Opinión
Leyendas

Publicado el 13/07/2022 a las 06:00
Él ahora tiene cuatro nietos, no perdona la bici y rara vez se acuesta más tarde de las 22.30. De hecho, si trasnocha, es porque se queda dormido en el sofá y su mujer lo llama desde la cama. A sus nietos seguro les parece que más o menos así ha sido siempre, pero no. Cuenta una leyenda que una vez, hace muchos años, vino con su amigo Ramón en moto a Sanfermines y se quedaron tres días y tres noches, durmiendo en los jardines de Pamplona, sucios, Ramón más flaco (a él la bici no le deja engordar ni jubilado), y felices.
Ella ahora es funcionaria, de las que redactan informes serios sobre cuentas públicas y gestión del dinero en la administración. Muchos números, demasiados para la mayoría de los mortales. Pero si, por casualidad, digamos que sin querer, combinamos varias de esas cifras, la leyenda nos lleva hasta su teléfono móvil, el mismo del instituto. El que una noche escribió en el brazo de un chico moreno que a la postre resultaría su marido. Alto y listo, tanto como para picar el anzuelo de sus ojos azules e inventarse que estudiaba Periodismo (aunque fuera en la UPNA) solo para hablar con ella. Tras aquel encuentro la conquistó y de ese código han nacido dos niños, altos y todavía más listos. También un gato imaginario, pero esa es otra historia.
Si me leen, pongamos que el gato, la funcionaria o el abuelo, que no se enfaden, que todo el mundo sabe que todo esto es una leyenda, que el gato no existe, que la escapada con Ramón quizá solo fueron dos noches, para regresar sin dormir al pueblo y pasarse el verano trabajando, y que la magia de San Fermín es precisamente esa. Volver a escuchar esa canción o brindar en ese bar. En resumen, revivir esa noche entre el 6 y el 14 de julio que la mayoría de los que vivimos en esta ciudad hemos bailado, sí, parte primordial de estas fiestas que sacuden nuestra rutina y nos contornean irreconocibles bajo el gorro de luces, las gafas de sol, el collar hawaiano y la vuvuzela. Leyendas.
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