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Falta de vivienda pública

Familias empujadas a compartir habitación en la Comarca de Pamplona

Cientos de familias, principalmente mujeres solas con niños, sobreviven en habitaciones y sin ayudas. Un fenómeno cronificado en el que incluso se empieza a detectar familias diferentes compartiendo estancias por falta de vivienda pública de alquiler

Ampliar En esta habitación de la comarca de Pamplona viven dos familias distintas, seis personas, por la que pagan 500 euros.
En esta habitación viven dos familias distintas, seis personas, por la que pagan 500 eurosIván Benítez
Publicado el 23/04/2023 a las 06:00
En la habitación de la fotografía principal de este reportaje sobreviven hacinadas dos familias diferentes, seis personas. La imagen se tomó la semana pasada en la Comarca de Pamplona. En la parte izquierda de esta estancia, junto a la ventana, separados por un colchón individual, se organizan Luis, de 57 años, sus dos hijos, 18 y 15 años, y un sobrino de 16; en la zona derecha, pegada a la puerta, se ubican una mujer de 50 con una hija de 16. Aquí, en este reducido espacio de apenas 8 metros cuadrados, estudian, duermen, comparten sus enseres más personales y muchos miedos. Aunque tienen permiso para usar el baño y el salón, continuamente viven expuestos a la “estrecha” vigilancia de los caseros, un matrimonio que ocupa una de las tres habitaciones del inmueble con dos hijos. La tercera, más pequeña, la subarriendan a un hombre solo.
En realidad, Luis duerme en el suelo, sobre el jergón azul, formando una especie de cortafuegos. Y su hija lo hace con la mujer.
¿Cuánto le piden por la habitación?
Entre las dos familias que la compartimos son 500 euros: 250 cada una. Pero nos han insinuado que quieren aumentar a 600.
¿Cómo se organizan?
En las dos camitas pegadas a la ventana duermen mi hijo y mi sobrino. El colchón más ancho lo comparten otra mujer con su hija y mi hija. Y yo en el suelo.
¿Cómo se termina en esta situación?
Mi mujer nos dejó y tuvimos que abandonar la casa en la que vivíamos por falta de recursos. Acabamos en una bajera, de la que nos echaron una madrugada. Dormimos tres días en el coche y desde hace unos meses en esta habitación.
¿Trabaja?
Solo consigo trabajos puntuales muy precarios y sin contratos. Estoy esperando la renta garantizada.
¿Cómo es la vida en una habitación?
Muy difícil. Es imposible organizarse y dormir sin rencillas. Vivimos en todo momento bajo presión, amenazados por los dueños por gastar agua caliente, luz... Y a todo esto se suma la falta del padrón porque no te lo facilitan. Te engañan continuamente.
¿Por eso no se muestran?
Vivimos asustados.
Hace seis años Diario de Navarra informó de la existencia en la Comunidad foral de habitaciones ‘patera’, espacios insalubres de apenas 8 metros cuadrados ocupados principalmente por mujeres y niños, familias monomarentales que compartían pisos con gente extraña. Era una realidad, esta de 2017, que “sorprendió” a las entidades sociales –admitían– y que parecía haber permanecido oculta hasta entonces en el seno de la sociedad navarra. Lo reconocían a la vez que alertaban del peligro que implicaba para los menores. “El hacinamiento y la falta de privacidad pueden causar, además de inseguridad, incendios, abusos, etc”, detallaban. En este contexto, las familias también se pronunciaron públicamente para denunciar que sus hijas corrían mucho riesgo cuando las dejaban solas en la habitación al salir a trabajar. Pese a esta denuncia las instituciones miraron hacia otro lado.
El arrendamiento de vivienda pública es la única opción real de acceso a un hogar para muchas familias. La escasa oferta de alquileres empuja a sobrevivir sin contratos, sin recibos, en márgenes donde se sufren desahucios silenciosos. Se les niega incluso el padrón en la mayoría de los casos. Y, sin derecho a ayudas, se especula con los precios de las habitaciones, variando entre 450 y 500 euros, incluso 600, tal y como denuncia Luis.
Y de aquella realidad cronificada de 2017 ha emergido otra, aún más silenciosa si cabe y que tampoco se asoma por miedo: familias que no se conocen de nada y son empujadas a compartir habitación para poder sobrevivir. “Sin vivienda no se puede eliminar las bolsas de pobreza y exclusión. Esta es la tarea pendiente de los gobiernos”, han insistido las entidades sociales a lo largo de estos últimos años, apremiando a realizar un censo habitacional. “Los servicios sociales tienen estos datos y se deberían computar para tomar medidas efectivas”, han referido esta semana, “a fin de limitar esta dura y trágica realidad en la que viven más de 4.000 familias completamente solas”.
