Plaza Consistorial
Hotel Baluarte

- Jose Miguel Iriberri
No es fácil explicarle al turista que sí, que va en serio, que los toros pasan su última noche aquí, en este frente mural cargado de siglos, reconvertido para Sanfermines en una suite monumental. Régimen de media pensión, con cama, cena y desayuno. No faltan cosas para picar, mayormente a base de alfalfa y habas, caprichos de la moderna hostelería. ¿La cuenta? No hay cuenta. Cortesía de la casa. De la Casa de Misericordia de Pamplona, que gestiona el servicio, y de la Casa Consistorial, propietaria de la edificación. Los ganaderos no encontrarán mejor hotel que este siete estrellas. Figura en la guía mundial de los más prestigiosos alojamientos taurinos con el nombre de “Baluarte de Parma”. Hotel Baluarte de Parma.
El único inconveniente del contrato es que los huéspedes han de abandonar la habitación, inexcusable y precipitadamente, a las 08.00 horas. Desde recepción activan la alarma por un estrepitoso, pero simpático, sistema pirotécnico. No obstante, los clientes de la suite pueden sentirse halagados: es el mismo sistema que la ciudad emplea para anunciar las fiestas. Los fantasmas palaciegos de reyes, virreyes, capitanes generales, archiveros mayores del reino y demás vecinos del barrio ya saben de qué va la alarma. Ni caso.
¿De aquí salen los toros? ¿En serio? Este año, ante el esplendor del lugar, el turista desinformado se extraña todavía más del monumental hospedaje. El baluarte luce las piedras de sillería limpias y perfectas, como recién talladas por los canteros de la fortificación. Es verdad que a las viejas piedras las embellecen los estragos del tiempo, pero también es cierto que, en su vejez de siglos, un plan clínico de restauración les devuelve la juventud. El tratamiento del “Baluarte de Parma, y su baluarte bajo (corralillo)”, como informaba el ayuntamiento, ha costado 904.000 euros. Suma y sigue. Y seguirá. Es la historia de la plaza fuerte que fue Pamplona. La historia de sus ciudadanos, que al día siguiente de romper el cinturón mural ya estaban planificando su conservación.
Debe de dar pena abandonar semejante hotel. No es de extrañar que, de tanto en tanto, toros sibaritas e ilustrados se den la vuelta nada más salir, porque como en casa, en esta casa, en ninguna parte. Fue el caso de ‘Curioso’, que no tuvo la menor curiosidad por conocer Pamplona tras su gran noche de Parma. Y no hubo manera.
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