Alice Guimaraes, actriz: "Llevamos 18 años con 'En un sol amarillo', nuestra obra sobre el peor terremoto de Bolivia y la corrupción"

El terremoto de Aiquile, considerado el peor terremoto de Bolivia del siglo XX, dejó decenas de muertos, centenares de heridos y casas destruidas o dañadas de forma irreparable en varias ciudades y comunidades campesinas el 22 de mayo de 1998. La ayuda internacional se cifró en casi 30 millones de dólares, y el gobierno de Bolivia organizó la distribución del dinero y la reconstrucción. No tardaron en circular voces sobre corrupción, robos, desvío de fondos y abusos. Seis años después, en 2004, la compañía boliviana Teatro de Los Andes llevó a los escenarios aquella situación tras haber viajado a la zona afectada y haber recogido testimonios sobrecogedores. Creó así 'En un sol amarillo. Memorias de un temblor', una obra que reflexiona sobre la tragedia y la corrupción, que recuenta la historia de una comunidad frente a la devastación. Se ha representado en varias ciudades bolivianas, en otras tantas de América Latina (Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú, Colombia, El Salvador, Costa Rica y República Dominicana), de Europa (España, Italia, Dinamarca, Alemania, Bélgica y Francia), de EE UU (Nueva York y Los Ángeles) y de la India. Sigue en cartel: acaba de visitar Madrid y Almagro y la noche de este sábado, Olite. Desde el inicio ha mantenido su papel en la obra la actriz brasileña Alice Guimaraes, que entró al Teatro de Los Andes cuando llegó a Bolivia, en 1998. Usted llegó a Bolivia y a la compañía el año de aquel terremoto. Justo entonces. Estábamos de gira con una obra y atravesamos Aiquile hacia Cochabamba, La Paz... y estando en La Paz se produjo el terremoto. A la vuelta pasamos de nuevo por Aiquile y ya no había pueblo: estaba todo destruido. La visión fue impresionante. Habíamos pasado por un pueblo y días después estaba todo por tierra. Fue muy fuerte. ¿Haber visto este pueblo antes y después de la destrucción les llevó a crear 'En un sol amarillo'? Fue uno de los motivos. Y otro, muy importante, que en 2003 una amiga periodista estaba en el Gobierno al cargo de una delegación de investigación sobre la corrupción de gobiernos anteriores y sobre qué había ocurrido tras el terremoto de Aiquile. Porque Bolivia había recibido mucho dinero de ayudas internacionales y había habido una corrupción tremenda, sobre todo por parte de los militares. Nuestra amiga nos dio mucho material sobre lo ocurrido. Por desgracia, la corrupción está muy presente en América Latina, en Bolivia especialmente, y nosotros queríamos hablar de eso también. Fue la otra motivación por la que quisimos hacer la obra. ¿Los testimonios que recogieron fueron imprescindibles? Son sobrecogedores. En un principio, la obra tenía dos actos, pero tras hacerla un tiempo la redujimos a un acto para que el producto artístico estuviera más logrado. Lo principal es el impacto de un desastre natural, aunque también que, siendo una zona sísmica, las casas no se construyen para soportar terremotos, no existe preparación para la gente de qué hacer si se producen... Todo es muy precario, con comunidades campesinas en lugares de difícil acceso, de dos días a pie, zonas muy pobres a las que el terremoto destruyó lo poco que tenían. Fue muy dramático. Queríamos mostrar la vivencia de las personas, primero con el terremoto y después con la corrupción. ¿Qué supone para la compañía En un sol amarillo 18 años después de su estreno? Es una obra muy importante para el Teatro de Los Andes. Fue elaborada y estrenada en un momento de crisis del grupo. Éramos nueve actores y habíamos estrenado en 2000 La Ilíada, pero tras las últimas funciones en 2003 salieron del grupo cinco personas. Nos encontramos en un momento sin obra, teniendo en cuenta además que en Bolivia no hay apoyos al arte y a la cultura, y menos al teatro, de modo que vivimos de las