Música
Ororbia homenajea a Lina Huarte, su soprano de fama internacional
La pandemia obligó a retrasar un homenaje que se llevó a cabo este sábado en presencia de los familiares de Lina Huarte-Mendicoa

- Javier Estévez
A mediados del siglo XX, en un contexto desolador debido a las consecuencias de la II Guerra Mundial, hubo personas que intentaron recuperar el brillo de la sociedad a través de la música. Una de ellas fue Lina Huarte-Mendicoa Gerona (Ororbia, 1928-Madrid, 2017), soprano a la que se rindió este sábado un homenaje en Ororbia, su localidad natal, en señal de respeto por la grandeza de su carrera, que la llevó a gozar del reconocimiento del público español, uruguayo e italiano, entre otros.
La Escuela de Música de la Cendea de Olza y Orkoien fue la primera parada del acto. Allí, los hijos de la soprano, Esteban e Ignacio Astarloa, ante la atenta mirada de los familiares de Huarte y las autoridades del ayuntamiento de la Cendea de Olza, descubrieron la placa en homenaje a Lina Huarte. Situación que aprovechó Ignacio Astarloa (antiguo diputado en el Congreso de los Diputados) para mostrar su agradecimiento a los allí presentes y recordar la figura de su madre y de varios de sus compañeros en la ópera, entre los que destacó nombres como los de Esteban Astarloa (padre de Esteban e Ignacio y marido de Lina Huarte), Alfredo Kraus y Teresa Berganza. “Una generación de gente que ha hecho brillar la música española extraordinariamente por el mundo”, resumió Astarloa.
Después, el homenaje se trasladó al Parque Gladys de Ororbia, en la trasera del Centro Cultural de la localidad, donde las sopranos Lola Elorza y Leire de Antonio, con Miguel Ángel Aguirre al piano, interpretaron ante hijos, nueras y nietos de Lina Huarte, las concejalas de Cultura e Igualdad del Ayuntamiento de la Cendea de Olza y algunos vecinos curiosos varias obras que fueron cantadas en las décadas de 1950 y 1960 por la cantante de ópera de Ororbia. 'La petenera', 'Madre de mis amores', 'Las carceleras', 'Cecilia Valdés' y 'Todas las mañanitas' fueron las piezas escogidas para poner una nota musical imprescindible en un acto de recuerdo a una de las mejores sopranos de la historia de Navarra.

“Todos los músicos españoles son navarros”
“Todos los músicos españoles son navarros”, escribió Benito Pérez Galdós en el Volumen II de sus Obras inéditas. Esta cita sirvió de inspiración a Óscar Salvoch para iniciar una serie de biografías sobre músicos navarros. Y, gracias a la investigación realizada para escribir las biografías, Salvoch descubrió que Lina Huarte no nació en Pamplona, sino en Ororbia. De hecho, tal y como reconoce Ignacio Astarloa, hijo de la soprano, “hablaba de Ororbia con un recuerdo enorme”. Pero nadie en el pueblo era consciente de que allí había nacido una cantante de ópera reconocida a nivel internacional.
Algo que Salvoch, con ayuda del ayuntamiento de la Cendea de Olza, se encargó de cambiar. Lina Huarte era una mujer coqueta, recelosa de su intimidad (no concedía fotos ni entrevistas) y amante de la ópera pero aborrecedora de las insidias y envidias que la rodean. Un ambiente que provocó un retiro prematuro (a los 41 años) de una de las mejores voces que han surgido de las tierras navarras. Una voz que llenó teatros en España, Uruguay e Italia. No obstante, a pesar de su decisión de vivir la música “desde la barrera”, como describe Salvoch, continuó acudiendo con asiduidad a las funciones de ópera y zarzuela en Madrid y prestando especial atención a los cantantes emergentes.
Aunque, si hay que destacar una figura musical por la que Huarte sentía especial devoción, esa es la de Julián Gayarre. Un amor que plasmó en su interés por participar en la película Gayarre (dirigida por Domingo Viladomat y estrenada en 1959) y por realizar el prólogo del libro Julián Gayarre: la voz del paraíso (escrito por Óscar Salvoch en 2015).
Al igual que Lina Huarte admiraba a Gayarre, ahora los habitantes de Ororbia pueden encontrar en Huarte un referente musical al que idolatrar con orgullo. El mismo orgullo que sentía ella de haber nacido en Ororbia, un pequeño pueblo de la Comarca de Pamplona que Lina Huarte se encargó de poner en el mapa internacional a pesar de que allí nadie la conocía.