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Incendio en Barañáin

"En dos minutos se llenó el piso de humo. Entraba por los respiraderos de los baños, de la cocina..."

José Calvo, de 76 años, limpiaba fresas con su mujer el viernes cuando comenzó un fuego en su bloque de la Plaza de los Castaños de Barañáin y los rescataron con la escala

Ampliar José Calvo González, de 76 años, por la ventana por la que fue rescatado
José Calvo González, de 76 años, por la ventana por la que fue rescatadoDN
Actualizado el 28/05/2023 a las 08:40
A primera hora de la tarde del viernes, José Calvo González, de 76 años, limpiaba fresas en la cocina de su casa junto a su mujer, María Isabel Ibero Azcárate, de 73. El matrimonio, que lleva más de 4 décadas viviendo en las torres de la Plaza de los Castaños de Barañáin, reside en un cuarto piso, justo encima del tercero donde se inició un fuego que obligó a evacuar al hospital a 9 vecinos del inmueble. Todos, entre ellos José y su mujer, presentaban síntomas leves de intoxicación por inhalación de humo. Además, José y su mujer, fueron protagonistas de un rescate peculiar. Con la escala, los bomberos los sacaron de su domicilio por la ventana del salón, llevándolos por la escalera de raíles hasta el suelo, donde fueron atendidos por los sanitarios. Pero todo eso fue después. El relato de la tarde se iniciaba en esas labores de limpieza de fresas, con las que tenían intención de preparar una mermelada.
Vecinos evacuados el viernes por el camión escala
Vecinos evacuados el viernes por el camión escalaBomberos
“De repente empezó a salir un humo negro, negro (la ventana de su cocina queda justo encima de la del piso donde se originó el incendio), tan negro que dejaba claro el de los antiguas locomotoras del tren. Y luego fue todo muy rápido. En muy poco tiempo, dos minutos, se nos llenó el piso de humo. Entraba por los respiraderos de los baños, de la cocina... Pusimos una toalla mojada debajo de la puerta de entrada y abrimos la ventana que da al otro lado en busca de aire para poder respirar...”.
La invasión de humo convirtió en apremiante la situación y los bomberos desplazados a Barañáin optaron por sacarlos de la vivienda por una ventana, la del salón, cuya fachada trasera da hacia la zona deportiva de Lagunak y el polígono de Landaben. “Por seguridad nos bajaron por ahí, también a otros que viven más altos, en el 5º o en el 6º”, contaba. Lo compartía junto al portal de acceso al inmueble, a mediodía, parándose con unos y con otros y preguntándose a ver qué tal, dónde estaban y si sufrieron por la nube de humo, cuya onda expansiva y olor eran todavía muy notorias. En los pisos más altos tampoco se libraron de vivir momentos de angustia. Una pareja que reside en el undécimo se encontraba en su vivienda y, cuando se percataron del incendio en el edificio, llamaron al 112. No fueron los primeros en dar la alarma, pero es que en ese momento la incertidumbre de qué estaba ocurriendo era grande. “Avisas de un incendio, pero no sabes dónde está, ni de qué dimensiones...”. Desde emergencias les recomendaron cerrar todas las ventanas y puertas y no salir. “Nos comentaron que si intentábamos bajar por la escalera nos quedábamos allá”.
Vídeo con el rescate de personas en el incendio de un piso en BarañáinDN
José Calvo coincidía en ese agobio inicial en el que no es fácil mantener la cabeza fría. Trabajador de seguridad jubilado de la empresa Dana, él al menos recordaba varias pautas que a la postre le sirvieron. “Es normal ponerte nervioso si todo se ha llenado de humo y no ves a un metro de distancia. Cuando nos dijeron que bajar por la ventana era la única solución, ni lo dudamos”. Tras poner pie en tierra firme, fueron atendidos por sanitarios y trasladados al hospital, donde pasaron un par de horas, hasta que les dieron el alta.
Una vez que los bomberos extinguieron el fuego, ventilaron las viviendas y fueron comprobando si el ambiente se había vuelto respirable. Casi 24 horas después del fuego, en pisos como el de José Calvo todavía olía mucho a humo. “Dijeron que habíamos vuelto a casa y aquí hay muchos que no, y espera”, decía. Al menos, de la mermelada no se acordaba. De que su nieto, que suele pasar los viernes con la tarde con ellos, no estuvo, sí. “Esta semana tenían los cumpleaños de la clase y los celebraban el viernes. Menos mal que no le pilló. Lo hubiéramos tenido que aupar al balcón para poder respirar. Y sacarlo por ahí”, pensaba.
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