Osasuna aceptó el punto en Barcelona. No merecieron más los de Arrasate, que otra vez en un desplazamiento tuvieron que consolarse con la igualada después de haber liderado el marcador. Por eso el partido dejó un regusto tibio. Dará que pensar para algunos por la oportunidad perdida, pero es que sobre el césped de Cornellá no se pudo poner de manifiesto esa jerarquía que de antemano podría presuponerse.
Qué mejor momento para recordar que cuando no se puede ganar, hay que saber no perder. No fue el Osasuna más ambicioso de la temporada, pero sí el más frío en sus decisiones cuando el choque circulaba en la segunda parte por una línea muy delicada. Era el momento de aplacar el entusiasmo perico. La tarde del sábado no dejaba renglones brillantes ni ocasiones de peligro. Tampoco disgustos que lamentar. Apretón de manos con el Espanyol y a otra cosa. Suma y sigue en el reto de permanecer agarrado a la zona noble en esta época actual de entre Copas.
A Osasuna le había salido todo redondo en una primera mitad de alta intensidad. Se libró del chaparrón que le creó su rival en los saques de esquina y entró al vestuario con la euforia de haber celebrado el gol de Budimir, el segundo que marcaba el croata en la temporada. Después ya no encontró este punto agradable de comodidad que le hubiera permitido controlar su ventaja. Se encontró al salir de nuevo al campo con el empuje de un Espanyol que hizo méritos para batir a Aitor Fernández hasta que lo consiguió. Quedaba media hora y a partir de entonces se dio una especie de pacto de no agresión. Osasuna echó agua fría para recuperar el concierto y sin venirse arriba. Riesgos, ninguno. El Espanyol de Diego Martínez también daba por válido el empate.
DOBLE EXPULSIÓN QUE SOBRA
Varios hechos habían marcado el partido antes de que se llegara al descanso. Incluso antes de que los espectadores tomaran sitio en su asiento. Se conocía en las horas previas la baja de Joselu, que no sería una más si no se tratara de uno de los futbolistas de los que más depende un equipo de la Liga. Braithwaite era la apuesta ofensiva blanquiazul y suya fue la primera ocasión al poco de comenzar. Un saque de esquina fue a sus dominios sin nadie por delante. La pelota salió de su cabeza directa a las manos de Aitor. El Espanyol había encontrado aquí un punto débil porque a los veinte minutos volvió a amenazar con un remate de Puado que golpeó al palo por el exterior. Darder era el mejor asistente.
A Osasuna le estaba costando coger el latido al partido. Moi Gómez era el encargado de bajar a recibir para dar criterio. Moncayola se despachaba bien con su zancada, aprovechando el buen momento que atraviesa. Torró estuvo más gris, condicionado por un golpe que recibió en el muslo y que le hizo pedir después el cambio. Chimy estaba ofuscado por la derecha, donde se proyectaba más Diego Moreno. La luz se encendía por el carril de Abde.
El marroquí ha recuperado su carrera vertical tan punzante. A los siete minutos aprovechaba un pase profundo de David García para marcharse en velocidad y mirar de cerca de Álvaro Fernández, que sacó con el pie el lanzamiento con el que finalizaba. Abde protagonizó un duelo de alto voltaje con el debutante Pierre-Gabriel, una roca de buena complexión física. Frenarse el uno al otro era difícil. Esa pelea era algo de lo más bonito que estaba dejando el partido, hasta que Gil Manzano los mandó a la caseta.
Antes de que los dos equipos se quedaran con diez, Budimir había perforado el marco de Álvaro Fernández. El internacional croata estaba haciendo un buen encuentro en una dura pugna con la defensa del Espanyol. En el área, buscaba el remate como fuera. De forma acrobática, peinando balones para Abde o jugándose el tipo con César Montes, que salió mal parado de un choque y tuvo que ser reemplazado. El gol fue un alivio para romper su divorcio con la portería. Juan Cruz centró y el Chimy ganó la acción a Pierre-Gabriel, que cayó fulminado al suelo. La pelota quedó suspendida en el aire y Budimir, que estaba con los cinco sentidos, metió la bota para anotar el 0-1. El Espanyol reclamó una falta inexistente. El fútbol es un deporte de contacto y más en una primera parte que se había coloreado entre disputa y disputa.
La riña entre Abde y Pierre-Gabriel, después de otra incursión del extremo, acabó con los dos expulsados. Tenían amarilla y ese pique, forcejeo o como se le quiera llamar sin violencia entre dos carneros les supuso la segunda. Gil Manzano se contagió de la agitación cuando hubiera sido más fácil resolverlo con una advertencia verbal. No supo leer el momento. La tarde se quedó sin dos futbolistas de golpe para la segunda parte.
