“Normalmente compartimos el mismo colchón, pero estos días prefiero dormir en el suelo”, dice Blessing entre lágrimas por el estado de desesperación. “Llevo tres años viviendo en una habitación con mis dos hijos, un niño de 14 años y una niña de 11, pago 400 euros al mes y no veo la salida. No aguanto más. Por las mañanas, los chicos siempre gritan y se pelean por la falta de espacio. Se quejan de que ni siquiera pueden leer. La habitación está generando mucha agresividad en ellos y a mí mucho estrés”.
La habitación se localiza en un piso de un barrio de Pamplona con tres habitaciones que comparten con los propietarios y otra familia. “Cuando buscas habitación no te alquilan con niños, así que cuando encuentras una... Vives muy estresada, con mucho dolor, porque no das con la solución”, continúa describiendo. “A veces mis hijos me dicen: ‘Mamá, vivimos como unos salvajes”. Vuelven las lágrimas. “Todas las mañanas se pelean, todas las mañanas, todas...”.
Alexandra, madre de una niña de 13 años: “Sientes miedo cuando vas a trabajar porque tu niña se queda sola con extraños”
“Trabajo veinte horas a la semana en una empresa de limpieza y gano 700 euros al mes. Cuando sales de casa y dejas a tu niña sola en la habitación, en un piso donde no conoces a nadie, no te quedas tranquila. Mi niña tiene miedo cada vez que me voy. Tiene un trauma porque vivió abusos”, relata Alexandra. “No tenemos derecho a salón, solo a baño, y la cama en realidad es un sofá. Andamos buscando piso desde hace tres años. Estoy apuntada en Nasuvinsa pero no sabemos cómo gestionar las cosas. Hay muchas dificultades incluso para que te atiendan. Y las citas se agotan”. A estas dificultades, ahora se suma una carta del Ayuntamiento. “Como he solicitado de vivienda de emergencia me piden que demuestre mi situación personal de emergencia en la Oficina de Vivienda”. Y la documentación debe aportarla en un máximo de diez días. “Me siento desesperada”.
Nadia, víctima de violencia de género con una hija de 18 años: “He sido una mujer maltratada por su marido y ahora por el olvido”
“Durante 25 años hemos sido diariamente maltratadas en casa por mi marido. Tanto mi hija como yo. ¿Y sabes qué ha ocurrido? Que nosotras hemos tenido que abandonar el hogar porque estaba a su nombre”. Sucedió en 2019. Desde entonces, madre e hija viven un calvario diario tratando de encontrar lo más parecido a un hogar. “Solo queremos un lugar donde sentirnos seguras. Ya no nos quedan fuerzas”, reconoce Nadia, de 46 años y madre de una hija de 18. “Al marcharnos de nuestra casa en 2019 encontramos una habitación por la que pagábamos 550 euros, pero la casera nos echó por retrasos en el pago. Después de tres días durmiendo en la calle, en la Ciudadela, gracias a una trabajadora social conseguimos un piso de emergencia durante veinte días. Pero de allí nos mandaron al albergue. Luego a un hostal. Y de nuevo al albergue...”. De un lado para otro y con una hija en el instituto, no recibe ningún ingreso porque Hacienda le está embargando la renta garantizada. “Durante una época cobré esta ayuda y a la vez trabajaba para poder sobrevivir”, aclara el motivo. Hoy madre e hija comparten el mismo sofá cama de tamaño individual junto a unas paredes ennegrecidas por la humedad. Una habitación por la que pagan 450 euros al mes sin posibilidad de empadronarse. “Los inquilinos te engañan permanentemente y te están exigiendo cada vez que entras al baño que no gastes agua caliente. Te llaman a la puerta y, claro, mi hija tiene el pelo largo... Normalmente, en las habitaciones te encuentras de todo. Hasta colchones amarillos por orines. He perdido la esperanza, sí. ¿Sabes por qué? Porque no hay justicia. Durante 25 años he sido maltratada por mi marido y ahora lo estoy siendo por el olvido”, reitera. “Tengo una solicitud en Nasuvinsa desde 2019. He incluido la sentencia del maltrato y todo... Pero no ha servido de nada. ¿Por qué no hay una promoción de viviendas de alquiler públicas para víctimas de violencia de género? En las habitaciones sientes mucho miedo porque estás con gente que no conoces de nada”.
Asma, madre de un bebé: "Me he contagiado de sarna por la suciedad"
“Vivo en una habitación tan pequeña que solo entra la cuna de mi bebé. Lo he pasado muy mal. Me he contagiado hasta de sarna. Y embarazada de ocho meses la antigua casera me echó de la habitación donde vivía porque no quería niños”. Sin renta garantizada, con un niño de tres meses, paga 400 euros al mes por el alquiler de la habitación.
Khawla, madre de una hija de 4 años: "No puedes hacer nada tranquila, ni lavar la ropa"
Lleva un año en una habitación con su hijo y su marido. “Es muy pequeña y vieja, incluso con cucarachas. No puedes hacer nada tranquila, ni siquiera lavar la ropa, porque el casero siempre te está llamando la atención para que no gastes”.