RIESGO DE ABUSOS
Sesenta y cinco viviendas de alquiler social por cada mil es la media europea y ocho por cada mil la realidad del parque público de vivienda en España. “Con la escasa oferta y la elevada demanda y con miles de pisos retenidos en manos de gestoras, se ha generado una burbuja en el mercado de arrendamiento que influye de forma progresiva y sin ningún control público sobre los alquileres de habitaciones”. Una realidad que sufren mayoritariamente las mujeres, profundiza la brecha social, estigmatiza e impacta en el estado psicológico de todos, exponiendo a los menores a peligros y abusos.
Según datos de vivienda de alquiler protegida, a diciembre de 2022, Nasuvinsa tiene 13.363 solicitudes (solo regulares): 6.005 personas solas, 3.038 familias monoparentales, 2.880 parejas con hijos y 1.320 sin hijos (…). El parque público asciende a 1.138 viviendas y otras 900 corresponden a la bolsa de alquiler de particulares que han cedido su gestión al Gobierno de Navarra. El año pasado se iniciaron las obras de 2.594 viviendas (2.401 libres y 183 protegidas).
El Defensor del Pueblo de Navarra, Patxi Vera, informó en marzo en el Parlamento de que se están dando casos de “extorsión grave” para acceder al empadronamiento por culpa de actuaciones individuales de propietarios aprovechándose de la coyuntura. Un empadronamiento que supone la llave para solicitar cualquier ayuda –apuntaba– destacando la “imperiosa necesidad” de vivienda de alquiler social.
Días después de su exposición, la Red Navarra de Lucha contra la Pobreza y otros organismos alertaban del peligro de la “cronificación y tensionamiento” en los servicios públicos, planteando un pacto por la cohesión social que coloque la actuación contra la pobreza “en el centro” la próxima legislatura.
VIVIENDAS SAREB EN MAL ESTADO
El lunes pasado, Pedro Sánchez anunció que el Consejo de Ministros aprobará la movilización de 50.000 viviendas de la Sareb para el alquiler asequible de jóvenes y familias. La Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb) es una empresa creada en 2012 por el gobierno de Mariano Rajoy para rescatar los activos inmobiliarios tóxicos de los bancos rescatados tras la crisis financiera de 2008. Su creación fue una de las condiciones de Europa para recibir el rescate financiero de hasta 100.000 millones de euros que se destinaron a dicho rescate bancario. En un primer momento se creó como una empresa privada, pero en 2022 se modificó la ley para hacerse con el control de la institución. En poco más de un año llegó a gestionar casi 200.000 activos problemáticos por un valor de más de 50.000 millones de euros, según cifras de la propia entidad.
A este respecto, las entidades sociales recuerdan que llevan años reclamando que la Sareb fuera un instrumento de la política pública de vivienda. “Que se movilicen 50.000 viviendas del banco malo para garantizar el derecho constitucional a la vivienda es un primer paso en la buena dirección”, señalan, “pero nos preguntamos cuánta vivienda hay realmente disponible en Navarra y por qué el banco malo no cede toda la que tiene en España para el alquiler social”. En realidad, la Sareb cuenta en Navarra con un total de 43 viviendas: dos en Pamplona, nueve en Tudela y ocho en Burlada.
 “Esta medida no es ninguna solución a la alta demanda de vivienda de alquiler. La emergencia habitacional por falta de vivienda pública sigue siendo una prioridad y requiere de una implicación política que, por desgracia, no se da”, prosiguen denunciando. “Las principales víctimas de esta exclusión siguen siendo madres, menores y adolescentes a su cargo. Familias que además no cuentan con red de apoyo. En cualquier caso, esta medida llega muy tarde y se necesita mucho dinero para arreglarlas, porque en Navarra las pocas que hay se encuentran muy deterioradas, en muy malas condiciones de habitabilidad”, lamentan. “Y a esto se suma que para vivir en habitación, aunque sean rentas caras, no hay ayudas”.
Los mayores problemas en estas viviendas suelen ser de electricidad y fontanería, además de insalubridad. Así lo denuncian cinco mujeres a lo largo de estos testimonios recogidos en Pamplona y Comarca. Madres con hijos completamente solas. “Desesperadas”. Relatos en primera persona.
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