Tribuna histórica
Primeras noticias del Corpus en Pamplona
Este viernes se celebra la festividad del Corpus Christi. Su procesión la instituyó el obispo Barbazán en el siglo XIV, pero las primeras noticias sobre cómo se celebraba datan de 1559, cuando fue descrita en las actas del consistorio pamplonés

- Juan José Martinena
Aunque parece ser que el origen de la procesión del Corpus en nuestra ciudad se remonta al siglo XIV, en torno al año 1320, cuando el obispo don Arnaldo Barbazán la estableció, cumpliendo un mandato del papa Juan XXII, sin embargo no tenemos noticias de cómo se celebraba, hasta que a mediados del XVI empiezan a aparecer en las actas del Regimiento, que era como entonces se denominaba al Ayuntamiento. Los libros de actas, que aquí se conocían como de consultas, se conservan en el Archivo Municipal y constituyen una fuente imprescindible para conocer la historia de Pamplona. Actualmente están digitalizados y pueden ser consultados por cualquier ciudadano que sepa leer la escritura de la época. Aunque dan comienzo en septiembre de 1556, la primera reseña que he podido ver es la de la procesión de 1559, que aquel año tuvo lugar el jueves 25 de mayo. Así se describe en el acta correspondiente a ese día: “Jueves día del Sacramento, a veynte y cinco de mayo de mil y quinientos cinquenta y nuebe años, habiendo ido el Regimiento a la Seo desta ciudad para ir en la procesión con el Corpus Domini por esta ciudad, salieron en ella desde la dicha Yglesia el señor don Álbaro de Moscoso, Obispo de Pamplona, con su mitra, revestido de pontifical, con el Cabildo y clerecía de las cuatro parroquias y con las órdenes (comunidades religiosas) desta ciudad y los señores del Real Consejo y el dicho Regimiento con el pueblo desta ciudad. Y el cabildo sacó el palio de la dicha Iglesia hasta fuera de lo sagrado, hasta la endrecera de la imagen de Nuestra Señora que está cabo la hospitalería de la dicha Seo y allí lo entregó a los Alcaldes y Regimiento desta ciudad para que lo llebasen, y así lo tomaron los señores Alcalde y regidores y el señor licenciado Espinosa, Regente deste Reino, y fueron por este orden: que el primer palo del dicho palio de la mano derecha llebó el señor licenciado Vayo, cabo del regimiento y el primer palo de la mano izquierda llebó el señor licenciado Ozcáriz, bien así cabo del regimiento, y el segundo palo de la mano derecha del dicho palio llebó el señor regente y el segundo palo de la misma ylera de la mano izquierda, el señor Joan de Jaqua, alcalde ordinario desta ciudad, y el tercer palo de la mano derecha llebó el señor doctor Arbiçu, regidor segundo del burgo, y el palo de la mano izquierda llebó el señor Sancho de Echálaz, regidor segundo de la población. De manera que el dicho palio tiene seis palos, tres de cada parte, y lo lleban seis hombres, y los delanteros yban como está dicho los dos cabos del regimiento, el del burgo y el de la población, y en los segundos el señor regente y el señor alcalde desta ciudad, y en los terceros, el segundo del burgo y el segundo de la población; y no interbino en llebar el palio el señor Francés de Aguirre, cabo del regimiento en la Nabarrería, por estar fuera deste reino entonces”.
De la importancia que tenía la festividad, no sólo en lo religioso, sino también en el plano institucional y en la vida social de Pamplona, nos da idea el hecho de que el Privilegio de la Unión otorgado por Carlos III el Noble en 1423, por el que se rigió el municipio desde ese año hasta 1836, dedica el capítulo quinto de los 29 de que consta a fijar de manera oficial para lo sucesivo “cómo e por cuáles personas se debe llevar el palio por la ciudad”. Y lo hace de la forma siguiente: la primera vara de la derecha, la deberá llevar el alcalde; la primera de la izquierda, el regidor cabo del burgo de San Cernin; la segunda de la derecha, el regidor cabo de la población de San Nicolás; la segunda de la izquierda, el regidor cabo de la Navarrería; la tercera de la derecha, uno de los regidores del burgo, y la tercera de la izquierda, uno de los de la población. Y en previsión de que en el futuro, como así ocurrió, se añadieran nuevas varas al palio, se dice también: “Et si más bastones hubiere, los repartan en la forma sobredicha”.
