Señora soledad
- Enrique S. Romá
No lo sabía, no había caído en la cuenta y ha tenido que ser Cristina, mi querida Cristina, la que me lo ha comentado como si tal cosa. Hablábamos de las ventajas y desventajas de vivir solo. De las ventajas de hacerlo cuando lo hacemos voluntariamente, cuando no queremos compartir el tiempo y el espacio doméstico, por una cuestión de supervivencia emocional, y de sus inconvenientes, que también debe tenerlos, aunque los desconozco. Cristina me ha hecho pensar sobre esto. Le he dado muchas vueltas y he llegado a la conclusión de que soy un afortunado de la vida porque tengo la suerte de vivir solo y acompañado a la vez, porque mi soledad es una señora soledad, una soledad que no cambio por nada del mundo.
Enrique S. Romá