DESCONCIERTO Y CALMA
Era el momento de recolocar las piezas. Arrasate dio entrada a Darko por Torró, tocado. Ausencia sensible que el equipo lo sintió en la contención. Moi se situó en de falso interior izquierdo y su papel pasó a ser secundario.
En este nuevo clima de más espacios, el Espanyol se manejó mejor. Nico Melamed complicaba con sus aceleraciones y Darder con sus conducciones por el eje central para convertirse en su cerebro. Braithwaite avisó con un lanzamiento por abajo ajustado que sacó un seguro Aitor Fernández. Jagoba hacía otro cambio. Prescindía, demasiado pronto, del Chimy Ávila para dar entrada a Rubén García.
La igualada no tardó en llegar. Cabrera, un central que venía de intentar rematar a balón parado, fue a la banda para ganar el despeje de puños del portero de Osasuna. La pelota se le atragantó a la defensa navarra. Era un centro pasado. Ni Unai García ni Diego Moreno supieron cerrar. Puado tocó y Braithwaite empujó de cara. Estaba siendo mejor el Espanyol, que sin embargo perdería la manija para lo que restaba de duelo.
Osasuna supo cambiar la tendencia para su beneficio. Pasaron esos momentos de sufrimiento. No generó peligro porque tampoco lo buscó. Sin embargo, supo arreglar el desorden. Pablo Ibáñez tuvo de nuevo buenos minutos para dar el aire al centro del campo. Moncayola acabó de lateral. Kike García era el punta, pero no encontró la felicidad en Cornellá. Salvo unos tímidos disparos de Rubén García, el partido discurrió por un camino de no retorno. El del empate.
FICHA TÉCNICA:
ESPANYOL: Álvaro Fernández; Pierre-Gabriel, César Montes (Sergi Gómez, m.39), Cabrera, Brian Oliván; Calero (Denis Suárez m.61), Aleix Vidal (Rubén Sánchez, m.46), Darder, Nico Melamed (Gragera, m.61); Puado y Braithwaite (Edu Expósito, m.76).
OSASUNA: Aitor Fernández; Diego Moreno (Kike García, m.67), Unai García, David García, Juan Cruz; Torró (Darko, m.46); Chimy Ávila (Rubén García, m.58), Moncayola, Moi Gómez, Abde; y Budimir (Pablo Ibáñez, m.67).
GOLES: 0-1, m.44: Budimir. 1-1, m.59: Braithwaite.
ÁRBITRO: Gil Manzano (comité extremeño). Expulsó a Abde (m.16 y m.45) y a Pierre Gabriel (m.45 y m.45) por doble amarilla. Amonestó a Moi Gómez (m.29), Aleix Vidal (m.45), Unai García (m.61) y Moncayola (m.68).
INCIDENCIAS: RCDE Stadium ante 22.438 espectadores.
El Espanyol amenaza en los córners
Diego Martínez tenía bajas, siendo la más importante la de Joselu. Los pericos pudieron adelantarse en la primera parte. Braithwaite tuvo la primera nada más comenzar de cabeza. Después, Puado lanzó al palo. Las dos acciones, de sendos saques de esquina
Reencuentro de Budimir con el gol
Se quitó un peso de encima. Delantero de segundas vueltas como le avalan sus números, aprovechó su instinto en el área para meter el pie tras un balón que ganó el Chimy. El internacional rojillo hizo un muy buen partido. Fuerza y poderío. Lo peleó todo en cada duelo con un rival.
Gil Manzano se lía con las expulsiones
No estaba siendo un encuentro bronco ni violento. Más bien era intenso en cada disputa. El duelo Abde-Pierre-Gabriel era la máxima expresión. Los dos vieron amarilla en sendas acciones entre ellos. Y antes del descanso, se enzarzaron tras una incursión del extremo marroquí, el mejor en ataque. Gil Manzano optó por castigarles. Mal hecho cuando todo se debería haber quedado en una advertencia verbal.
Osasuna lo pasa mal tras el descanso
Se notaba la ausencia de Torró. Los rojillos no habían firmado una brillante primera parte, pero en la segunda dieron un paso peligroso atrás. El Espanyol llegaba y obtuvo su recompensa. Diego Moreno y Unai García no se hicieron fuertes en el área. Braithwaite no perdonó.
Posesión sin que nadie arriesgue
Los de Arrasate le quitaron temperatura al partido. Los de Diego Martínez ya no estaban tan alegres. Escasearon las ocasiones de gol en la última media hora. No hubo producción ofensiva. Sí dominio. En la cabeza estaba seguramente amarrar el empate. Otro punto para permanecer en una situación cómoda en la tabla.