Opinión
La inicial

Actualizado el 06/07/2022 a las 13:57
Tenía que encontrarlo. No podía salir sin él. El tiempo se me echaba encima mientras escarbaba en mi memoria y pensaba dónde diablos lo había dejado hacía un año. Revolví cajones, armarios, estanterías... Empezaba a ponerme nerviosa. Aparecían otros pañuelos, unos más rojos que otros, todos con tiempo vivido y alguno deshilachado. No conseguía llegar al que buscaba, al de la letra marcada en una esquina con rotulador negro.
Metí la mano, todavía adolescente. El brazo estirado hasta el fondo del aquel cajón que costaba tanto abrir, santuario de recuerdos. Noté algo que me estremeció. Supe qué era. Lo agarré fuerte y lo saqué dentro de un puño cerrado con fuerza, con miedo a que se escapara por el camino. Lo tenía. Era. Abrí rápidamente la mano. Estiré el pañuelo y la vi. Ahí estaba la inicial. La de un nombre que no era el mío. La primera letra de mi nombre estaba, lo sabía con seguridad, en otro pañuelo, lejos, más lejos de lo que hubiera deseado nunca.
La tinta seguía oscura, incrustada. Con tanta emoción fue escrita que el tiempo no había osado borrar ni una pizca de ella. Miré y miré el pañuelo, lo escudriñé, buscando leer algo más que una letra, intentando descubrir algo que no sabía que era inexistente. Mientras lo planchaba con cuidado y calma, a baja temperatura, alisando el tiempo, bordeando la letra para no tocarla, inicié un viaje al 14 de julio del año anterior, cuando se despidió el dueño de la inicial. La plancha, tierna, ardiente y lenta, pasaba sobre cada día vivido desde aquel 6 de julio, cuando marcamos los pañuelos con nuestras iniciales y nos los intercambiamos. “Para siempre”, dijimos. Como si el futuro nos perteneciera. ¡Cuántas promesas, ilusiones y emociones…! Todas las que puede albergar el amor a los 15 años. Ocho amaneceres juntos. Y un mundo, un universo infinito, por delante. Nueve días enteros con el pañuelo al cuello.
Décadas después cojo la plancha el 5 de julio. Tengo delante los nombres de mis hijos bordados sobre el rojo de los pañuelos. De repente, me topo con dos de ellos que llevan una inicial negra en la esquina. Una es la de mi nombre. La otra...
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