Mundial de atletismo
Asier Martínez, bronce mundial
El navarro logra la primera medalla del atletismo nacional al ser tercero con su mejor marca en una accidentada final de 110 vallas en Eugene

Actualizado el 19/07/2022 a las 08:40
Había una vez un niño que soñaba con cosas muy grandes. Había nacido en una localidad navarra de campeones y nadie le iba a quitar la idea de algún día, llegar a alcanzar objetivos inimaginables. El chaval se llamaba Asier, era de Zizur Mayor, pertenecía a una familia de atletas y enseguida empezó a dar saltos y a correr. Mucho. Se encontró en el camino con un ex campeón de altura que le sacó de la colchoneta para ponerle a franquear vallas en un estadio en el que hace muy mal tiempo. Cambio tan radical como visionario. Junto a este hombre, que se llamaba François, comenzaron un camino en el que los sueños de aquel niño se convertían en verdades. Sin hacer ruido al principio, con estruendo después. Y juntos se pusieron a fabricar pedacitos de historia hechos en Navarra pero con un toque francés. Lo que no esperaba el pequeño Asier, ni su entrenador, François Beoringyan, es que sus esfuerzos, su disciplina, su sacrificio, encontrarían en un tiempo récord la recompensa más inesperada: una medalla mundial. Pero hay veces que los cuentos tienen finales felices.
El final feliz no llega porque sí. Para alcanzarlo, hay que pasar por muchos preámbulos. Estar en forma durante mucho tiempo. Y concentrado. Y mejorar. Y aprender de los errores. Y baquetearte con los rivales. No creer que lo has hecho todo. No creer que no puedes hacer nada. Estar bien rodeado. Y, entonces sí, llegar al momento justo con todos los elementos adecuados para pelear.
Asier Martínez se había plantado en Eugene con discreción. A su alrededor, mucha expectación. En su interior, calma. Nerviosa, pero calma. Objetivo difícil y realista a la vez: intentar llegar a la final. Era el sexto del ranking de World Athletics por su sensacional regularidad en los últimos meses en las pruebas de alto nivel, Juegos Olímpicos, Diamond League, Europeo... Pero había mucha gente, demasiada, que corre más que él. Esos tíos que, hace cuatro días, el Asier más jovencito aún (tiene 22 años ahora) admiraba y veía como inalcanzables.
Grant Holloway. Estadounidense. 12.81, segunda marca de la historia. Técnica inmaculada. Devon Allen. Compatriota de Grant. 12.84. Líder del año. Impredecible. Hansle Parchment. Jamaicano. 12.91. Número 1 del ranking mundial. Y así sucesivamente. Lo curioso es que, hace nada, Asier miraba hacia arriba a los europeos: los franceses parecían de otro planeta. Y, después de codearse con los galos, con los ingleses, los polacos y los belgas, en mil batallas, mira de frente a los mejores del universo.
LOS RIVALES VAN DESAPARECIENDO
Tras inaugurar su Mundial con una gran primera plaza en la serie 3 y ver cómo caía por el camino uno de sus rivales, Daniel Roberts, Asier ya había hecho “lo más difícil” según su entrenador: pasar a semifinales. Roberts, otro de los cracks de EEUU, se había comido una valla y acabó por los suelos.
Todo suma. La regularidad, la técnica, el viento, pero también no fallar. No tropezar. Por eso Asier y François se exigen tanto en no rozar la valla. No todos pueden conseguirlo.
Al pasar a semis, Asier ya había forzado a la afición al atletismo y al deporte a pernoctar, a ponerse la alarma o a ver Netflix para hacer tiempo. 2:05. Primera carrera. Pasan los dos primeros y los dos mejores tiempos de las tres semifinales para elegir a los 8 llamados a la gloria. Holloway no da lugar a sorpresas y vence. 13.01. Su marca del año. El británico Zeller es segundo, lejos, 13.31. Se quedan muy rezagados otros gallos, como el francés Zhoya o el suizo Joseph. Hay que ser regular siempre.
Segunda semifinal. Es la hora de Asier. Trey Cunningham reina con comodidad, 13.07. En la calle 6, el navarro comienza mal, al lado del brasileño Rodrigues. Dos primeras vallas tocadas, último. Tercera, séptimo. Dos vallas más para igualar a dos atletas. A falta de tres obstáculos, pelea por ser quinto. Y de forma increíble se planta en la lucha en la octava valla. Progresa vertiginosamente y... ¿Segundo, tercero? Solo pasa uno de los dos. Finalmente, Q mayúscula y MMT para Asier por delante del jamaicano Broadbell (13.26 y 13.27). Eliminado, entre otros, Martinot-Lagarde, ídolo de Asier al que ya gana.
En la tercera semifinal, +2,5 de viento y mucho favorito junto. Q para Parchment (13.02) y Allen (13.09). Es la más rápida y se meten por tiempos Braithwaite (13.21) y Czykier (13.22). El de Asier es el séptimo tiempo de los ocho finalistas. Hay que esperar otras dos horas largas. Ojos abiertos.
En los tacos de salida, un hueco. Parchment, el líder del ranking de World Athletics, se ha lesionado en el calentamiento al golpear con una valla. Increíble. Otro favorito K.O. Disparo de los jueces. Otro disparo. Salida nula. No puede ser. Tensión. ¡Devon Allen! El estadounidense inicia un show. Que si no, que si corro bajo protesta, que si le digo de todo al juez... 0.099 de tiempo de reacción, cuando lo legal es 0.100. No hay nada que hacer y el de EEUU se va. Dos huecos en la final, calles 3 y 5. Tres favoritos se han quedado por el camino. Asier, ¿... y si?
Diez minutos después de la hora prevista y ajeno a todo, el niño que soñaba muy grande empieza su final. Los estadounidenses se escapan pronto. Él se toma su tiempo. Pega en la primera valla. ¡cuidado! Supera progresivamente a Zeller y Braithwaite. Pelea por la medalla en la calle 8. Increíble. En la 1, estira el cuerpo como si se fuera a tirar a la piscina, Czykier. Lo sentimos, atleta polaco, serás cuarto. Porque el bronce es para aquel chaval de Zizur que soñó tan alto que cuando se colgó la medalla, aún creía que no se habia despertado.