Si cotejamos lo que dice el acta municipal de 1559 con lo que establecía el Privilegio de la Unión, observamos que para esa fecha se había producido algún cambio. Aparte de en el orden de las varas, se ve otra novedad de mayor calado, como es la de invitar a llevar una de ellas al Regente del Real Consejo. El Ayuntamiento no daba puntada sin hilo y, en aquellos tiempos en que las preeminencias -el afán de figurar- eran uno de los bienes más codiciados, entendía que ceder un honor tan singular al magistrado de mayor jerarquía, podía contribuir a tenerlo propicio en lo referente a los asuntos de la ciudad. No hay que olvidar que el Consejo, aparte de sus funciones en lo judicial como tribunal supremo del Reino, tenía asignadas importantes atribuciones de carácter gubernativo, entre ellas el superior control de los ayuntamientos, incluido el de Pamplona, lo que dio lugar a no pocos conflictos -alguno de ellos grave- desde la incorporación de Navarra a Castilla en 1512-15 hasta 1836, en que fue suprimido como tal y sustituido por una Audiencia Territorial. Siguiendo en esta línea de dar coba al poder, al año siguiente -1560- los regidores dieron un paso más y tomaron el acuerdo de invitar a llevar el palio, no sólo al Regente del Consejo sino también al propio Virrey. No les debió de resultar mal la novedad, porque la repitieron en los años sucesivos.
No deja de sorprender el hecho de que la citada acta del año 1559 no diga apenas nada de cómo era y por dónde iba la procesión, limitándose a dejar constancia de qué personas portaron los varales. Con el paso de los años, los secretarios empezaron a ser más prolijos a la hora de redactarlas, de manera que las actas de los siglos XVII y XVIII vienen a ser una crónica detallada del orden y desarrollo del desfile eucarístico, dando cuenta muchas veces de incidentes o noticias de interés para la historia de la ciudad. Sabemos que aparte de las autoridades civiles, acudían todos los gremios y cofradías, así como el clero regular y secular. Iban delante las comunidades de los numerosos conventos de la ciudad, detrás el clero de las cuatro parroquias que había entonces y por último el cabildo de la catedral, presidido por el obispo. Respecto a los gremios, para evitar los incidentes que ocurrían a menudo, en 1610 se publicó un decreto que establecía el orden en que debían desfilar, que era el siguiente: labradores, molineros, horneros y panaderos, basteros, zapateros, cordeleros, albañiles, carpinteros, pelaires, sastres y calceteros. Al terminar la procesión, al volver de la catedral, dos de los gremios batían las banderas en la plaza consistorial y el regidor abanderado ponía por encima la de la ciudad, formando una cruz. Y acto seguido, alcalde y regidores se despedían de los gremios y público asistente haciéndose mutuas cortesías.
En 1598, el Ayuntamiento mandó hacer un nuevo palio con ocho varas, dos más que las que tenía el antiguo. La noticia la recoge puntualmente el libro de actas: “Este año, a causa de haber hecho unas andas grandes de plata el Señor Obispo don Antonio Zapata para llevar la custodia, el palio de antes vino a resultar muy pequeño, y así el Regimiento hizo a su costa un palio nuevo de tafetán blanco, con su franja de oro fino, y por ser grande, se le añadieron dos varas más”. Gracias a este aumento del número de varas, los regidores pudieron invitar al virrey y al regente del Consejo a llevar las dos terceras, que eran las más cercanas a la custodia.
El recorrido de la procesión era en el siglo XVI el mismo que se mantuvo hasta el año 1973 y que después ha sufrido numerosas modificaciones. Salía de la Catedral por la puerta de San José y bajaba por Navarrería, Mercaderes, Plaza Consistorial, calles San Saturnino y Mayor, bosquecillo de la Taconera, San Antón, Zapatería, Pozoblanco, plaza del Castillo, que se atravesaba por su mitad, donde ahora está el quiosco, Estafeta, Mercaderes y Curia, entrando en la Catedral por la puerta principal.
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