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ENTREVISTA
María Ángeles Mezquíriz

María Ángeles Mezquíriz: “La arqueología me ha apasionado y me ha divertido, todavía hoy lo hace”

Con 92 años cumplidos en febrero, presentó el viernes un libro en la catedral de Pamplona. Arqueóloga reputada internacionalmente, un hito en Navarra, aún le gusta ir a las excavacione

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“La arqueología me ha apasionado y me ha divertido, todavía hoy lo hace”
Actualizado el 14/03/2021 a las 06:00
María Ángeles Mezquíriz Irujo (Falces, 1929) presentó este viernes un libro en Pamplona. Con 92 años. Con la naturalidad que le aporta un bagaje sólido, casi pétreo, y con la ilusión y la mirada atenta de un principiante. Doctora, profesora, museóloga, la arqueología le ha apasionado y le ha divertido, y todavía lo hace. Lo confiesa ella, pero no es necesario. Se desliza en cada frase, en sus gestos, en solo diez minutos de conversación.
Su currículum es largo. Mucho. Sobre todo es denso. Directora del Museo de Navarra durante más de cuatro décadas, profesora en la Universidad de Navarra, arqueóloga incansable, ha dirigido las principales excavaciones de las últimas décadas en Navarra. Puede ser un buen ejemplo para este domingo que cierra la semana en que se ha celebrado el día de la Mujer. María Ángeles Mezquíriz, madre de seis hijos, regala pinceladas de su prolija andadura en la sacristía rococó de la catedral de Pamplona, poco después de presentar, junto a Mercedes Unzu, coautora, Arqueología en la catedral de Pamplona. El origen del culto cristiano. Es una mujer alta, de mirada azul, melena cana y manos como de arqueóloga pianista, adornados con dos anillos tan sencillos como los que habrá encontrado en alguna excavación quién sabe dónde. En las orejas, dos perlitas blancas. Desciende, como quien cruza una puerta, las escaleras de andamio habilitadas para acceder a la cripta románica que ella y Mercedes Unzu descubrieron en la catedral. Acostumbrada está al subsuelo de una ciudad que, consideran no pocos, debe parte de su historia, la de Pompaelo, a esta mujer.
Dicen que lleva 70 años en la Arqueología...
Pues serán más. Estuve al principio un año y pico en Italia, allí aprendí yo las cuestiones de excavación, luego vine y en el Museo de Navarra, donde trabajé en Arqueología, estuve más de 40 años de directora y luego de seguido, siempre pendiente, excavando. No lo he dejado prácticamente, sobre todo luego estudiando los hallazgos, claro. Porque una cosa es hacer las excavaciones, que eso es casi lo más divertido, un trabajo en el campo, pero luego hay que analizar todos los pedacitos de cerámica, todas las monedas, todo lo que sale. Y, además, buscarle su explicación. ¿Qué quiere decir eso?, ¿de qué trata? Por ejemplo, un espacio que descubrimos, qué es, de qué servía... Todas esas cosas son muy apasionantes.
¿Todavía le sigue apasionando?
Ah sí, sí.
¿Y sigue en activo con 92 años?
La verdad, en activo ya... Tengo 92 años o sea que. Pues no sé, pero seguir sigo sí, sí, he trabajado mucho con Mercedes Unzu, ella sigue trabajando y cuando descubre algo interesante me llama y me dice oye, te interesa ir y me lleva a ver las cosas y participó un poco de eso, en ver lo que pasa y lo que hacen. Sí, sigo con la afición, eso se queda, no se olvida.
¿Cómo transcurre ahora un día normal en su vida?
Un día normal, tengo una vida muy tranquila, de persona mayor. Por las mañanas suelo pasear y por las tardes normalmente no salgo, salvo que tenga algo concreto.
¿Lee mucho?
Sí, eso sí, aunque también tengo que decir que ya, con estos años... Lo que me gusta, por ejemplo, hacer crucigramas, es una pasión, me encanta, me divierte muchísimo. Pero claro, a veces ya me tengo que poner un límite y digo más de dos crucigramas no voy a hacer al día, porque me meto con tal intensidad a descubrir y a pensar, que ya no, mi cabeza no está para muchos esfuerzos. Entonces, a veces acabo con dolor de cabeza. Pero hago cosas de esas.
Madre de seis hijos. ¿Y nietos?
Seis hijos y catorce nietos.
¿Alguno ha seguido sus pasos profesionales?
No, ninguno. Bueno, tengo una que hizo Restauración Arqueológica y estuvo trabajando bastantes años en ello.
Es usted un buen ejemplo para el Día de la Mujer...
Bueno, yo es que cuando hablan... Cuando yo empecé, cuando entré en el Museo y todo eso, no se podía suponer, una mujer... A mí lo que me abrió mucho fue viajar, salir de aquí porque era ver otro mundo, aquello fue muchísimo para mi formación, primero que aprendí mucho, pero que también vi muchas cosas, gente muy diferente.
¿Y pudo compaginar toda esa actividad profesional con la crianza, con la familia?
Claro sí. Bueno, son otras épocas, pero había ayuda. Yo tuve una mujer en casa que ha estado 25 años, hasta que se ha jubilado y seguimos siendo... Bueno, hablamos prácticamente todos los días, porque nos queremos mucho. Ha sido para mí un apoyo tremendo. Yo me tenía que ir al Museo y tener una persona de toda confianza y que además se interesaba mucho, porque es una persona muy buena, que se interesa. No está trabajando por un dinero. No, pone su corazón. Para mí eso ha sido una gran ayuda.
Porque, además, ha viajado mucho.
Lo que hace falta en la Arqueología, fundamentalmente, es viajar. Es necesario viajar. Recuerdo cuando fui a mi primer congreso, en Alcoy. Yo iba por la ilusión de ver Moros y Cristianos, tenía 21 años. Allí me encontré con los maestros mayores en Arqueología. Uno de ellos me preguntó: ¿Usted quiere ser arqueóloga? No ganará mucho dinero, pero tendrá que viajar mucho. Me he acordado muchas veces de él. Así ha sido. Esto es aquello que él me dijo, pensé muchas veces. He viajado y he sido especialista en ruinas, como me comentó un amigo.
¿Sigue viajando?
No, ya no. El turismo siempre es cansado, y el arqueológico más. Siempre subiendo y bajando, de un lado para otro. Entre piedras y ruinas.
¿Tiene un recuerdo especial de algún lugar?
Hay tantos sitios... Me han gustado muchos y algunos ahora están destruidos. Siria es uno de los sitios más bonitos que he conocido: Palmira, Alepo..., eran ciudades maravillosas y las han destrozado. Me parecieron enormes, cómo habrá quedado todo... He estado en la India, en fin, pero me gustaba más nuestra cultura, moverme por Europa y también en África. Libia que acabó tan mal, me pareció un país fantástico. Tiene cosas griegas que no había en Grecia y lo mismo romanas que no están en Roma.
UN DENSO CURRÍCULUM

