Arqueología
El dios persa que se escondía en el Museo de Navarra
Durante las excavaciones del yacimiento de Santacara se halló un grafito en un vaso de cerámica. Expuesto en el Museo de Navarra, ha sido estudiado por el arqueólogo navarro Pablo Ozcáriz, quien lo vincula al dios Mitra, de origen persa

Actualizado el 07/02/2023 a las 19:44
Pese a encontrarse expuesta en una vitrina del Museo de Navarra, la pieza parecía condenada a pasar desapercibida: un fragmento más de tantos que se han hallado de cerámica de terra sigillata, fundamentalmente empleada como vajilla de mesa.
El fragmento, que en su forma se asemeja a un actual bol, tenía cinco letras grabadas, ‘Mitrh’, probablemente el nombre de su propietario. Procedente de las excavaciones que se realizaron entre 1974 y 1982 en la ciudad romana de Cara (Santacara), desde hace décadas forma parte de la exposición permanente del Museo de Navarra. Sin embargo, tal como estaba colocada, no era posible leer la inscripción de forma correcta.
Fue a finales de 2021, momento en que el Museo de Navarra estaba ordenando sus vitrinas, cuando el arqueólogo pamplonés Pablo Ozcáriz, experto en grafitos del mundo antiguo, acudió a revisar las piezas expuestos con el objetivo de estudiarlas posteriormente.
De los cuatro o cinco grafitos que examinó, uno de ellos le llamó poderosamente la atención. Esas cinco letras, Mitrh, no respondían a un nombre común, sino a una deidad concreta. “El nombre es muy llamativo”, comenta Ozcáriz, que no duda en vincular esta sencilla cerámica al dios Mitra. De origen persa, su culto se extendió por todo el Imperio Romano durante los siglos I y II, momento en el que se produjo un “boom de religiones orientales”, en el que destacaron especialmente los cultos a la diosa egipcia Isis y a Mitra.
¿DIVINO O HUMANO?
Ozcáriz confirma que la pieza, “de cerámica de buena calidad”, también está datada en los siglos I y II, pero a la hora de interpretar esta inscripción, maneja dos teorías: la referencia directa al dios Mitra, “con lo que el recipiente sobre el que se escribió le pertenecería al dios”, o el que se trate de un nombre propio que tiene su origen en el nombre del dios. “Si se confirmara esta segunda teoría, estaríamos ante el primer caso que aparece en toda la Península Ibérica”, explica Ozcáriz. “Sería probablemente un esclavo o liberto procedente de Persia. Mediante su nombre, refleja que él o su familia venían de Persia”, apunta.
Era muy común que en la cerámica de uso doméstico figurasen nombres propios. “Aparecen en un porcentaje altísimo. De vez en cuando aparecen otro tipo de mensajes, como el aviso ‘Cave fur’ (Cuidado ladrón), o incluso insultos a posibles ladrones”, explica. “Aunque aún no está probado, existe la posibilidad de que el culto a Mitra llegase a Navarra”, comenta Ozcáriz. En la Península Ibérica existen testimonios de este culto en dos zonas: la costa mediterránea y el noroeste peninsular. “Probablemente fue difundido por funcionarios que venían de fuera para ejercer cargos administrativos. El culto a Mitra también era muy popular entre los soldados romanos, por eso también aparecen testimonios en el noroeste, donde hubo unidades militares como la Legio VII Gemina”, cita.
Ozcáriz menciona ejemplos similares de grafitos sobre cerámica dedicados a Mitra, concretamente localizados en Martigny (Suiza) y en Iulomagus (Angers, Francia). “Son inscripciones más extensas, que hablan de Mitra como un dios invicto. Al mismo tiempo son indicaciones de que esa vajilla le pertenece al dios porque se utilizaría para su culto, con lo cual Mitra sería su dueño”, explica.
En la Península Ibérica, hasta ahora se conservaban dos templos o mitreos dedicados a Mitra, uno en Tarragona y otro en Lugo. Justamente ayer apareció un tercer mitreo en Cabra (Córdoba), con numerosos restos de banquetes rituales.

UN CULTO MISTÉRICO, SOLO PARA INICIADOS
Procedente del mundo indo-iraní o persa, el culto al dios Mitra se difundió por el Imperio Romano a partir del siglo I, principalmente a través de las legiones romanas que habían combatido en Asia. “A diferencia del cristianismo, el mitraísmo era una religión de tipo mistérico: exigía pasar por un rito de iniciación”, cuenta Pablo Ozcáriz. El culto a Mitra, que excluía totalmente a las mujeres, se realizaba en templos denominados mitreos, ubicados en cuevas o lugares bajo tierra. Se llevaba a cabo en pequeñas hermandades que guardaban en secreto los rituales que practicaban.
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