Jesús Mauleón se refugia en la poesía para sortear la pandemia en una residencia

Había cumplido 75 años Jesús Mauleón Heredia cuando escribió 'Apasionado adiós', una especie de testamento poético. Se veía con vitalidad, y quiso despedirse así, a tiempo, de todo lo bueno que le había tocado en la vida. Diez años después no cree que se precipitase. “Todavía no he corrido del todo a refugiarme en las tablas”, resume tirando de símil taurino. La muerte es algo que ha estado muy presente en su obra, como en Este debido llanto, que escribió tras la muerte de su madre. Aquel duelo le duró mes y medio, en un estado de “sosegada furia o de éxtasis”, según describe; el tiempo que tardó en escribir el poemario. Mauleón no escribe todos los días y de hecho ha compuesto una buena parte de su obra literaria mientras desempeñaba otros trabajos, como profesor, párroco rural en Navaz, Unzu, Ollacarizqueta y Garciriáin, delegado diocesano de medios de comunicación con el arzobispo José María Cirarda. Además, Mauleón (Arróniz, 1936) es licenciado en Filosofía y Letras, sacerdote, fundador de la revista de poesía Río Arga, impulsor del Ateneo Navarro y semifinalista del premio Nadal por Osasuna se traduce la salud. Después de la jubilación sí que pudo dedicar más tiempo a la escritura, aunque con lo que él llama intervalos de sequía. “Yo no sé escribir si no me ocurre nada importante o no veo algo importante a mi alrededor”, admite. Lamentablemente esta última temporada no ha tenido ese problema. Su último poemario, 'Confinada voz', recoge 50 poemas escritos en la residencia de Pamplona en la que vive actualmente, durante la pandemia. El libro será presentado hoy a las 19 horas en Civivox Condestable de Pamplona, en un acto organizado por el Ateneo Navarro y presentado por el último premio Príncipe de Viana de la Cultura, Pedro Salaberri. La Covid-19 sobrevuela las páginas del libro. En la residencia donde vive se murieron cinco compañeros, uno de ellos más tarde, y otros fueron hospitalizados, en ocasiones muy graves. “En esas circunstancias no pude escribir un solo verso”, acepta. Ya en la segunda ola, más sosegado, pudo componer Confinada voz casi de un tirón. Si la pandemia ha causado estragos, en las residencias la situación fue dramática. “En la famosa residencia madrileña en la que tanto se ensañó la pandemia falleció una pariente mía, la tía Adela, viuda de un hermano de mi madre”, cuenta Mauleón. “A los hijos, mis primos carnales, se los llevaba el diablo aquellos días. Ni siquiera se contó debidamente el número de fallecidos”, manifiesta. A esto le dedica un poema, Muertos en la niebla. La muerte, la fugacidad de la vida, es un tema que ha cultivado desde hace tiempo. Hay poemas en este último libro en los que la vejez y la niñez se conectan. “Supongo que la vejez avanzada puede llevar la autonomía de los ancianos a la ingenuidad y la impotencia inerme de la infancia”, señala el poeta. “Ese saberse en parte niños tiene también que ver con la consideración del Creador como Padre”, observa. Mauleón cuenta con “invitados” en los poemas. Algunos más sorprendentes como Maradona, a quien vio jugar en el Sacar y del que le resulta chocante que tanta gente lo proclame dios. O Tomás Yerro, que pasó de ser alumno a maestro. Lo conoció a sus 16-17 años, como el alumno de literatura más dotado que ha conocido. “Un verdadero superdotado”, asegura. Aquella amistad fue de por vida. Yerro leyó la mayoría de los originales de Mauleón y le acompañó en varias presentaciones de sus libros. Su muerte, otra vez la muerte, la sintió Mauleón como la de un familiar. “Me ocurrió en su fallecimiento algo nuevo para mí”, explica. “Varios amigos me dieron el pésame como se me hubiera muerto un pariente cercano, pero yo fui solo uno más de los muchos, muchos amigos que tuvieron la suerte de conocerlo y tratarlo”, rememora. Las despedidas a amigos fallecidos no son fáciles. “La fe, la fe ayuda siempre”, confiesa.”En la fe, no siempre fácil, en la fe activa y laboriosa tenemos un arma maravillosa para afrontar, mirando a lo alto, nuestras propias limitaciones”, señala Mauleón, que escribe los poemas a mano, y la prosa a ordenador: “En esta residencia con mucho orden y silencio en las habitaciones hay tiempo para todo y resulta muy fácil concentrarse sin ningún rito especial”.

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El Ateneo, de la mano Pedro Salaberri, presenta este martes a las 19 horas en el Condestable el último poemario del poeta y sacerdote, ‘Confinada voz’

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