María Ángeles Mezquíriz es una profesional reconocida internacionalmente. “Figura crucial en la cultura de Navarra. Un antes y un después en su especialidad”, escribió de ella Fernando Pérez Ollo, en este periódico en 2005. Pionera en los estudios de cerámica romana, identificando y fechando la Terra Sigillata Hispánica. Este es solo un resumen de su extenso currículum:
Licenciada en Historia, doctora en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza, se especializó en Arqueología Romana en Italia. Directora del Museo de Navarra entre 1956 y 1998, donde trabajaba como conservadora desde 1953. Fue vocal de la Junta Superior de Museos del Ministerio de Cultura, entre 1979 y 1985 y vocal vicepresidenta del Comité Internacional de Museos, de 1986 a 1998. Ha recibido distintos premios, entre ellos la Cruz de Carlos III el Noble, en 2010. Ha dirigido excavaciones en el subsuelo de Pamplona, desde 1956, en niveles que corresponden desde l siglo I al IV. En Navarra ha dirigido decenas de excavaciones. Entre 1980 y 2000, las que sacaron a la luz la ciudad romana de Andelos, en Mendigorría. Fue profesora asociada en la Universidad de Navarra. Colaboradora de la institución Príncipe de Viana (presidió la Comisión de Excavaciones y Arqueología once años) , ha formado parte del Consejo Navarro de la Cultura, es miembro de distintas sociedades científicas internacionales.
Es autora de numerosas publicaciones, varios monográficos y más de 130 artículos. Distintos libros, entre ellos ‘Terra Sigillata Hispanica’, ‘La excavación estratigráfica de Pompaelo’, ‘La huella romana en Navarra’, ‘Museo de Navarra’, ‘Andelo ciudad romana’, ‘La villa romana de Arellano’.
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