Pablo Carbonell, artista con una mente prodigiosa
- Alfonso Orlando Machimbarrena
El domingo en Corella, con el pretexto de ser el día del padre y para soliviantar el dolor de no poder disfrutar de mis hijas - por desgracia mi querida ex mujer cumple años el mismo día que el célebre San José- me animé y me fui al teatro a ver el show del artista gaditano Pablo Carbonell.
Hacía años que le había visto en San Sebastián y me causó muy buena impresión, es de estos artistas que te transmiten buen rollito y que tienen a su alrededor un halo de energía positiva. Tímidamente salió al escenario con su guitarra a cuestas o más bien tranquilamente. Pablo no conoce la timidez y con humildad, picardía y mucho oficio comenzó a sumergirnos en un viaje espídico, con una retórica muy bien estudiada y que llega al público rápidamente, llenándolo de sonrisas y carcajadas. Una mente prodigiosa capaz de memorizar una hora y media de monólogos y canciones francamente difíciles de imitar y memorizar. La canción de las mujeres, Teruel y Ne mais quitte pan son la verdad desternillantes.
Con desparpajo y maestría canta y toca la guitarra lo mismo por sevillanas que por una jota aragonesa o por mi agüita amarilla, muy bien. En definitiva, un superviviente de los 80, lúcido y muy cultivado, con un toque de genialidad y esa sonrisa pícara e irreverente son la carta de presentación de este trovador del siglo XXI. Gracias a él pasé un domingo diferente y muy divertido.