir con intensidad durante una semana lo que estamos viviendo a lo largo del año y poder celebrar la pasión y resurrección del Señor”, expresó minutos antes de salir.