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Obituarios

Tomás Yerro, profesor y escritor

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Tomás Yerro, profesor y escritor
  • Ricardo Marín
Publicado el 14/04/2021 a las 08:33
Una mañana cualquiera. La recuerdo soleada, tal vez primavera de 2019. Nos encontramos altura de Iturrama con Pío XII y continuamos paseando hasta la proximidad de Baja Navarra. Tomás Yerro. Querido profesor de Literatura. En esa mañana en la que nos causó una gran alegría el reencuentro, me fuiste desgranando, con una gran tranquilidad, la breve historia de la patología maligna que te acechaba y había sobrevenido no hacía mucho tiempo. Semblante tranquilo, que irradiaba confianza, me comentabas que te encontrabas muy bien y que creías haberlo superado con cierto exito según los galenos que te atendían. Fueron quince o veinte minutos, caminando despacio y saboreando tus comentarios, yo no hacía más que escucharte y transmitirte mi alegría por verte y por que todo se fuese difuminando y resultase tan solo un mal recuerdo.
71 años. Te has ido muy pronto, demasiado, nos hacías falta a todos los que te conocíamos y habíamos bebido de tu sabiduría y bien hacer en las clases del Aula de la Experiencia. Te esperábamos con impaciencia para escuchar el tema que nos traías. Buenos días... Y comenzabas. Un torrente de discurso dialéctico, sobre retórica, poesía, novela, crónica. Todo se desarrollaba sin perder un minuto, pues querías que nos empapásemos de tu sabiduría aquellos jóvenes de ilusión y maduros de experiencia. Recuerdo haberte dicho, con perdón, ¿cuándo respiras? Porque tomabas carrerilla dialéctica y era un río caudaloso de palabras, sin parar, todas hilvanadas y sabias.
Sin duda, el mejor profesor de Literatura que recuerdo y he tenido algunos, allá por los años sesenta, en el seminario de Vic. Nos animabas a escribir algún artículo durante el curso y supongo que fuimos muchos los que te secundamos e hicimos caso. Tú nos corregías lo escrito y siempre nos ofrecías caminos, detalles, afirmaciones, puntadas, y además nos ponías al final una postdata, ofreciéndonos tu ayuda y animando a seguir escribiendo. Guardo con cariño una posdata de tus palabras de aliento y te aseguro que no me desprenderé de ella, en tu recuerdo.
Siempre te acordabas de preguntarme qué tal iba la armonía y el canto. Apareciste varias tardes con motivo de algún funeral y te acercabas a felicitarnos con cariño y alegrarte de que íbamos progresando adecuadamente con la coral Parroquia Corazón de Jesús. ¡Vamos a ir a cantar a Lerín el Día de Navarra! Si puedo, allí estaré. No me faltó nunca tu palabra de aliento.
Este último sábado de Pascua no ha sido de alegría ni de gloria. Bueno, sí... Seguro que has llegado a tu nueva vida y, con las alforjas llenas de tu trabajo, habrás dado ya tu lección magistral y poco a poco habrán salido, sobrevolando, alegorías, paradojas, memonimias, metáforas, un sinfín de enseñanzas que, a buen seguro, perdurarán en el tiempo en todas las personas que te conocimos.
Un saludo fuerte para toda tu familia, toda ella. Tomás, hasta siempre. Descansa, te recordaremos.
El autor ha sido alumno del fallecido
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