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Navarra: de Reyno a provincia

Ampliar Bandera de Navarra en la Plaza de los Fueros de Pamplona
Bandera de Navarra en la Plaza de los Fueros de PamplonaJESÚS GARZARON
  • Manuel Martorell
Publicado el 24/05/2023 a las 06:00
El pasado 19 de marzo tuve un pequeño percance subiendo San Cristóbal. Noté que algo importante había ocurrido en la espalda y decidí regresar a casa. Tras pasar tres veces por el Centro de Salud y otras tres por Urgencias, me diagnosticaron una ostenosis, un estrechamiento del conducto por donde va el nervio ciático, lo que produce un intenso dolor permanente, en este caso en la pierna derecha. Me han cambiado varias veces la medicación; funciona unas horas pero el dolor vuelve; es tan intenso que impide andar y concentrarse en el trabajo, un dolor permanente que no se lo deseo ni al peor de mis enemigos.
Finalmente, tras realizarme una resonancia magnética, me han derivado a la unidad Raquis, especializada en esta dolencia pero me advirtieron que había demora. Al mirar las listas de espera, van de 250 a 300 días. ¿Realmente esto quiere decir que cientos, tal vez miles, de navarros y navarras pasaremos meses enteros sufriendo este infierno cotidiano? Cuando tuve que marcharme en 1974 a estudiar Periodismo a Barcelona, me sentía orgulloso incluso de las migajas forales que nos había dejado la dictadura franquista y que, al menos, nos permitía hacer algunas cosas por nuestra cuenta. Por eso decíamos tener las mejores carreteras, la mejor enseñanza primaria y, sobre todo, la mejor sanidad de toda España; y todo el mundo lo reconocía. Era una clara muestra de lo que se podía conseguir con formas de autogobierno.
Cuando, tras ejercer el periodismo fuera de Navarra durante casi 20 años, regresé a Pamplona en el 2001 me encontré con una situación política muy distinta, una sociedad muy dividida. Cada partido en el Gobierno aplicaba de forma sectaria sus políticas, tras declarar al constituirse, como siempre, que gobernaría para todos. Y ahora nos encontramos con que no solo en sanidad, sino también en carreteras y en enseñanza primaria, otras comunidades autónomas nos han rebasado, a izquierda y derecha, convirtiéndonos en una región más, una del montón. En definitiva que hemos pasado de ser un Reyno, defendido por toda la sociedad navarra durante la Gamazada, de la que ahora se cumplen 130 años, en una mera provincia.
Tal vez por eso haya llegado el momento de un “compromiso histórico” que acabe con el sectarismo partidista entre opuestos, como intentaron el PCI y la Democracia Cristiana en Italia durante los años 70, para volver a recuperar aquella Navarra que se enorgullecía de ir a la vanguardia en los principales servicios sociales.
Manuel Martorell
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