Los niños con autismo necesitan salir a la calle y seguir sus rutinas
Sus familias lamentan que, aunque son una excepción legal, salen con miedo y están a merced de la voluntad de la Policía
El encierro forzoso les está afectando sobremanera. No entienden por qué no pueden salir de casa ni seguir con sus rutinas. Y llega un momento en que aporrean la puerta de la calle, se golpean contra las paredes o se arrancan mechones de pelo. Así de duro y así de real. Los menores con autismo están sufriendo y mucho la prohibición de no salir de casa. Y aunque el Real Decreto sobre el Estado de Alarma permite, como excepción, que las personas con discapacidad salgan a la calle, lo hacen con miedo. “Aunque vayamos cinco minutos a comprar el pan y llevemos toda la documentación encima, estamos a merced de la voluntad del policía que nos pare. Y mientras, los perros pueden salir normalmente. ¡No se entiende!” La presidenta de la Asociación Navarra de Autismo (ANA), Amaya Áriz, expone así la situación que atraviesan más de 500 familias en la Comunidad foral, con hijos con autismo menores de 16 años. Los enfermos mentales, con depresión y ansiedad severa, por ejemplo, y siempre que se les haya reconocido un grado de discapacidad también podrían acogerse al artículo 7 del RD, letras ‘g’ y ‘h’, que avala “la circulación por vía pública por causa de fuerza mayor o situación de necesidad o causa justificada”. Como, por ejemplo, las personas con Trastorno de Déficit de Atención o Hiperactividad (TDAH), dice Áriz.
Amaya Áriz cuenta las dificultades que tienen a diario con su hijo Mario, muy acostumbrado a las rutinas. “Los sábados vamos a Itaroa al cine a las 15.50 y nos sentamos en los mismos asientos. A las 15.30 juega a la máquina de ‘Star Wars’ y a las 15.45 compramos las palomitas. No entiende que ya no podemos hacerlo porque han cerrado todos los cines de España”. ¿Y qué hacen? “Tiene una crisis. Se desierta a las 6 de la mañana. Para las 11h quiere comer y a las 15h, cenar. Cuando llega mi marido de trabajar, a las 18 h, van cinco minutos a la panadería. No le podemos dejar solo porque tiene pánico a los perros y los dueños, los dejan sueltos”.
Y relata las situaciones de otros niños de la asociación. Como la de un chico de 17 años, que no sabe cómo ocupar su tiempo. “Ahora come de forma compulsiva y se le ha alterado la rutina del sueño”, cuenta. O la de algunos niños que tienen el umbral sensorial muy alto y precisan acudir a centros comerciales. También hay niños, continúa, que no se separan de la puerta de la calle y piden a sus padres salir. “Hay que llevar el certificado de discapacidad y mostrarlo al policía que te pare. Si aún así ponen multas (500 euros), la asociación ya las reclamará”.
DIBUJAR EL AISLAMIENTO
Gonzalo Bañón de Hoyos tiene 21 años y un trastorno de espectro autista (TEA). Alumno del centro de Educación Especial El Molino dedica, ahora, la mayor parte de su tiempo libre a dibujar, su mayor afición. “Yo le mando a tirar la basura pero vuelve en dos minutos. En casa, le pongo trabajo: leer el periódico, dibujar, labores domésticas...”, cuenta su madre Paloma López de Hoyos. Fruto de sus dibujos, ha ideado su particular #yomequedoencasa. “No sé cómo terminará su cabeza y la de otras personas como él después de los días que estemos en aislamiento. Tengo miedo de que se desborden”.
Hay personas con algunas enfermedades mentales que, como parte de su terapia o para estar mejor, necesitan salir de casa. A saber, gene que tiene una ansiedad o depresión severa y que no aguantan estar encerrados entre cuatro paredes. Los responsables de la Asociación Navarra para la Salud Mental (Anasaps) explican que, según el Real Decreto del Estado de alarma, pueden salir aquellas personas que tengan un grado de discapacidad. ¿Y el resto? “No lo sabemos. Es todo nuevo y va de prisa”, apunta la coordinadora de la entidad, Aitziber Yárnoz. “El confinamiento no favorece la salud mental de los enfermos ni de los demás”, insiste, al tiempo que aplaude la implicación de todas las profesiones sociales durante esta crisis, que, insiste, están “al pie del cañón”.