funciones y de los talleres. Para entonces nuestro director, César Brie, ya había tenido la idea de hablar de la corrupción, y la necesidad nos llevó a crear la obra. Es la que más rápido hemos creado: dos meses de investigación y tres de montaje, para nosotros un récord. Y ha resultado la obra con más representaciones y que ha ido a más lugares del mundo en la historia del Teatro de Los Andes. ¿Por qué continua estando en cartel 18 años después? Aunque trata un tema específico de la historia reciente de Bolivia, tiene un carácter universal, justamente porque habla de la condición humana frente a la naturaleza; de la cuestión de la pérdida, del luto, de eso inexorable que no puedes dominar, y de la corrupción y del horror de que, frente a algo tan terrible como un terremoto, todavía puede haber gente que se aprovecha de la situación y hace más difícil la vida de quien la sufre. Esto ha tenido muchísima repercusión. La obra la revisitamos y ajustamos, pero continua muy vigente. Habla de la humanidad, de algo muy atávico al ser humano, y tiene un carácter político y de denuncia bastante fuerte, pero sin querer imponer un discurso, sino más bien dejar preguntas en el aire. En el Teatro de Los Andes la forma de trabajar es la creación colectiva de directores y actores. Muchos grupos de Latinoamérica se han creado y fundado con esa característica del trabajo colectivo porque la cuestión comunitaria es muy fuerte. Allí los actores no somos solo intérpretes, no solo trabajamos con nuestro cuerpo, nuestra voz, nuestra capacidad de crear personajes... sino que también somos creadores, con visión y conocimiento de la escena y de todos los elementos que la componen, de modo que alguna vez también hemos dirigido. Y el director es uno más en el proceso de creación y tiene un rol: ver todas las propuestas creativas, seleccionarlas y tener la última palabra respecto al montaje. Trabajamos con directores en los que confiamos plenamente porque son quienes van a decidir finalmente qué se queda y qué no, pero al mismo tiempo tenemos mucha autonomía. ¿De dónde viene el título 'En un sol amarillo'? Muchas de las entrevistas a los campesinos fueron realizadas en idioma quechua, que habla en metáforas, con una estructura de pensamiento muy diferente. El texto está construido sobre los testimonios de las personas, y César Brie, que es un gran dramaturgo, poetizó estos testimonios, aunque muchas de las palabras y de las expresiones están tal cual, como cuando un campesino describió el terremoto diciendo “no entendíamos qué pasaba, era como si estuviéramos dentro de un sol amarillo” y otro, que parecía que el temblor había sido en el cielo, que “eran las estrellas las que habían temblado”. En la obra hay pura poesía que dijeron los campesinos. ¿Vieron la obra en Aiquile? Sí, en mayo de 2004, en el aniversario del terremoto. Es un lugar pequeño que no tiene teatro, pero fuimos una semana antes y prácticamente construimos uno. En el público había quien se habían convertido en personaje, y fue muy emocionante y muy bonito: les gustó que se hablara de esto para que no se olvidara, por hacer memoria de lo ocurrido, también de las vidas que se perdieron y de la barbaridad que fue la corrupción. En América Latina se habla mucho de la cuestión de la memoria: las cosas se olvidan y se pierden muy fácilmente. Por eso hablar de esto y hacerlo presente con el teatro fue importante para la gente de allí.

Alice Guimaraes, actriz: "Llevamos 18 años con 'En un sol amarillo', nuestra obra sobre el peor terremoto de Bolivia y la corrupción"

Este montaje que llega la noche de este sábado a La Cava de Olite ha girado por América Latina, Europa, EE UU e India. Su carácter universal la ha convertido en la obra más importante de la compañía boliviana Teatro de Los Andes. La actriz Alice Guimaraes forma parte del cartel desde el inicio

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