La fiesta
La fiesta
Me siento gilipollas sin curación
- GABRIEL ASENJO
En encierros como el de ayer o, mejor dicho, entre siete y ocho de esa mañana de maldita lluvia, es cuando te das cuenta que el poeta donostiarra Gabriel Celaya se cargaba de razón escribiendo: “Soy ibero y si la muerte embiste yo la toreo”. Es cuando, empapado de frío de enervante aguacero, te sientes uno de los mayores gilipollas del planeta, porque algo superior te impide abandonar esa cruel cárcel de 850 metros, 900 postes y 2700 barrotes horizontales del encierro para irte a la Mañueta que
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